Así es la ultraderecha con la que quieren gobernar los conservadores en Finlandia
Los gobiernos de coalición socialdemócratas van desapareciendo en el mapa del norte de Europa. Tras el giro a la derecha en Suecia, Finlandia se encamina hacia un nuevo gobierno con la participación de la formación de ultraderecha, el Partido de los Finlandeses. El anuncio lo hizo este jueves el líder de los conservadores de Coalición Nacional, Petteri Orpo, ganador en las pasadas elecciones parlamentarias del 2 de abril.
Tras unos resultados electorales muy ajustados, los conservadores tenían sobre la mesa la posibilidad de formar un gobierno de frente amplio con los socialdemócratas de la primera ministra saliente, Sanna Marin, –tercera fuerza más votada en las elecciones–. Sin embargo, el partido liderado por Orpo ha anunciado que se decanta por negociar un nuevo gobierno con la formación de ultraderecha que, con un 20% de los votos, ha conseguido ser el segundo partido con mayor presencia en el Parlamento finlandés.
Para completar la mayoría parlamentaria, Orpo anunció que en las negociaciones sobre la próxima coalición gubernamental se ha sumado el Partido Democratacristiano y el Partido Popular Sueco, defensor de la minoría sueco hablante en el país nórdico. Los analistas en el país nórdico han avanzado que la futura coalición conservadora daría como resultado el gobierno más a la derecha desde 1930.
Riikka Purra y el Partido de los Finlandeses
No obstante, si la coalición de los cuatro partidos sale adelante en las próximas semanas, no sería la primera vez que el Partido de los Finlandeses forma parte del gabinete. En 2015 formó parte del Gobierno durante media legislatura junto a los conservadores y el Partido de Centro. La ruptura se produjo en 2017, tras la elección como presidente de Jussi Halla-aho, representante del ala más radical y mentor político de la actual líder del Partido de los Finlandeses, Riikka Purra.
Purra, dedicada a la vida académica como doctora en Política Internacional en la Universidad de Turku, no entró en política hasta en el año 2016, cuando tenía 40 años. Desde entonces, ha significado una renovación y un lavado de cara en el Partido de los Finlandeses. Sin embargo, la formación –euroescéptica y cuya mayor prioridad es endurecer las políticas de inmigración y asilo– no ha moderado sus posiciones.
El partido de ultraderecha había sido siempre minoritario en el país nórdico hasta que en 2012, empujada por la crisis económica, el euroescepticismo y el discurso del miedo ante la inmigración, consiguió ser la segunda fuerza en el Parlamento en Finlandia. Años después, con Jussi Halla-aho a la cabeza, el partido tomó las señas de identidad con las que cuenta hoy, adoptando una línea aún más desacomplejada y enarbolando la lucha cultural contra la izquierda –contra el feminismo, la multiculturalidad y los derechos LGTBI–.
Purra se interesó por el partido leyendo el popular blog del líder ultra Jussi Halla-aho, desde donde se reproducían discursos xenófobos hasta que fue condenado por promover el odio contra los musulmanes. Tomando como ejemplo a la alt-right americana, Purra se define a menudo a ella misma y a su formación como a un tejón de la miel, un animal que “se lanza al nido de las avispas para coger la miel y no le importa”, como explicó en su discurso de la noche electoral. Esta metáfora también ha sido utilizada recurrentemente por Steve Bannon, exasesor político de Donald Trump y un referente de la ultraderecha.
Fuera de su vida política, Purra se muestra en sus redes sociales como una vegetariana amante de los zumos verdes y de la comida sana, que sube a Instagram recetas preparadas por ella con aguacate, frutas y semillas de chía. Sin embargo, su discurso político se basa en la consigna “los intereses de los finlandeses primero”, acusando en sus vídeos de TikTok a las otras formaciones de tener un discurso populista cuando hablan de cambio climático y políticas de inmigración.
La cadena pública finlandesa YLE cree que Riikka Purra y su partido pueden ser una figura central en el nuevo gobierno. Ella ha repetido en varias ocasiones que su ambición es ocupar el Ministerio de Hacienda Pública. En su bancada en el Parlamento estará acompañada por 45 diputados ultras más, algunos de ellos muy activos en las redes sociales, donde reproducen y naturalizan los discursos derechistas más extremos que han sabido adaptar a los formatos de los nuevos tiempos, también en el país nórdico.
Coalición para frenar la deuda pública
El estado de la economía y la inmigración fueron los principales temas en las pasadas elecciones y también han sido las principales cuestiones para los conservadores para descartar una coalición con los socialdemócratas. Sobre el papel, los cuatro partidos que ahora deben trazar las líneas para dibujar un nuevo gobierno están cerca en políticas económicas. El líder de los conservadores reiteró durante la campaña y tras la victoria electoral que su objetivo es ahorrar 6.000 millones de euros del presupuesto público para conseguir rebajar la deuda pública del país.
“Tenemos grandes desafíos”, dijo Orpo este jueves en rueda de prensa. “Los socialdemócratas tienen una visión diferente de la situación y de los medios que se necesitan para abordarla, por eso no participarán en las negociaciones”, indicó. Por su parte, Marin, presidenta del Partido Socialdemócrata hasta septiembre, contestó al anuncio de una coalición conservadora asegurando que le “preocupa especialmente la subsistencia de las personas más débiles de la sociedad, también como serán las reformas en el mercado de trabajo y, por supuesto, cómo afectarán los recortes en los servicios sanitarios y de asistencia social”.
Aunque las bases para formar un nuevo gobierno en Finlandia están cada día que pasa más asentadas, los líderes de las tres formaciones conservadoras auguran unas negociaciones lentas y nada fáciles con la formación de ultraderecha. “Nos tomaremos el tiempo necesario para que el nuevo gobierno funcione en el mes de junio, con un buen programa”, dijo el líder conservador.
Los mayores puntos de desacuerdo entre las cuatro formaciones se encontrarán probablemente en torno el objetivo del Partido de los Finlandeses de endurecer las políticas migratorias. Inspirándose en las duras leyes migratorias de Dinamarca, la formación ultra quiere dificultar los procesos de reunificación familiar para personas solicitantes de asilo y acabar con la inmigración de fuera de los países de la Unión Europea. Frente a estas propuestas, los conservadores de la Coalición Nacional defienden la necesidad de aceptar mano de obra extranjera para suplir el grave déficit de trabajadores que afecta a buena parte del sector industrial en el país.
La decisión del Partido Popular Sueco de sentarse en la misma mesa de negociaciones también plantea dudas, ya que el partido de ultraderecha plantea abolir la enseñanza de la lengua sueca en las escuelas finlandesas y que el sueco deje de ser la segunda lengua oficial en el país.
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