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La última obsesión de Trump: la multitud en los mítines de Kamala Harris que él ya no tiene

La candidata demócrata a presidenta, Kamala Harris, y su 'vice', Tim Walz, ante la multitud en su mitin in Eau Claire, Wisconsin, el 7 de agosto.

Antònia Crespí Ferrer

Washington (EEUU) —

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En medio de la desorientación republicana por la euforia que ha desatado entre los demócratas la campaña de Kamala Harris y Tim Walz, el expresidente Donald Trump dio una rueda de prensa este jueves en Mar-a-Lago. “Oh, por favor, dame un respiro”, dijo a un cierto punto el candidato republicano, visiblemente cansado. Un periodista le había preguntado sobre la gran afluencia de público en los mítines de Harris.

El tamaño de la multitud en los actos de campaña es un tema sensible para el expresidente. “He hablado ante multitudes más grandes. Nadie ha hablado ante multitudes más grandes. Si miras a Martin Luther King, cuando dio su discurso, y lo comparas con el nuestro, en el mismo lugar, todo era igual, había el mismo número de personas, incluso más”, divagaba Trump, con menos energía de la habitual y en referencia a su discurso del 6 de enero de 2021 en Washington que precedió el asalto al Capitolio. El discurso de King en la marcha de Washington de 1963 reunió a unas 250.000 personas. Al discurso de Trump, considerado el momento de incitación al asalto, asistieron unas 53.000, según la comisión de investigación del Congreso. Trump también dijo en la rueda de prensa falsamente que nadie había muerto durante el asalto.

Trump había convocado a la prensa para intentar un golpe de efecto, pero se acabó enredado con el tamaño de la multitud en sus mítines. En lugar de aplacar la imagen de nerviosismo dentro del partido, Trump mostró hasta qué punto está molesto con su campaña y como le fastidia que Harris haya congregado multitudes en sus últimos mítines.

Desde su entrada triunfal en la Convención Republicana de Milwaukee a mediados de juio, Trump ha perdido protagonismo. Ya en sus tiempos como presentador del concurso donde simulaba ser un empresario de éxito, el ahora candidato estaba obsesionado con los índices de audiencia. Su entrada en política en 2015, no hizo más que aumentar esta fijación. 

Llenar estadios

El expresidente está acostumbrado a que las multitudes lo encumbren y esperen horas para verlo, ya sea bajo un sol abrasador o en medio del frío extremo. En las anteriores campañas, en 2016 contra Hillary Clinton y en 2020 contra Joe Biden, Trump era a menudo la estrella que movilizaba hordas de seguidores. Ahora Harris está mostrando la misma capacidad de movilización o incluso más que la del candidato republicano, que no esconde su preocupación.

El pasado sábado, nada más subir al escenario de su mitin en Atlanta, lo primero que hizo Trump fue compararse con Harris. “Kamala está loca. Estuvo aquí hace una semana, había muchos asientos vacíos, pero la multitud que consiguió fue porque trajo artistas”, dijo, con aire enfurecido. Cuatro días antes, la demócrata había reunido casi la misma cantidad de personas, unas 10.000, en el mismo recinto de la Universidad Estatal de Georgia. Para el mitin, contó con la actuación de dos raperos. 

En otro momento de su discurso, Trump volvió a ser víctima de sus miedos y señaló hacia unas cuantas plazas aún vacías: “Hay algunos asientos ahí arriba; podrían dejarlos entrar”.

En los mítines de Trump, suele pasar que, cuando se alargan, algunos asistentes empiezan a irse a la mitad. Se vio en Milwaukee, donde el expresidente se regodeó con un discurso de más de hora y media, y parte del público no aguantó tanto tiempo. Las personas que se marcharon fueron pocas en comparación con lo que se vio en Atlanta, donde el número de asientos que se vació a lo largo del acto fue mucho mayor.

También le sucedió al republicano en Filadelfia, donde, en cambio, Harris presentó a Walz como su vicepresidente con un resultado muy diferente de público: más de 14.000 personas llenaron el martes casi por completo el estadio de la Universidad de Temple. Algunos seguidores de Harris, conscientes de que esta imagen sacaría de quicio al expresidente, se aseguraron de que le llegara y la publicaron en su red social Truth, citándolo

“El mismo lugar en Filadelfia, @realDonaldTrump”, decía un mensaje de la campaña demócrata con la foto del mitin de Harris junto con otra del mitin que Trump había celebrado justo en el mismo estadio un mes antes. La imagen del mitin de Harris muestra a los seguidores llenando todos los asientos, incluyendo el nivel superior del estadio. La foto de Trump muestra ese segundo piso vacío.

En el mitin demócrata en Eau Claire, Wisconsin, las multitudes se han vuelto a repetir, y las imágenes eran todavía peores para el ego republicano. Con apenas horas de diferencia, Harris y J.D. Vance, el candidato republicano a vicepresidente, habían planeado actos de campaña en la misma ciudad.

Harris y Walz, que tuvieron como teloneros a la banda indie Bon Iver, consiguieron congregar unas 12.000 personas en su mitin. Vance ofreció su discurso en una fábrica aeronáutica rodeado de unas pocas decenas de trabajadores. Una vez más, usuarios de las redes se hacían eco de la comparación.

La fotografía era doblemente dañina, teniendo en cuenta que dentro del Partido Republicano algunos han empezado a cuestionar la elección de Vance como el segundo de Trump. Las críticas llegaron antes de que Walz se convirtiera en el candidato a la vicepresidencia, justo después de la euforia que se desató entre las bases demócratas con el cambio de Biden por Harris. En julio, el periodista Tim Alberta, que ha seguido durante meses a los estrategas de campaña de Trump, escribió en The Atlantic cómo el círculo del republicano cuestionaba la elección de Vance.

Desorientación republicana

El cambio de la fórmula electoral de los demócratas ha descolocado a los republicanos, especialmente a Trump, quien había basado gran parte de su estrategia de campaña en atacar a Biden por su edad. Ahora, con la irrupción de Harris, resulta que es él el candidato octogenario. 

Esta desorientación se ha manifestado tanto en los mensajes de Trump en redes fantaseando con una posible “irrupción” de Biden en la Convención Demócrata para recuperar la nominación, o bien en la bravuconada de Vance en Eau Claire. Su avión y el de Harris aterrizaron a pocos metros de distancia en la misma pista. Al ver el avión de la vicepresidenta, Vance decidió acercarse: “Me acerqué a comprobar como está mi futuro avión”, aseguró en redes. Vance se acercó cuando Harris y su equipo ya no estaban allí.

La sensación de confusión en la campaña republicana es lo que impulsó a Trump a ofrecer la rueda de prensa en Mar-a-Lago del jueves. Allí, además de enredarse con sus propias inseguridades sobre las multitudes de los mítines, también aseguró: “Tenemos el entusiasmo, yo y el Partido Republicano”.

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