Las cuatro paredes en las que se ha desarrollado la vida confinada alrededor del mundo en los últimos meses han sido sustituidas por las terrazas y los espacios abiertos. Al menos, por ahora. La pandemia de coronavirus ha forzado un cambio en las rutinas y en las actividades relacionadas con el ocio, el arte e incluso la religión, que desde sus respectivos habitáculos han salido al aire libre en diferentes lugares alrededor del mundo. Este traslado ha dejado imágenes, que hasta ahora parecían inimaginables pero que se han convertido en parte del día a día en la nueva normalidad.
Cada país lleva su propio ritmo en la crisis y ha establecido sus propias medidas de seguridad en función de sus datos, pero hay una fórmula que parece común: la recomendación de trasladar al exterior cualquier actividad susceptible de poder ser disfrutada a la intemperie. Aunque los expertos aseguran que el riesgo de contagio del virus es menor si las relaciones se desarrollan fuera, el aire libre sigue estando acompañado de gel desinfectante, mascarillas y distancia de seguridad.
Conciertos en coche y cines de verano
Acompañados de familiares o amigos, cualquier sitio donde corra el aire y con poca luz se puede transformar en un cine de verano. La situación provocada por la COVID-19 ha impulsado esta forma de ocio en el hemisferio norte del planeta con la llegada del verano. En Italia, cines, teatros y discotecas están reabriendo sus puertas desde hace unos días después de semanas de restricciones.
Además de los ya conocidos autocines en países como en Alemania e Irán, los coches también están ganando popularidad para asistir a conciertos, con el objetivo de mantener la distancia social y evitar riesgos de contagio. En Ostrava, ciudad de República Checa, la gente ha disfrutado desde el interior de sus coches de un concierto al aire libre.
Los artistas también se suman a las medidas de seguridad, como por ejemplo en Erfurt, Alemania, donde los cantantes se sentaron guardando mucha distancia durante un ensayo de concierto frente a la iglesia Mariendom y St Severus.
Rutinas al aire libre
El coronavirus también ha cambiado el modo de esperar al transporte público o tomar cañas. Muchos bares han adoptado medidas como las pantallas de protección u ofrecer una carta gastronómica reducida. Otros, como este, en el pueblo de Terrington Saint John, en Inglaterra, han instalado burbujas de plástico para seguir con las estrictas medidas de seguridad para evitar la propagación del virus.
Este fin de semana ya vimos cómo los habitantes de Morelos habían celebraban la primera misa católica en coche de México. Los fieles también han trasladado sus cultos a la calle en Los Ángeles, Estados Unidos.
Bodas en el exterior y mascarillas en las playas
Durante los meses de confinamiento la mayoría de las bodas se vieron paralizadas en todo el mundo, aunque en algunos casos, el 'sí quiero' se dio por videollamada. Con la desescalada, poco a poco están volviendo a su propia y peculiar nueva normalidad: novios e invitados con mascarillas, celebración con aforo limitado y distancia de seguridad. Como por ejemplo, la boda de Nikki Alexis y Roni Jones -novios de las fotografías-, celebrada durante un programa piloto de microbodas en la ciudad de Vancouver, en el exterior del Ayuntamiento de Vancouver, en Canadá.
Aunque se pueden encontrar otros elementos inusuales en la playa como vigilantes 'postcovid', drones y acomodadores de toalla las mascarillas y la distancia social van a ser dos imprescindibles más que se van a sumar esta temporada a la sombrilla y la protección solar. Cada país está tomando sus propias medidas de seguridad con el objetivo de minimizar el riesgo de contagio. En Grecia, una voz robótica insta a los bañistas desde el cielo a mantener “la distancia”, mientras que en Italia, ya se han registrado las primeras denuncias denuncias de rechazo a los turistas del norte del país, la zona más afectada.