A menudo se critica que la Unión Europea no tiene una voz potente en el mundo: las competencias nacionales de las relaciones internacionales hacen que a menudo el Alto Representante, en este caso Josep Borrell, no pueda pasar a menudo de expresar “una gran preocupación” por diversos asuntos geopolíticos. Es a lo más que en muchas ocasiones llega el consenso entre los 27, que es la voz que expresa Borrell: de hecho, Borrell viaja a Moscú mandatado por el Consejo de la UE, los gobiernos.
Y en el caso de Navalni la posición de la Unión Europea ha sido unánimemente firme. Incluso un país como Alemania, con fuertes vínculos comerciales con Rusia –ahí está el ex canciller Gerhard Schröder, amigo de Putin y presidente del Consejo de Administración de Rosneft, empresa de petróleo estatal rusa, y de la junta de accionistas de Nord Stream AG, consorcio para la construcción del gasoducto Nord Stream–, fue de los primeros en señalar al Gobierno de Vladímir Putin como el responsable del envenenamiento del líder de la oposición Alexei Navalni. Un envenenamiento que estuvo a punto de acabar con su vida.
El propio Borrell, el primer Alto Representante en viajar a Rusia en cuatro años, expresaba este viernes que las relaciones entre la UE y Rusia se encontraban en horas muy bajas. Hay sanciones aplicadas contra Rusia por conflictos enquistados, como el de Ucrania; hay problemas que se atraviesan en la OTAN, con un acuerdo de reducción de armas en suspenso; se ha agravado con la crisis de Bielorrusia, tras la cual la UE ve la mano de Putin; el propio departamento de Borrell tiene un equipo dedicado a perseguir fake news de origen ruso; y, en último lugar, la detención y condena exprés de Navalni, rechazada por los 27, seguido de protestas y de detenciones masivas de manifestantes.
En ese contexto, en ese avispero, se ha presentado este viernes por la mañana Borrell para decirle al ministro de Exteriores, Sergei Lavrov, que la UE condenaba las detenciones, la sentencia de Navalni y que exigía una investigación independiente sobre su envenenamiento. Y Borrell se lo dijo en privado, pero también ante los periodistas, con Lavrov al lado.
Y eso, para un ruso, ha resultado demasiado.
Borrell ha hecho lo que muchas veces se reclama a un dirigente de la UE: que sea contundente en la exigencia de los derechos humanos, más allá de Venezuela. Pero el terreno era tan resbaladizo que, al final del día, el saldo de la visita no ha resultado particularmente beneficioso.
En plena rueda de prensa, sin que Borrell le replicara, cosa que ha causado protestas por parte de los populares en la Eurocámara –incluso un eurodiputado estonio ya está pidiendo la dimisión–, Lavrov ha comparado la situación de Navalni con la de los líderes independentistas encarcelados por el 1-O. Mientras que los liberales le han pedido más sanciones y ambos le reprochan que no haya visitado a Navalni en su viaje. Una portavoz del Servicio Exterior Europeo ha explicado que verse con él en la cárcel “normalizaría una situación inaceptable”.
“Mi visita coincide con el arresto y sentencia de Alexei Navalni y el arresto de mil manifestantes. Le he transmitido al Ministro Lavrov nuestra profunda preocupación. Los derechos humanos y las libertades políticas son fundamentales para nuestro futuro común, tanto para la Unión Europea como para Rusia”, dijo Borrell ante Lavrov, quien respondió hablando del encarcelamiento de los líderes independentistas catalanes: “Están en prisión sentenciados a diez años por organizar un referéndum, una decisión que la justicia española no ha revocado pese a que tribunales de Alemania y Bélgica hayan fallado en contra. Ante esto, España ha defendido su sistema judicial y ha pedido no dudar de sus decisiones. Eso es lo que queremos de Occidente en términos de reciprocidad”.
La ministra de Exteriores, Arancha González Laya, respondió el viernes por la tarde, evidenciando la relación por la que pasan los dos países: “Yo quisiera recordar al ministro Lavrov que España es una de las 23 democracias plenas en el mundo y solo hay 23. Rusia está en el puesto 124 de 167 países. Quiero recordar que en España todos los ciudadanos, todos, tienen plenamente garantizados sus derechos y libertades. Que en España no hay presos políticos. Hay políticos presos. Y espero que Alexei Navalni tenga la oportunidad de participar y de hacer campaña en las próximas elecciones rusas, como lo están haciendo los líderes independentistas catalanes que cumplen condena en España”.
Lavrov mezclaba las sentencias del procés con los fallos de los tribunales alemanes y belgas a las peticiones de extradición de quienes no están presos ni juzgados al haber salido de España tras el 1-O, como son Carles Puigdemont, Clara Ponsatí, Toni Comín y Lluís Puig. “Hay muchas situaciones en Europa en las que se sospecha que los tribunales adoptan decisiones motivadas políticamente”, ha dicho Lavrov poco antes de que terminara una rueda de prensa tras la que Borrell le intentaba explicar a Lavrov la película Palmeras en la nieve, para justificar su sorpresa por que le hubieran preguntado por Cuba en un Moscú nevado.
La respuesta de Lavrov al comentario de Borrell sobre la película ya no pudo oírse. Pero sí que dio la vuelta al mundo la respuesta a las críticas de la UE a las detenciones de manifestantes en Rusia: Moscú anunció la expulsión de tres miembros del cuerpo diplomático de Alemania, Suecia y Polonia por su participación en las manifestaciones de apoyo a Alexéi Navalni, condenado esta misma semana a tres años de prisión acusado de violar las condiciones de la libertad condicional impuestas en un antiguo caso penal de 2014 en relación a un viejo caso de fraude reactivado mientras Navalni se encontraba convaleciente en Alemania del envenenamiento que sufrió en verano. Descontando el año que pasó bajo arresto domiciliario, Navalni tendrá que cumplir dos años y medio de prisión, según ha informado la cadena estatal RT.
“Durante mi reunión con el ministro de Exteriores Sergei Lavrov en Moscú, conocí que tres diplomáticos europeos serán expulsados de Rusia. He condenado enérgicamente esta decisión y he rechazado las acusaciones de que realizaban actividades incompatibles con su condición de diplomáticos extranjeros. La decisión debe reconsiderarse”, afirma una nota difundida por Borrell este viernes por la tarde.
“Estoy realmente molesto y presenté mi rechazo” a la medida tomada por Rusia, añadió el también vicepresidente de la Comisión Europea (CE), quien se enteró en el almuerzo con el ministro ruso de la noticia.
No es el primer encontronazo que tiene Borrell con el Gobierno ruso. En 2006, cuando era presidente del Parlamento Europeo, criticó los problemas con los derechos humanos en Rusia ante el presidente ruso, Vladímir Putin, en una cumbre UE-Rusia celebrada en Lathi (Finlandia). Putin respondió con la corrupción de los ayuntamientos españoles, como relata la crónica de El País.
La canciller alemana, Angela Merkel, ha considerado que se trata de una medida “injustificada”, ejemplo del “alejamiento del Estado de Derecho” por parte de Rusia, y ha convocado al embajador ruso en señal de protesta. El Gobierno de Polonia, por su parte, ha convocado al embajador para informarle de que el diplomático polaco expulsado solo estaba realizando “tareas oficiales”, al tiempo que no descarta otras medidas. Y, según informa Europa Press, el Ministerio de Exteriores de Suecia también ha catalogado de “absolutamente injustificada” la expulsión, entre otras razones porque niega “categóricamente” la supuesta participación de alguno de sus diplomáticos en una protesta a favor de Navalni.
Este sábado, una vez finalizada la visita oficial, Borrell ha sentenciado: “Los canales diplomáticos deben permanecer abiertos, no solo para desescalar crisis o incidentes, sino para mantener intercambios directos, entregar mensajes firmes y francos, más aún cuando las relaciones distan de ser satisfactorias. Informaré a mis colegas de la UE sobre el resultado de mi visita el 22 de febrero, donde tendremos un debate específico sobre las relaciones UE-Rusia, antes del debate estratégico del Consejo Europeo de marzo”.