La prohibición del aborto en Alabama es una de las más duras de Estados Unidos: ni siquiera lo permite en caso de violación. Pero la demócrata Marilyn Lands consiguió un escaño en el Congreso de este estado republicano con una campaña a favor de la interrupción voluntaria del embarazo. Dos semanas después, el pasado lunes, Donald Trump hizo enfurecer al ala más conservadora del Partido Republicano al evitar posicionarse sobre si apoyaría una prohibición del aborto a nivel nacional.
La reciente decisión del Tribunal Supremo de Arizona de dar vía libre a la entrada en vigor de una estricta ley de 1864 que prohíbe el aborto en casi todos los casos ha echado más gasolina al fuego. Trump la ha criticado abiertamente, asegurando que el estado ha ido “demasiado lejos”. También ha dicho –ahora sí– que si es reelegido presidente no firmará una prohibición a nivel nacional del aborto. Las declaraciones salen de la misma boca que nombró (y mantiene su orgullo por hacerlo) a los jueces del Tribunal Supremo para garantizar la mayoría conservadora, que luego anularon la histórica sentencia de Roe vs Wade, que amparaba el derecho al aborto a nivel federal.
Tanto la victoria de Lands como el giro de Trump son un ejemplo de cómo el aborto ya está sacudiendo la precampaña y será una cuestión clave para inclinar la balanza de cara a las elecciones presidenciales de noviembre. Dos años después de la derogación de Roe vs Wade, 14 estados han ilegalizado la interrupción voluntaria del embarazo y otros 11 ya han dejado claro que lo quieren prohibir por completo, según el Center for Reproductive Rigths. En los próximos días, con el giro de Arizona, el recuento será de 15 estados donde se ha ilegalizado y 10 que quieren prohibirlo.
El derecho al aborto gana en Alabama
En Alabama, Lands consiguió arrebatar el escaño que hasta el momento había estado en manos de los republicanos explicando su historia de cuando abortó de emergencia hace 20 años. La demócrata obtuvo el 62% de los votos, frente a su rival Teddy Powell que solo obtuvo el 37,5%.
En la página web de su candidatura, Lands asegura que sus “valores cristianos influyen profundamente en su vida y su trabajo”. Esto no le ha supuesto una contradicción a la hora de asegurar que las restricciones del aborto en Alabama “están poniendo en riesgo vidas” y prometer que si ganaba “trabajaría incansablemente” para cambiar la legislación del estado.
En un vídeo de campaña donde explicaba su historia, Lands aparecía con otra mujer de Alabama, Alyssa Gonzales. Ella relataba ante la cámara cómo también le tuvieron que practicar un aborto de emergencia debido a que los doctores habían detectado en el feto una afección que es mortal para la criatura una vez nace. El aborto de Gonzales fue en 2022, después de revocación de Roe vs. Wade. Pudo interrumpir el embarazo gracias a una organización que se encarga de ayudar a las mujeres a ir a otros estados donde sí se pueden practicar de forma segura. Lands denunciaba que no podía ser que ahora las mujeres “tengan menos derechos que hace 20 años”.
A pesar de que históricamente Alabama siempre se ha teñido de rojo, el distrito que ganó Lands (el décimo del estado) ya estuvo muy disputado en las elecciones de 2020. Trump ganó en el distrito por un punto de diferencia con Joe Biden. En el total de Alabama, el magnate se impuso con un 62% de los votos.
En otros estados donde el aborto también está ilegalizado o está en peligro, como Florida, la cuestión de los derechos reproductivos se está convirtiendo en un tema central en la arena política. En este estado de la Costa Este se aprobó una restricción de la interrupción del embarazo para las seis semanas de gestación, sobre la cual la ciudadanía podrá votar este otoño. El caso de Florida, al igual que la prohibición de Arizona, está dando alas a un tema que fue un caballo ganador para los demócratas durante las elecciones de mitad de mandato del 2022 y que podría granjearle más votos a Biden en las presidenciales de noviembre.
Los volantazos de Trump
Una cosa es abanderar la ofensiva, y otra es lidiar con el día después. Esto es lo que le está pasando ahora al expresidente Trump: por una parte, sigue sacando pecho de que se haya derogado la sentencia Roe vs Wade bajo su mandato, pero, por otra, cada vez se le hace más complicado mantener una posición clara al respecto. Mientras que el lunes evitó posicionarse sobre si aprobaría una prohibición nacional del aborto, diciendo que dejaba la decisión en manos de cada estado, este miércoles acabó asegurando que no la apoyaría.
Que el magnate haya criticado la decisión de Arizona tampoco es casual: este estado será uno de los que estará en disputa el próximo mes de noviembre y la cuestión del aborto será uno de los temas principales a la hora de ir a las urnas. Las encuestas muestran cómo las prohibiciones totales sobre el aborto sin excepciones para los casos de violación son muy impopulares entre los estadounidenses. Una encuesta elaborada en febrero por la Universidad de Marquette mostraba que tan solo un 6% de los votantes registrados estaban a favor de una restricción total del aborto. Asimismo, un 64% decía estar en contra de la decisión del Supremo de anular la sentencia Roe Vs. Wade. Todo apunta a un contexto claramente favorable para Biden en esta área.
El volantazo de Trump es un intento de buscar una postura a medio camino entre los sectores más radicales y aquellos que no ven tan claro que restringir completamente el aborto sea algo bueno. No solo es una maniobra de cara a los votantes, sino también a nivel interno. La cuestión de los derechos reproductivos ha levantado ampollas dentro del Partido Republicano, sobre todo después de que el pasado mes de febrero el Tribunal Supremo de Alabama emitiera una sentencia que considera “niños” a los embriones congelados. Como consecuencia, muchos hospitales del estado interrumpieron sus servicios de fecundación in vitro (IVF).
A pesar de que Trump y otros políticos del partido salieron a defender la fecundación in vitro, los republicanos aún no acaban de decidir cómo afrontan este tema e intentan evitarlo en la medida de lo posible. Mientras tanto, los mismos grupos antiabortistas que trabajaron para la derogación de Roe vs Wade ahora presionan al Partido Republicano para que cambie de parecer. De hecho, la ambigüedad inicial de Trump sobre la prohibición del aborto a nivel nacional le costó críticas desde estos sectores. Dentro del partido, el exvicepresidente Mike Pence y el senador Lindsey Graham también han mostrado su desacuerdo con la postura de Trump.
Si la fecundación in vitro ya se había convertido en un elefante en la habitación de los republicanos, ahora el posicionamiento sobre la prohibición del aborto supone un nuevo quebradero de cabeza. Al menos de cara a las elecciones de noviembre, donde casos como la victoria de Marilyn Lands en Alabama son un aviso a navegantes en aquellos territorios más disputados.