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Vidas tras los números: las víctimas de la ofensiva israelí en Gaza convertida en “castigo colectivo” contra la población

7.703. Es el número de víctimas mortales que los bombardeos en Gaza han provocado desde el pasado 7 de octubre, cuando se produjo el ataque sorpresa de Hamás que ha desatado el asedio y el bloqueo total de Israel sobre la Franja. Han pasado tres semanas y la ofensiva es incesante. A pesar de que Benjamin Netanyahu se parapete en su derecho a la defensa y la declaración de guerra contra Hamás, las escuelas, los templos, los hospitales, las tiendas o los hogares de los palestinos están reduciéndose a escombros por las bombas y la guerra se ha convertido en realidad en un “castigo colectivo”, como lo ha llamado la ONU, contra la población.

Pero tras las cifras, hay anhelos, aficiones, costumbres, alegrías, tristezas, familias y amigos; vidas que cuentan una historia:

Heba Kamal Abu Nada: poeta y novelista

El mismo día en que se inició el conflicto actual, Heba Kamal Abu Nada difundió diez publicaciones en su Facebook. Durante toda la jornada utilizó las redes sociales para contar lo que estaba pasando. “Amaneció después de una noche loca. Hemos recibido noticias de aquí y de allá sobre los desaparecidos, los muertos, los heridos y los supervivientes”, escribió a la mañana siguiente. Abu Nada, poeta y novelista feminista, publicó varios mensajes al día hasta el pasado 20 de octubre, cuando murió víctima de un bombardeo israelí en su casa de Jan Yunis, ciudad al suroeste de Gaza, según confirmó el Ministerio de Cultura de la Franja.

“Hemos visto esta escena miles de veces, cuántas guerras se han repetido y cuántas noches así”. Sin embargo, “cada pérdida es una primera pérdida” y “cada despedida de una familia es la única”; para eso “el corazón no se puede entrenar y el alma no se puede domar”. “Esto nos paraliza y nos destruye cada vez, como la primera vez”, publicó como queriendo dejar claro que lo que están viviendo los gazatíes no es nuevo.

La joven poeta nació hace 32 años en la ciudad saudí de La Meca, en una familia refugiada  procedente de la aldea de Beit Jirga que abandonó su hogar durante la Nakba de 1948, según ha contado la Embajada de Palestina en España. En Gaza se licenció en Bioquímica por la Universidad Islámica y cursó un máster en nutrición, pero activamente se dedicó a la enseñanza y a la escritura. Su pasión le llevó a ganar en 2017 el premio Sharjah a la Creatividad Árabe por su novela El oxígeno no es para los muertos, en el que habla de justicia y del deseo de un futuro de dignidad y libertad para el pueblo palestino.

“La noche de la ciudad es oscura excepto por el brillo de los misiles, silenciosa excepto por el sonido de los bombardeos, aterradora excepto por la seguridad de las súplicas, negra excepto por la luz de los mártires. Buenas noches”, dejó escrito en su último mensaje en X (antes Twitter) la primera noche de la ofensiva israelí.

Mohammed Sami Qariqa: el artista que jugó con los niños

El último lugar en el que estuvo el palestino Mohammed Sami fue el hospital Al-Ahli, en Gaza, donde centenares de personas murieron en la explosión del 17 de octubre. Entre las víctimas estaba él. Desde el centro médico, que hacía las veces de refugio para muchos, publicó su último post de Instagram. En él, este joven pintor, nacido en 1999, pedía “paz” para Gaza y contaba cómo había tratado de “aliviar el miedo y pánico” de los niños y niñas que se encontraban en el hospital organizando juegos. Su estado cambió a uno “de juego, risas y gritos” que es algo así como “un intento de primeros auxilios” para los menores, convirtiendo las actividades en “un lugar seguro” para ellos, explicó. 

“Nunca olvidaré la mirada y el sonido de sus risas en ese momento”, zanjó el mensaje, que acompañó con un vídeo. Su cercanía a los menores no nació en el hospital: era voluntario en el Centro de Arte Dar Kalima, de Gaza, donde enseñaba arte a los pequeños. Mohammed, que había abandonado su hogar para protegerse del asedio israelí y al que la gente llamaba cariñosamente Sami, soñaba con abrir su propia galería de arte. Era pintor y en su perfil de Instagram publicó algunos de sus trabajos: en tinta sobre papel o en acrílico sobre lienzo, habló a través de la pintura de su pueblo, Palestina, de sí mismo y de quienes le rodeaban. 

Viola y Yara Amash, refugiadas en una iglesia

Eran miembros de la pequeña comunidad cristiana palestina en Gaza. Después de que el ejército israelí diera 24 horas a los habitantes para desplazarse hacia el sur, Viola y Yara Amash pensaron que estarían a salvo en la histórica iglesia ortodoxa de San Porfirio, la más antigua de la ciudad. Allí se refugiaron “cientos” de personas, según The Washington Post.

Pero el jueves 19 de octubre un ataque aéreo israelí alcanzó el complejo donde está ubicado el templo matando a 18 personas e hiriendo a otras 20. De acuerdo con los testigos que cita Al Jazeera, el ataque dañó la fachada de la iglesia, alcanzó dos salas de la misma y provocó el derrumbe del edificio adyacente, donde se encontraban 100 personas. En total, todo el complejo servía de refugio a unas 400.

El Ministerio de Salud palestino afirmó que al menos 16 cristianos habían muerto en el ataque. Entre ellos estaban Viola y Yara, cuya muerte lamentó en redes sociales su familiar Justin Amash, exmiembro del Partido Republicano y excongresista por Míchigan en el Congreso de EEUU. “Con gran tristeza ahora he confirmado que varios de mis familiares (incluida Viola y Yara) fueron asesinados en la Iglesia Ortodoxa de San Porfirio [...] Da descanso, Señor, a sus almas, y que sus recuerdos sean eternos”, publicó en X (antes Twitter). 

Roshdi Sarraj: periodista

“Todavía estamos tratando de resistir y continuar la cobertura para que el mundo pueda ver los crímenes israelíes en Gaza”, decía Roshdi Sarraj en una de sus últimas publicaciones de Instagram. En la fotografía, vestía un chaleco antibalas azul con la palabra “prensa” inscrita en su pecho y se grababa a sí mismo con su móvil, como tantas veces hizo, para contar al mundo las últimas novedades de la guerra en la franja. 

Hasta el 22 de octubre. Roshdi Sarraj estaba en la casa donde había tenido que mudarse junto a su esposa Shourouq y su hija Dania después de que los bombardeos aéreos dañasen su vivienda durante la primera semana de guerra. “Los israelíes estaban bombardeando nuestra zona sin tregua. Roshdi intentó proteger a su esposa y a su hija cuando el ataque aéreo israelí impactó [en la casa]”. Los 10 miembros de la familia que se encontraban allí sobrevivieron, excepto Roshdi, según informó Al Jazeera

El fotoperiodista fundó en 2012 la productora Ain Media, junto con su compañero y amigo Yaser Murtaja quien años después, en 2018, fue asesinado a tiros por las fuerzas israelíes mientras cubría la manifestación en la frontera de Gaza. A través de su trabajo, Roshdi intercalaba las imágenes de la arriesgada y complicada vida bajo el bloqueo israelí con aquellas que mostraba la belleza de quien sabe hacia dónde mirar.  

“Estábamos filmando el mar, los jardines, los mercados. Cuando la gente vio nuestros vídeos, se quedó asombrada. No sabían que Gaza también podía ser un lugar tan hermoso”, dijo Roshdi en 2018 al corresponsal de Le Monde en Jerusalén en una de las ocasiones que trabajó para el periódico francés como ‘fixer’ [productor y traductor], como lo hacía habitualmente con diferentes medios internacionales. 

Roshdi Sarraj podría no haber estado en Gaza durante la guerra. Tenía programado un viaje de trabajo en Qatar: “Pero cuando comenzó la agresión israelí, inmediatamente canceló y regresó a Gaza”, cuenta su padre a Al Jazeera. El fotoperiodista también se negó a abandonar el norte. “No podía quedarse quieto”. Amaba su hogar, dicen muchos de quienes le conocían, y no se planteaba abandonar la franja: “No nos vamos. Solo nos iremos de Gaza para ir al cielo”, escribió el periodista en su perfil de Facebook diez días antes de morir.

Hala Abu Sa’da: la niña que soñaba con ser cantante

“¿Por qué estoy sentada en clase? Mira qué bonito está el sol”, cantaba Hala Abu Sa’da en el que, según Al Jazeera, es el último vídeo que grabó antes de morir. La joven, de 13 años, fue asesinada en un ataque aéreo del ejército israelí junto a su madre y su hermana. El bombardeo destruyó su hogar, en el campamento de refugiados de Jabalia, al norte de Gaza, el más grande de los ocho creados en 1948. Hala Abu Sa’da era una niña, pero se tomaba muy en serio su sueño de ser cantante. Según una ONG que le prestó apoyo en el campamento, la joven era también aficionada al teatro, la fotografía y la pintura.

Hala Abu Sa’da es uno de los 3.038 niños y niñas que han perdido la vida en Gaza desde el pasado 7 de octubre. Son el 41% del total de las víctimas del asedio israelí. Según UNICEF, alrededor de 400 menores mueren o son heridos en la Franja cada día, a lo que se suma el impacto de estar expuestos a traumas angustiosos. Además, Save the Children cifra en más de 800 los niños y niñas que están desaparecidos, probablemente bajo los escombros.

Yousef Maher Dawas: escritor

Olivos, naranjas, clementinas, nísperos, guayabas, limones y granados. Son los frutos que los árboles del huerto de la familia del escritor Yousef Mather Dawas dio durante generaciones y su padre cuidó con mimo durante dos décadas. Hasta que un bombardeo con misiles israelíes en mayo de 2022 los redujo a cenizas. Sucedió antes de la ofensiva actual y Yousef quiso contarlo en un ensayo titulado “¿Quién pagará los 20 años que perdimos?”.

“La gente odia los silencios incómodos”, empieza el texto. “Sin embargo, este no es el caso en Gaza. Disfrutamos del silencio, porque significa un descanso de la muerte y la destrucción”. Aquella noche, Yousef y su familia se refugiaron en casa de los ataques y al día siguiente se sintieron aliviados por no haber perdido la vida, pero las tierras que desde hace casi un siglo cultivaba su familia fueron destruidas.

Casi un año y medio después, un nuevo bombardeo, el pasado 14 de octubre, alcanzó la vivienda, en la ciudad norteña de Beit Lahia. Y esta vez, tanto Yousef, que estaba formándose como psicoanalista, como otros miembros de su familia fueron asesinados, según cuenta We are not numbers (No somos números), la organización de jóvenes palestinos escritores a la que pertenecía. Palestine Deep Live, plataforma de medios contra la ocupación israelí con la que colaboraba, también ha denunciado su muerte.

Varios de sus compañeros han escrito una despedida. Por eso sabemos que era un tipo alegre, que soñaba con viajar, amaba la naturaleza y hacía buenas fotos. Yousef tenía gatos y su autora favorita era la escritora argelina Ahlam Mosteghanemi, nombra Tala Albanna, con quien compartió largos paseos hasta la universidad. “No sólo era amable sino  lleno de iniciativa, siempre el primero en echar una mano, el primero en defender una causa y el primero en sacrificarse por el bienestar de su comunidad”, ha escrito Mahmoud Yazgy.

Heba Zagout: la pintora del color

Murió junto a dos de sus cuatro hijos, Adam y Mahmoud. El hogar familiar de la artista palestina Heba Zagout, de 39 años, fue alcanzado por las bombas israelíes el pasado 13 de octubre. Sus otros dos hijos, Faisal y Baraa, y su marido sobrevivieron al ataque. 

Un vistazo al perfil de Instagram de esta pintora y profesora, nacida en el campo de refugiados de Al Burejj en Gaza, sirve para intuir cómo Heba Zagout miraba el mundo. Utilizó la red social como escaparate de muchas de sus obras, plagadas de llamativos colores y detalles, con las que se acercaba al pueblo palestino y huía de la violencia.

El amor por la pintura lo desarrolló desde bien temprano, según su hermana, Maysaa Ghazi, que ha hablado con Middle East Eye. En 2007, Zagout se graduó en Bellas Artes en la Universidad Al-Aqsa y después se convirtió en profesora de arte de una escuela de primaria de Gaza. 

Creció escuchando las historias de su familia, que fue expulsada de la aldea palestina de Isdud y obligada a refugiarse en Gaza, y ella misma quiso también plasmarlas a través del arte. “Nací llevando la palabra refugiado conmigo. Nunca he visto mi ciudad natal, pero mi tía, Alia, nos reunió y nos habló de la tierra de mi abuelo y los campos de naranjos, la temporada de cosecha y una casa llena de amor y vida”, escribió junto a cuadro en el que se autorretrató en una aldea. 

Khalil, Yasser, Ahmed y Hatem: trabajadores de la Media Luna Roja

En dos ataques aéreos separados por menos de media hora, cuatro trabajadores de la Media Luna Roja Palestina perdieron la vida el pasado 11 de octubre. Para la organización, en ese momento el ejército israelí “cruzó todas las líneas rojas”, denunció en un comunicado. Se llamaban Khalil Al-Sharif, Yasser Al-Masri, Ahmed Dahman y Hatem Awad.

Según describió la Media Luna Roja, las fuerzas israelíes “atacaron directamente una ambulancia” de la organización y provocaron la muerte de Khalil, Yasser y Ahmed. En un incidente separado y a pesar de que el personal sanitario había recibido luz verde para intervenir en el este de la ciudad de Gaza, un nuevo ataque a otra ambulancia mató a Hatem. 

“La Media Luna Roja Palestina exige rendición de cuentas por este crimen de guerra, una investigación y justicia para las víctimas. Atacar al personal sanitario es una grave violación del derecho internacional humanitario”, denunció la organización. Desde el pasado 7 de octubre, la Organización Mundial de la Salud ha denunciado casi 200 ataques israelíes a infraestructuras sanitarias, entre ellas las ambulancias en las que viajaban Khalil, Yasser, Ahmed y Hamet, cuya muerte no han dejado de llorar sus compañeros.