Después de la alerta máxima que se impuso varios días a partir del 22 de noviembre en Bruselas y durante la cual no ocurrió nada que aparentemente justificara la psicosis, las nuevas revelaciones sobre la gestión de las autoridades belgas de la amenaza posterior a los ataques de París solo ponen más en entredicho a las instituciones federales. Ahora ha sido el programa de investigación de una televisión flamenca el que ha causado un revuelo sensacional por los detalles de la que parece una fuga del terrorista Saleh Abdeslam, el más buscado, ante las narices de la policía bruselense solo tres días después de los atentados.
La emisión este miércoles de la cadena VTM incluía una entrevista con el ministro de Justicia, Koen Geens, en la que éste sugiere que Abdeslam no fue detenido el 16 de noviembre en una vivienda de Molenbeek por culpa de una arcana ley que impide a los agentes asaltar un piso de las 21.00 a las 5.00 horas, a no ser que en la vivienda se haya cometido un crimen o el inquilino les invite a entrar.
Aunque después la Fiscalía ha puntualizado que no fue esa ley la que desbarató la detención del prófugo, fuentes policiales citadas por La Libre Belgique, The New York Times o el ente público RTBF refuerzan la versión del ministro de que Saleh Abdeslam estuvo en la vivienda en cuestión (y se pudo fugar escondido en un mueble).
La polémica ha servido para situar una vez más a las autoridades belgas en el ojo del huracán. Primero fue la constatación de que en Molenbeek conviven varias escuelas de yihadismo que datan como mínimo de los años noventa, con la presencia de células del GIA argelino; los autores de los peores atentados de los últimos años en Europa hicieron casi siempre parada en el distrito bruselense.
Segundo, porque durante prácticamente una semana la Región-Capital de Bruselas estuvo tomada por Policía y Ejército sin saberse demasiado bien por qué el nivel de alerta en el resto del país era de un escalón más bajo. Y tercero, porque la emisión de VTM vuelve a poner en la picota la eficacia de las autoridades.
Seis cuerpos de policía
Ya se ha escrito hasta la saciedad que Bruselas, capital bilingüe de un país con tres idiomas oficiales (el alemán se habla en un pequeño reducto del este), es una urbe de 1,2 millones de habitantes con 19 distritos, cada uno con su respectivo Ayuntamiento, y seis cuerpos de policía locales. Y en materia de seguridad, prevención, inteligencia y antiterrorismo pueden intervenir la policía local, la policía federal, las comunidades lingüísticas, el Ministerio de Justicia, el Ministerio del Interior, el Ministerio de Defensa y el propio Ayuntamiento de distrito. La decimonónica ley que impide registrar una casa de madrugada, promulgada en los años sesenta, viene a poner la guinda al asunto.
No está claro sin embargo que la norma haya permitido a Saleh escapar. La policía dice que la casa estaba vigilada. “Si Saleh Abdeslam hubiera aparecido allí durante la noche, lo habríamos capturado”, ha afirmado el portavoz de la Fiscalía a The New York Times. Pero otros medios que citan fuentes de la investigación aseguran que el huido estuvo en el número 47 de la calle Delaunoy y que pudo haberse escurrido de los agentes cobijado en un mueble durante una mudanza. Este regate se habría producido el domingo. El lunes, centenares de periodistas invadieron la Plaza Mayor de Molenbeek y los alrededores de esta calle mientras tenía lugar una operación policial infructuosa.
No fue la única: tras la declaración del estado de máxima alerta fueron inmediatamente detenidas 16 personas, y después, decenas más. De las 16, 15 fueron liberadas a continuación, un patrón que se ha venido repitiendo. Apenas quedan tres personas en prisión cautelar que guardan cierta relación con los atentados de París. Y el Gobierno, que presentó a la semana de la tragedia parisina un severo paquete con 18 medidas antiterroristas que está encontrando dificultades para ser aprobado por su complicado encaje jurídico, se limitó a decir que el estado de alerta abortó la posibilidad de nuevos ataques en Bruselas.
Los medios de comunicación y la oposición al gobierno más conservador de los últimos años (el primer ministro es francófono, pero el Ejecutivo está controlado por formaciones flamencas) piden más respuestas. El diario Le Soir se ha preguntado por qué Bruselas estuvo en alerta 4 y el resto del país en nivel 3 y este jueves el mismo periódico subraya la incertidumbre total acerca del actual paradero de Saleh Abdeslam.
También hay quien ve un trasfondo nacionalista sin caer en la conspiración, como la editorialista de Le Soir Beatrice Delvaux expuso a este diario hace días. Según Delvaux, la alerta máxima en Bruselas, decidida por una suerte de agencia federal no precisamente transparente, sería un dardo político de los independentistas flamencos (primer partido de Bélgica) contra la mayoría de alcaldes francófonos de los distritos más pobres, más mestizos y con hasta diez veces más desempleo que las communes acomodadas.
El último elemento es la permisividad de la que gozan todas las religiones en Bélgica, que podría haber facilitado la llegada de predicadores salafistas y otras corrientes del Islam radical los últimos decenios. En los barrios más desfavorecidos de Bruselas se han registrado incluso enfrentamientos entre musulmanes chiíes y suníes. Lejos del rigorismo laico francés, Bélgica está más cerca de la tolerancia con los diferentes credos en pequeños espacios.