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Los votantes de derechas de Portugal rechazan mayoritariamente un gobierno con la extrema derecha

Ruben Martins

Lisboa —
20 de julio de 2023 23:05 h

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Los últimos meses han sido un auténtico caos político en el Gobierno portugués. A pesar de que la mayoría absoluta obtenida por los socialistas en las elecciones anticipadas de enero de 2022 hacía pensar en un escenario de legislatura estable, 13 miembros del Gobierno ya se han marchado en poco más de un año en el cargo.

El caso más relevante surge a partir de la Comisión Parlamentaria de Investigación sobre la gestión política de la aerolínea pública TAP. Después de un desencuentro entre el ministro de Infraestructuras, João Galamba, y el exasesor Frederico Pinheiro, se produjeron enfrentamientos en pleno ministerio y una intervención de los servicios secretos para recuperar un ordenador con información sensible sobre la compañía aérea. Tras ser despedido por teléfono por el ministro de Infraestructuras, el exasesor acudió al ministerio para recuperar su ordenador de trabajo. Esa misma noche el Gobierno llamó a los servicios secretos, lo que llevó a la oposición a denunciar el uso abusivo de los recursos del Estado.

El ministro de Infraestructuras, João Galamba, acabó dimitiendo a principios de mayo, pero el primer ministro no vio motivos para aceptar su dimisión. Este gesto creó un conflicto institucional con el Presidente de la República que, sin poder para destituir ministros, defendió públicamente la salida de Galamba en una comunicación al país. Una encuesta publicada por el periódico Expresso mostró que la mayoría de los portugueses estaba de acuerdo con el mandatario: Galamba debía irse, según el 64% de los encuestados.

Falta de alternativas

El presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, conserva la facultad de disolver el Parlamento convocando elecciones anticipadas -lo que en Portugal se conoce como la “bomba atómica”-, pero la falta de alternativas en la derecha que permitan al Partido Social Demócrata (PSD) gobernar sin la extrema derecha, y el hecho de que los sondeos muestren que la mayoría de los portugueses prefiere que la legislatura llegue hasta el final, han hecho que Rebelo de Sousa “solo” prometa ser más “interventor” y “atento” con el Gobierno, para evitar crear un escenario que propicie la llegada de la extrema derecha al poder.

La posibilidad de que António Costa ocupe un cargo europeo tras las elecciones europeas del próximo año también podría ser motivo de adelanto electoral en Portugal, ya que el presidente rechaza un cambio de liderazgo en el Gobierno sin el respaldo de unas elecciones. Por el momento, se menciona el puesto de presidente del Consejo Europeo como posible cargo que podría ocupar Costa, que ha evitado pronunciarse sobre el tema más allá de un: “¿Pondría alguna vez en cuestión la estabilidad que tanto me costó ganar?”.

Pero hay otros casos polémicos, como el del exsecretario de Estado de Defensa, Marco Capitão Ferreira, que firmó un contrato de consultoría con el Estado, recibiendo 61.000 euros, y supuestamente no hizo ningún trabajo. Dimitió el 7 de julio, tras los allanamientos de su domicilio que le convirtieron en imputado. Otro de los casos que más ha desgastado al Gobierno ha sido el de la exsecretaria de Estado de Agricultura Carla Alves, a la que se le embargaron sus cuentas bancarias tras detectarse irregularidades en la cuenta que compartía con su marido, un exalcalde. Alves solo estuvo unas 26 horas en el Ejecutivo.

El 72% lo ve negativo

Sin embargo, los sondeos del mes pasado muestran que, a pesar del desgaste de los socialistas, el partido de centroderecha PSD difícilmente puede constituir una alternativa sin la ayuda del partido de extrema derecha Chega. Pero un estudio electoral realizado por investigadores de la Universidad Católica, citado por el diario Observador, informa que, entre los votantes tradicionales de derechas, el 72% piensa que un pacto con el partido de extrema derecha sería negativo. Se trata de una desaprobación prácticamente generalizada en el electorado tradicional de derechas que podría condicionar cualquier pacto postelectoral que permitiera a la derecha llegar al poder con el apoyo de un partido radical.

El alto nivel de desgaste ha hecho perder a los socialistas más de un 10% en aproximadamente un año y medio, y el sondeo de julio de la Universidad Católica mostraba un 31% de intención de voto del Partido Socialista (PS) frente al 34% del PSD, en un empate técnico dentro de los márgenes de error de este tipo de encuestas. El sondeo de otro centro de estudios (Intercampus) revela que los socialistas ganarían las elecciones, pero solo con un 25% en un escenario de fuerte crecimiento de la derecha, los liberales y la extrema derecha que convertiría esta victoria en amarga para los socialistas.

Sofia Serra-Silva, investigadora del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa (ICS), explica a elDiario.es que “el comportamiento electoral de los portugueses depende sobre todo de su valoración del estado de la economía”. Por esta razón, los socialistas tienden a no desgastarse más. A pesar de las confusiones en el Gobierno, la economía sigue creciendo ―un 2,4% este año, según las previsiones― y los indicadores son positivos. Aun así, “los ciudadanos sienten a diario los efectos de la inflación, la profunda crisis inmobiliaria en las áreas metropolitanas o los bajos salarios”.

El electorado tradicional de los socialistas en Portugal se caracteriza, según la investigadora, “por un nivel medio de formación inferior al del electorado que apoya a los demás partidos, tanto de izquierda como de derecha”, manteniendo el PS “una gran capacidad de atracción de votantes de centro”. También es importante destacar que, “a diferencia de lo que les ocurrió a muchos partidos socialdemócratas”, el PS “no perdió votantes por adoptar medidas progresistas desde el punto de vista de las libertades individuales, como ocurrió con los temas de la despenalización del aborto (aprobada en 2007) y el matrimonio entre personas del mismo sexo (aprobado en 2010)”, dice.

En cuanto al líder del PSD, Luís Montenegro, que el 28 de mayo cumplió un año en el cargo, ha tenido dificultades para ganar votos entre los votantes socialistas descontentos. La causa, según las encuestas, está en la baja popularidad del líder.  El propio Montenegro ha mantenido durante meses una postura ambigua respecto a los acuerdos postelectorales con Chega, sin rechazarlos rotundamente.

Crece la extrema derecha

Por eso, en la derecha, el crecimiento se da sobre todo entre los liberales de Iniciativa Liberal y la extrema derecha de Chega, que crece al margen de la rebelión que se ha concretado en varias bajas internas, sobre todo entre los electos locales que denuncian una situación de abandono por parte del líder André Ventura.

La extrema derecha “atrae a los más descontentos con el Gobierno y la democracia”, en particular a los jóvenes. La investigadora del ICS señala a elDiario.es que “se trata de un electorado que parece reactivado desde la abstención” y “diferente del tradicional que votaba al centroderecha”, ya que tiene “más preferencia por un líder fuerte”. Respecto al estado social, los jóvenes que optan por partidos como Chega lo hacen porque “prefieren una reducción de los servicios públicos” a los que no reconocen un valor añadido, sino que identifican como un coste en los impuestos que pagan sobre sus ingresos.

A la izquierda de los socialistas, la reorganización del espacio político se ha producido con la elección de una nueva líder para el Bloco de Esquerda (equivalente a Sumar). En poco más de un mes en el cargo, la elección de Mariana Mortágua como líder del Bloco aún no ha tenido mucho efecto en las intenciones de voto del partido. En peor situación se encuentra el Partido Comunista que desde el inicio de la guerra en Ucrania ha mantenido actitudes ambiguas hacia Rusia, se ha mantenido en un nivel históricamente bajo y lucha por transmitir su mensaje político.