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ENTREVISTA

Verónika Mendoza, líder de la izquierda peruana: “El Gobierno de Castillo ha renunciado al cambio”

Ayelén Oliva

28 de abril de 2022 22:16 h

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El Gobierno peruano avanza con la propuesta de una nueva Constitución. En medio de una crisis política, Pedro Castillo movió una pieza este lunes al enviar al Congreso un proyecto de reforma constitucional que reemplace la aprobada en 1993 por Alberto Fujimori. “Las actuales reglas de juego no dan más”, dice Veronika Mendoza a elDiario.es, el día previo al anuncio.

La dirigente del movimiento de izquierda Nuevo Perú, dos veces candidata a presidenta de su país, en 2016 y 2021, piensa que es necesario diseñar nuevas reglas constitucionales pero no cree que el Gobierno ni en el Congreso sean capaces de conducir ese proceso. “Es fundamental constituir un frente político y social que plantee el debate, lo proponga al Gobierno y en el Congreso”.

¿Hay lugar para una nueva Constitución en Perú? 

Pienso que es ineludible. La crisis en el Perú -que es grave, profunda y múltiple- confirma la necesidad impostergable de este cambio de reglas de juego. Esta es una demanda impulsada por amplios sectores de la ciudadanía y que nosotros también hemos propuesto en la última campaña electoral. Necesitamos un referéndum para consultarle a la ciudadanía si quiere una nueva Constitución. Las actuales reglas de juego no dan más. 

Cuando dice que se necesitan nuevas reglas, ¿se refiere a modificar la capacidad del Congreso de terminar con los mandatos presidenciales?

La que acabas de mencionar es sin duda un tema central. Desde todos los espectros políticos se reconoce que necesitamos nuevas reglas de juego. Existe consenso sobre la necesidad de diseñar un nuevo sistema político-electoral que garantice representación de todos los sectores. Pero, por otro lado, es fundamental que se reconozcan y garanticen derechos que no están reconocidos en la Constitución del 1993 como el derecho a la vivienda, el acceso a Internet, el derecho de los pueblos indígenas a su territorio, el derecho a generar un nuevo modelo de desarrollo amigable con la naturaleza. Pero también necesitamos -y quizás aquí no haya tanto consenso- darle un nuevo rol al Estado para conducir el desarrollo nacional, capaz de participar más activamente en la economía.

¿Piensa que es posible que un gobierno tan débil como el de Castillo pueda llevar adelante un proceso constituyente?

Yo no confiaría ni en el Gobierno ni en el Congreso para conducir un proceso tan importante, que tiene como objetivo construir un nuevo pacto social entre peruanas y peruanos, que define nuevas reglas de juego y nuevos valores.

Si no es el presidente ni el Congreso, ¿cuál cree que debería ser el mecanismo para llevar adelante este proceso?

Tiene que estar en manos de la ciudadanía. Es fundamental constituir un frente político y social que lo proponga al Gobierno y en el Congreso. Tenemos que discutir también bajo qué reglas de juego se elegirían a los constituyentes, quiénes escribirían esa nueva Constitución, para que esa futura Asamblea Constituyente sea realmente representativa de todos los sectores del país y, en particular, de aquellos que nunca tuvieron voz en los procesos anteriores.

¿Hay iniciativas en esta dirección?

Hay diversas iniciativas de distintas organizaciones sociales, sindicales y políticas que se han ido articulando en torno a este debate. Pero necesitamos multiplicar los espacios de diálogo y construir una articulación muchísimo más amplia para algo tan importante como es la construcción de un nuevo pacto social para todos los peruanos y peruanas.

El ejemplo exitoso de construcción de un proceso constituyente desde la sociedad es el caso chileno. En Perú, con la excepción del período inmediatamente posterior a la destitución de Martín Vizcarra, no parece haber una sociedad movilizada que exija esto. ¿Es así?

Es cierto, en el Perú tenemos una sociedad fragmentada y debilitada como resultado de las políticas neoliberales, del conflicto armado interno, de la persecución y criminalización a los líderes sociales, sindicales y de izquierda. Por lo tanto, tenemos un punto de partida difícil en comparación con otros países donde hay una cultura de movilización social mucho más desarrollada. Sin embargo, estos últimos días en el Perú han estado marcados por movilizaciones en diversas regiones del país. El desafío es articularlo, escuchar todas las voces e integrarlas en un proyecto de nueva Constitución, que es también un proyecto de país.

El primer ministro de Perú, Aníbal Torres, denunció el viernes un plan de golpe de Estado contra Pedro Castillo. ¿Qué piensa de estas declaraciones?

De un lado, en el Perú tenemos una oposición de derecha y ultraderecha que desde comienzo del Gobierno del presidente Castillo han buscado sacarlo de su cargo, no como una respuesta a su gestión sino como una negación a la voluntad popular. De otro, también tenemos un Gobierno que ha renunciado a las propuestas de cambio por las que fue elegido, a lo que ha sumado además ineptitud y caos. Entonces hay una especie de retroalimentación permanente de incapacidad y desconexión con las demandas del pueblo desde el Gobierno y el Congreso que nos están sumiendo en una situación muy complicada. 

¿Cómo definiría la crisis que atraviesa el Gobierno?

No podemos perder de vista que no se trata de una crisis que se haya iniciado con el Gobierno del presidente Castillo. Es una crisis mucho más profunda y duradera, resultado epílogo de estos 200 años de república excluyente, 30 años de neoliberalismo depredador, que se ha agudizado y develado de manera muy cruda con los escándalos de corrupción que estallaron en los últimos años. ¿No es sintomático que todos nuestros expresidentes elegidos en democracia hoy están procesados por corrupción? Entonces, estas reglas de juego, este sistema, no dan más. Por eso sí, sin lugar a dudas, urge abrir un debate constituyente. 

¿Hay lugar para una agenda de cambio de izquierdas en Perú?

La necesidad de cambio está totalmente vigente. De hecho, la profundidad y gravedad de la crisis así lo confirma. Pero estos cambios, me queda claro, no van a venir ahora ni por parte del Gobierno, mucho menos del Congreso, van a venir de la ciudadanía movilizada. El plan de emergencia, de reformas y la propuesta Constituyente tienen que venir de un gran frente político, social y ciudadano que presione, proponga y le exija al Gobierno y al Congreso que la lleven a cabo.

¿Pedro Castillo representa a la izquierda? 

Este pudo haber sido un gobierno de cambio. Es por eso que una mayoría de peruanos votó por Pedro Castillo, pero lamentablemente el presidente ha abandonado de manera progresiva estas propuestas y hoy tenemos un gobierno continuista. El presidente Castillo, en lugar de hacer un pacto con el pueblo que le demandaba cambios, ha preferido hacer arreglos con facciones del Congreso que le aseguran votos para su supervivencia.

En el momento de la destitución a Vizcarra, los peruanos salieron a las calles a pedir por una nueva Constitución. ¿Piensa que la victoria de Castillo aplacó ese descontento?

No, claramente el proceso electoral no se resolvió, la crisis existe. Y claramente unas nuevas elecciones generales, como plantean algunos, tampoco lo harían. Creo que incluso quienes lo proponían ya han tomado conciencia de ello. 

¿Pueden unas nuevas elecciones solucionar el problema?

Incluso aquellos que plantean que la salida a esta crisis sería un adelanto de elecciones, han terminado reconociendo que con estas mismas reglas de juego, unas nuevas elecciones no resolverán absolutamente nada sino que, por el contrario, podrían agravar la situación.

¿Por qué cree que su candidatura consiguió en 2016 el tercer lugar con el 18.7% y en 2021 terminó con un 7.8%?

Hay múltiples razones. Una de ellas es que, a pesar de que tratamos de diferenciarnos de las elecciones del 2016, el pueblo demandaba algo diferente, demandaba una ruptura con toda la representación política que había visto hasta ese momento. En ese sentido, la candidatura de Pedro Castillo representó esa novedad, la irrupción en la política. Tampoco pudimos evitar quedar encasillados en un debate híper programático en un momento en que la gente estaba más susceptible a una conexión emocional.

¿Piensa que Pedro Castillo se ubicó como un dirigente más cercano? 

Nosotros quizás caímos en una lógica muy racional, estuvimos preocupados por responder a la crisis, por encontrar propuestas, soluciones y perdimos de vista la necesidad de esta conexión directa con la gente. Pero son múltiples factores, ciertamente nos toca a nosotros como izquierda democrática hacer una autocrítica y recoger aprendizajes de este proceso con más fuerza, con trabajo en territorio, con la gente, con los movimientos, con las organizaciones sociales y sobre todo con mayor audacia para hacer frente a estos tiempos tan desafiantes.