El republicano Kevin McCarthy da sus primeros pasos como presidente de la Cámara Baja de Estados Unidos tras el pacto auspiciado el viernes por la ultraderecha. El ala dura de su partido condicionó su elección a speaker [presidente de la cámara] a cambio de una larga lista de concesiones, que se han empezado a aprobar esta semana y que pasarán factura a su estabilidad en el cargo durante los próximos dos años de legislatura.
La nueva mayoría republicana, surgida de las elecciones legislativas de mitad de mandato, echó a andar este lunes con la aprobación de un paquete de reglas internas, que en su conjunto debilitarán el poder de McCarthy y la gobernabilidad de la Cámara de Representantes. A partir de ahora bastará con que un solo diputado lo pida para iniciar una moción para destituirlo del cargo, una medida que él mismo justificó con vehemencia, a pesar de que lo deja en la cuerda floja. “El Congreso lleva roto mucho tiempo. Durante años, una concentración de poder en la figura del presidente de la Cámara de Representantes ha impedido a los legisladores participar en el proceso legislativo”, dijo.
Esta norma pondrá a McCarthy al servicio del grupo de los 20 republicanos díscolos, pertenecientes al ultraconservador Freedom Caucus, que bloquearon su elección durante cuatro días y 14 votaciones, hasta que finalmente cedió a sus demandas. Nunca en los últimos 164 años se han requerido tantos intentos para llevar a cabo este procedimiento, que acostumbra a ser un trámite para el partido mayoritario, lo que demuestra el momento de excepcionalidad histórica en vive el Congreso estadounidense. Ante una hipotética moción de censura, dada la ajustada mayoría republicana, los votos de esta veintena de ultras volverían a ser decisivos.
Otra de las medidas incluidas en el paquete aprobado este lunes es la posibilidad de que los congresistas puedan introducir enmiendas con mayor facilidad a cualquier legislación que se debata. Por ejemplo, a la legislación presupuestaria, por lo que los republicanos podrán reducir el salario de trabajadores y programas específicos sin mayor dificultad. Este conjunto de normas contribuye a diluir la jerarquía del speaker, aumentando el poder de los diputados, lo que posibilitará nuevos episodios de caos por parte de los ultraconservadores.
Investigar al FBI
Una vez aprobadas las normas de su procedimiento interno, el órgano se ha dispuesto a legislar. Sin embargo, sus posibilidades de éxito son nulas, dado que todas las iniciativas deben ser aprobadas por el Senado, cámara controlada por una ajustada mayoría demócrata. Aun así, todo lo que apruebe la Cámara Baja servirá para marcar la agenda mediática, así como para culpar al Partido Demócrata por el bloqueo de su legislación.
La primera medida aprobada por la Cámara de Representantes fue la eliminación de la nueva financiación a la Hacienda pública (de 80.000 millones de dólares), que había sido aprobada por los demócratas hace menos de un mes. Los republicanos interpretan que la agencia federal ha estado persiguiéndolos específicamente en busca de fraude, y que la financiación demócrata es parte de esta persecución. “El Gobierno debería estar ahí para ayudarte, no para ir en tu contra”, dijo McCarthy tras aprobar la ley.
Este martes, la Cámara Baja retomó otra de las grandes promesas de McCarthy: la creación de un comité que investigue al FBI y otras agencias de seguridad del país. Los ultraconservadores consideran que el presidente, Joe Biden, está “instrumentalizando” a estas agencias federales para perseguir, entre otros, a Donald Trump. La comisión, que vendría a sustituir a la que investigó el asalto al Capitolio de 2021, busca sembrar dudas sobre las instituciones básicas del país, y lo hará por medio de citaciones, que obligarán a los funcionarios del FBI y otras agencias a testificar y entregar documentos.
Según el demócrata Jim McGovern, esta comisión es un complot de “los extremistas de MAGA”, en referencia al lema de Trump “Make America Great Again”, que “han secuestrado” al Partido Republicano. La llamada Comisión sobre la Instrumentalización del Gobierno Federal será presidida por Jim Jordan, uno de los grandes aliados del expresidente en la Cámara Baja, que en palabras de McGovern “tendrá el poder de atacar a cualquiera o cualquier cosa que no le guste o lo que le parezca inconstitucional o ilegal”.
Pacto con los ultras
No todas las concesiones de McCarthy a la ultraderecha han trascendido, ni necesitan ser votadas. Con un apretón de manos a puerta cerrada es suficiente para forjar una alianza que condicionará toda una legislatura. Por ejemplo, varios medios estadounidenses aseguran que el presidente prometió una serie de escaños en la Comisión del Reglamento, un importante panel que controla qué legislación llega a la Cámara y de qué manera.
Este conjunto de medidas ha sido aprobado de manera casi unánime, con solo un voto contrario en el seno del Partido Republicano, un hecho que contrasta con las jornadas maratonianas que caracterizaron la elección del presidente de la Cámara de Representantes. Después de ceder poder, McCarthy ha pasado el primer examen de la ultraderecha, que se dispone a boicotear en los próximos dos años toda decisión que no sea de su agrado.