Ante la escalada de la COVID-19 en España, el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas aprobaron la semana pasada una serie de medidas de mínimos que afectarán a las ciudades de más de 100.000 habitantes, entre ellas Madrid, que cumplan tres criterios: incidencia acumulada de más de 500 casos por cada 100.000 habitantes en 14 días, tasa de positividad de las pruebas PCR superior al 10% y ocupación de UCI por encima del 35%.
Una veintena de expertos pidieron a finales de septiembre en la revista científica The Lancet que los gobiernos sean transparentes en su toma de decisiones y tengan una estrategia clara, a poder ser con niveles y criterios explícitos. Algunos países, como ahora España, han apostado por establecer umbrales epidemiológicos para levantar e imponer medidas restrictivas. Son los casos de Francia, Alemania, Corea del Sur o, en algunos territorios, Reino Unido:
Las zonas rojas de alerta de Francia
El 23 de septiembre, el ministro de Sanidad francés dio a conocer la nueva clasificación de la situación epidemiológica en los diferentes departamentos del país, uno de los que más transmisión están detectando en Europa en estos momentos. El sistema consta de varios niveles de alerta que se decretan en función de tres indicadores: la tasa de incidencia semanal (calculado con los resultados de las PCR), la incidencia para las personas mayores de 65 años y el porcentaje de ocupación de camas de cuidados intensivos por pacientes con la enfermedad.
El territorio se divide en varias zonas: verdes, rojas y en estado de emergencia sanitaria. Las zonas rojas, de “circulación activa” del virus, se dividen en 3 categorías: alerta, alerta reforzada y alerta máxima. La decisión se toma por decreto del primer ministro. Los umbrales y las correspondientes medidas activadas hasta ahora son los siguientes:
Zona roja de alerta. La incidencia supera los 50 casos por 100.000 habitantes en siete días. Las reuniones reducidas a un máximo 30 personas. El prefecto del departamento puede tomar más medidas.
Zona roja de alerta reforzada. Incidencia mayor de 150 casos por 100.000 habitantes; 50 casos por 100.000 en personas mayores de 65 años. Algunas restricciones automáticas: prohibición de reuniones de más de 10 personas en espacios públicos, el cierre de gimnasios y el cierre anticipados de bares, a más tardar a las 10 p.m. (el horario lo fija el prefecto).
Zona roja de máxima alerta. Incidencia semanal mayor de 250 casos por 100.000 habitantes [en la ciudad de Madrid, esta tasa es de 776 en los últimos 14 días (único dato disponible) y en la Comunidad de Madrid la incidencia es de 222 en la última semana]. La incidencia entre personas mayores es superior a 100 y la ocupación de las camas de cuidados intensivos, del 30%. Este nivel implica el cierre total de bares, así como de otros establecimientos salvo que ya cuenten con protocolos sanitarios estrictos, y otras restricciones. Es el caso de París (incidencia de 270) y sus suburbios, Marsella y Guadalupe.
Las zonas son clasificadas en verde con una incidencia semanal menor de 50.
En el lado contrario, el estado de emergencia se alcanza con una ocupación de camas de cuidados intensivos del 60% por pacientes con COVID. En este nivel, se prevén más cierres, como el de los cines, y se pueden tomar medidas de confinamiento locales. De momento, no afecta a ninguna parte del país.
El freno de emergencia en Alemania
A principios de mayo, tras días de disputa política, el Gobierno federal alemán y los jefes de los Länder acordaron iniciar la desescalada. Sin embargo, conscientes de que la reapertura iba a implicar un aumento de las infecciones, se impuso un sistema para la flexibilización de las restricciones típicamente alemán: el notbremse, el llamado “freno de emergencia”. Según este mecanismo, las autoridades locales deben volver a imponer medidas restrictivas si se supera el umbral de una incidencia de 50 casos por cada 100.000 habitantes en siete días consecutivos.
En concreto, se pidió “desarrollar un concepto de restricción consistente en la participación de las autoridades estatales pertinentes”. Sin embargo, según la prensa alemana, el Gobierno de Merkel dejó pendiente cómo podría ser exactamente ese “concepto de restricción”. Lo que sí precisó es que en el caso de que se produzca una “infección localizada y claramente identificable”, por ejemplo en una institución, “este tipo de restricción solo puede abarcar dicha institución”.
“En caso de un brote regional distribuido y de cadenas de infección poco claras, se deben volver a introducir sistemáticamente restricciones generales a nivel regional”, dice la resolución, que también establece que tales medidas deben estar en vigor hasta que baje durante al menos siete días y dice que es necesario restringir la movilidad innecesaria hacia y desde las zonas particularmente afectadas.
El mecanismo se ha puesto en marcha en algunas áreas que tuvieron picos en el número de nuevos casos. Los primeros en activar el “freno de emergencia” fueron dos distritos de Renania del Norte a finales de junio, tras un brote en una planta procesadora de carne. Primero, se cerraron guarderías y colegios en la zona. Se ordenó el cierre de bares, museos, galerías, cines, gimnasios y piscinas en dos municipios y se limitaron los contactos sociales.
La semana pasada, Merkel presentó su “estrategia de puntos calientes”, según la cual se limitarán las reuniones privadas a 25 personas y las públicas a 50 personas en las zonas con una incidencia de 35 casos por 100.000 habitantes en los últimos siete días. Para las zonas con una incidencia de 50 casos, las reuniones quedan restringidas a 10 en el ámbito privado y 25 en el ámbito público.
Pero la incidencia no es el único valor a tener en cuenta en el país. El Gobierno de Berlín, por ejemplo, adoptó un mecanismo de alerta temprana con un sistema de semáforo que combina tres factores: la tasa R0 –que mide el número de personas a las que contagia de media cada infectado, que tiene que ser menor que uno para seguir verde–, la ocupación de las UCI (verde si es por debajo del 15%) y la incidencia semanal (superior a 30 por 100.000 habitantes para que se ponga en rojo). Si dos indicadores se ponen rojos, el Gobierno de Berlín debe actuar.
El sistema de Reino Unido
Actualmente, varias regiones de Escocia, Gales e Inglaterra están sometidas a restricciones locales extra además de las reglas nacionales: aproximadamente un 25% de la población de Reino Unido, según informa la BBC. Estas regiones ya están utilizando umbrales de alerta similares guiados por un sistema de colores en el que el verde es la mejor situación y el rojo, la peor –cuando la incidencia supera los 50 casos por 100.000 habitantes en 7 días se considera una situación preocupante. A partir de la incidencia es cuando el gobierno central interviene para imponer restricciones extra salvo excepciones. Se aplican restricciones a partir de ese umbral aunque hay excepciones, como sucedió en el distrito de Northampton en agosto, que registró una incidencia de 125 casos por 100.000 habitantes, pero se trataba de un brote localizado en el sector cárnico.
Según publica The Guardian, el Gobierno ya está preparando un sistema de colores en toda Inglaterra con umbrales unidos a restricciones concretas –Escocia, Gales e Irlanda del Norte tienen competencia para regular su política sanitaria por lo que una medida desde el Ejecutivo central solo afectaría, en principio, a territorio inglés–. Según el borrador al que ha tenido acceso el periódico, cuando un territorio entra en alerta 3 (la máxima) tendría que cerrar todos los bares, restaurantes, hoteles y resto de establecimientos de hostelería; se pediría a la población que no haya reuniones de ningún tipo y en ningún entorno entre personas que vivan juntas y se prohibirían los desplazamientos que no impliquen volver en el día al domicilio. El Gobierno todavía puede modificar detalles de este borrador.
Las fases de distanciamiento en Corea del Sur
A principios de mayo, Corea del Sur, uno de los países que mejor han controlado la pandemia, comenzó su transición a lo que denominó un sistema de “distanciamiento en la vida cotidiana”. Pasó de pedir a los ciudadanos que cancelaran reuniones no esenciales, cenas y viajes y se abstuvieran de salir al aire libre, a esta estrategia, un paso más a la hora de recuperar la normalidad con medidas básicas como la higiene, la ventilación o el uso de mascarillas. Su incidencia ahora es de 2,3 casos por 100.000 habitantes en las últimas dos semanas.
Las autoridades surcoreanas apostaron por dividir en tres etapas (de uno a tres) el sistema de distanciamiento social con diferentes criterios, según la gravedad de la epidemia de infección y la intensidad de las medidas de cuarentena, como explica el ministerio de Sanidad. El nivel 1 corresponde al distanciamiento “en la vida cotidiana”, está vigente si durante dos semanas el número de nuevos contagios confirmados al día es menor de 50. En el nivel dos, esta cifra es entre 50 y 100, y el nivel tres, el más duro, se aplica si los casos diarios alcancen un promedio entre 100 y 200 durante dos semanas y cuando se dupliquen las nuevas infecciones de COVID-19 más de dos veces en una semana. También tiene en cuenta otros factores, como el porcentaje de casos con una fuente de infección desconocida (menos del 5% en la fase 1 y aumento repentino en la fase 3).
El nivel 3, el más alto del distanciamiento social, no se ha declarado de momento –el Gobierno ha dicho que es una “opción de último recurso teniendo en cuenta sus repercusiones económicas y sociales”–. En él quedan prohibidas todas las reuniones de más de 10 personas. Se ordena el cierre de numerosos establecimientos considerados de riesgo, como cines, pubs o cafés. Otros como los restaurantes operan con restricciones y los esenciales, como supermercados y farmacias, funcionan con normalidad. En la actualidad, y hasta el 11 de octubre, el país permanece en un periodo especial de precaución ante las vacaciones de otoño. Durante estas dos semanas se aplicarán requisitos del nivel 2 que prohíben las reuniones bajo techo de 50 o más personas, así como las reuniones al aire libre de 100 o más personas en todo el país. En Seúl y el área metropolitana, permanecen cerrados establecimientos de ocio nocturno como las salas de karaoke e instalaciones deportivas.
Con información de Javier Biosca