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Varoufakis: la voz del 'no' a la troika que busca recuperar un sitio en Grecia por el desencanto con Tsipras

Andrés Gil

Enviado especial a Atenas —

“¡No más ministro!”. Así se titulaba el post en su blog en el que Yanis Varoufakis anunciaba hace exactamente cuatro años que dejaba el cargo de ministro de Finanzas del Gobierno de Alexis Tsipras. “El referéndum del 5 de julio [de 2015] permanecerá en la historia como un único momento en el que una pequeña nación de Europa se levanta contra el peso de la deuda”, escribía Varoufakis: “Como todas las luchas por los derechos democráticos, también el rechazo histórico al ultimátum del Eurogrupo del 25 de junio, es costosa. Por eso, es esencial que el gran capital atesorado por nuestro Gobierno con el espléndido voto del 'no' sea invertido inmediatamente en un sí a un acuerdo justo, que implique una reestructuración de la deuda, menos austeridad, redistribución en favor de los necesitados y reformas reales”.

Días después de ese referéndum, se evidenció que el Gobierno de Tsipras no pudo alcanzar ese “acuerdo justo” que buscaba, cayó derrotado ante el diktat de la austeridad decretado por Bruselas y convocó nuevas elecciones. Por el camino, se produjo una diáspora en Syriza, y nacieron Unidad Popular –la escisión más troskista–; Libertad –de la expresidenta del Parlamento, Zoe Konstantopoulou–, el MER25, de Yannis Varoufakis; y ARC –Movimiento Radical de Izquierdas, entre otros–.

Varoufakis dimitió el 6 de julio, al día siguiente del referéndum; y cuatro años después, el 7 de julio de 2019, está en disposición de volver al Parlamento griego. De acuerdo con las encuestas, puede superar el 3% mínimo para entrar en el Legislativo, con una docena de escaños. El exministro griego se presentó por Alemania en las últimas elecciones europeas, pero se quedó fuera de la Eurocámara.

“Nosotros, la gente de izquierdas”, explicaba Varoufakis en su renuncia hace cuatro años, “sabemos cómo actuar colectivamente sin importar los privilegios del cargo. Apoyaré plenamente al primer ministro Alexis Tsipras, al nuevo ministro de Finanzas y a nuestro Gobierno. El esfuerzo sobrehumano para honrar al valiente pueblo de Grecia, el célebre OXI ('no') que ellos han asumido como demócratas por todo el mundo, acaba de comenzar”.

Han pasado cuatro años, y ahora Varoufakis es uno de los que van a morder en el electorado de Syriza, que permanece estancado por debajo del 30%, a diez puntos de distancia de los conservadores de Nueva Democracia, el partido del turno tradicional en Grecia, junto con el PASOK, que llevaron al país a la bancarrota en 2014.

Diez años después del estallido de la crisis, aunque la economía griega vuelve a crecer y el paro ha bajado, la situación del griego medio es aún difícil: la mayoría de los trabajadores (59,3%) cobra menos de 1.000 euros brutos al mes y el 25,3% incluso no llega a los 500 euros.

Sissy Vovou, que apura la sesentena, fue miembro de la dirección de Syriza hasta el verano de 2015. Ella compitió con Tsipras por liderar el partido en el congreso fundacional de la Syriza unificada, en 2013, y logró un 4,69% frente al 74% del actual presidente griego.

“Tsipras dio un golpe de Estado al partido, cuando vimos que iba a aceptar el nuevo memorándum, iniciamos una rebelión en la dirección y juntamos firmas suficientes para convocar una reunión que rechazara que el Gobierno asumiera las nuevas condiciones de la UE. Pero él convocó las elecciones y nos marchamos”, recuerda Vovou.

Como relata un reportaje de La Marea, todos los caminos del feminismo griego conducen a Sissy Vovou, pero también los de la rebeldía de quien sabe lo que es medirse con Tsipras. Vovou participó en la fundación de Unidad Popular, “pero la falta de democracia hizo que nos marcháramos para crear ARK, el Movimiento de Izquierda Radical, un pequeño partido que no se presenta a las elecciones del domingo, que no participó en las europeas y que pide el voto para la izquierda”.

Sus palabras transmiten la amargura de 2015. “Tsipras traicionó el OXI”, sentencia, el referéndum del 5 de julio. “Varoufakis tenía ideas, y si estamos para adoptar recetas de derechas, es mejor irse. Tsipras hizo concesiones a la troika, y se acomodó al establishment, el memorándum, todo... Y ahora la derecha está fuerte, y nosotros tendremos que construir un nuevo gran movimiento, feminista, con la gente trabajadora y centrado por la crisis climática”.

¿Ha hecho algo de izquierdas Syriza? “Nada, lo único que ha hecho ha sido poner impuestos y decir que Nueva Democracia lo haría peor. Y, como internacionalista, me duele su seguidismo de la política de Israel con Palestina, mantener el gasto militar en el 2,5% del PIB y no promocionar las energías renovables. El único que tiene discurso ecologista aquí es Varoufakis. Las encuestas le dan entre un 3% y un 3,5%, en el límite para entrar... Necesitamos una voz fuerte contra los memorándums, la explotación del planeta y las políticas de Israel con los palestinos”.

Varoufakis es la voz del 'no' a la troika que busca recuperar un sitio en Grecia a costa del desencanto con Tsipras. Pero esos 900.000 votos de menos que sacó Syriza en las últimas europeas en comparación con las generales de 2015 no parece que vayan en bloque a Varoufakis. Ni al KKE; ni a Unidad Popular; ni al PASOK... El 7 de julio, cuatro años y dos días después del OXI, se verá la foto definitiva.