ANÁLISIS

Voto prestado y crisis de representación: el combo que ha llevado a Milei a la victoria en Argentina

20 de noviembre de 2023 16:56 h

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El resultado de las elecciones en Argentina ha terminado siendo un cálculo de aritmética básica: la victoria del economista Javier Milei dependía en gran medida de la capacidad de sumar los votos de Patricia Bullrich, de Juntos por el Cambio, en la primera vuelta. El acuerdo con el expresidente Mauricio Macri y la candidata derechista galvanizó y selló el triunfo. Si a ocho millones (de votos a Milei en primera vuelta) se le suman seis millones (de votos a Bullrich en primera vuelta) se obtienen 14 millones (de votos a Milei en segunda vuelta).

Córdoba respondió a lo esperado, Buenos Aires sorprendió a la fuerza gubernamental y así la elección de La Libertad Avanza (LLA) mejoró el resultado del propio Macri en 2015 en la mayoría de las provincias del país.

Una campaña marcada por la polarización afectiva

Lejos de la desafección política y el fin de semana largo, de los 26 millones de argentinos y argentinas que concurrieron a las urnas este domingo, solo el 1,55% (417.515) se expresó mediante el voto en blanco. Este número escapa a lo auspiciado por las principales encuestas y a una porción de los dirigentes (principalmente de Juntos por el Cambio) que tras la primera vuelta de octubre, al quedar sin representación en la última instancia electoral, se posicionaron con críticas a uno y otro, sin llamar abiertamente a votar por ninguno de los dos. 

La oferta no enamoró, pero el electorado finalmente ha sido movilizado y guiado (con incertidumbre hasta el último segundo) por el miedo o el rechazo a alguno de los candidatos más allá de las discusiones ideológicas o programáticas. Cualquier grupo focal realizado en los últimos dos años destilaba, según el segmento a escuchar, desencanto y enojo con la situación económica actual o miedo a lo desconocido. Los candidatos terminaron canalizando el voto a partir de las emociones.

¿Dónde se jugó el triunfo?

Tres factores fundamentales explican el triunfo de Milei analizando los datos de forma territorial: el éxito de la alianza Macri-Milei en términos de complementariedad electoral, la paridad en la Provincia de Buenos Aires y la pérdida de la hegemonía peronista en el Norte y en la Patagonia.

De los más seis millones de votos nuevos que Milei y la futura vicepresidenta, Victoria Villarruel, cosecharon entre el 22 de octubre y la segunda vuelta, tres millones se han concentrado en Córdoba, Mendoza, Santa Fe, Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), y el interior de la Provincia de Buenos Aires. Si bien en Córdoba se esperaba un resultado adverso para Sergio Massa, ni los más pesimistas auguraban solo un 26% de los votos a favor de él. Lo mismo con Mendoza: en la provincia del vino Milei ha sacado 13 puntos y 162.000 votos más que Mauricio Macri en la segunda vuelta de 2015.

En la Provincia de Buenos Aires, entre la primera y la segunda vuelta, Unión por la Patria (Massa) ha sumado solamente 600.000 votos. Queda muy lejos de las expectativas que el propio equipo de campaña tenía para poder contrarrestar los resultados adversos que se esperaban en las provincias del centro. Apuntaban a un 60% en la provincia, han logrado un 50%. Milei ha sumado 2.210.482, el 91% de los votos de Patricia Bullrich en las generales.

Solo 28 de los 135 municipios bonaerenses han dado como ganador a Sergio Massa. La primera y tercera sección electoral contribuyeron a que el resultado no fuera aún más profundo y le dieron la victoria provincial al ministro.

¿Incidencia del voto joven? Entre 2015 y 2023 pasaron ocho años. Los electores que en 2015 comenzaron a ejercer sus derechos políticos, hoy tienen entre 22 y 24 años. Toda su adultez la vivieron entre los gobiernos de Cambiemos (Macri) y Unión por la Patria, a quienes atribuyen la responsabilidad de su agobiante situación económica presente. Solo en la Provincia de Buenos Aires se sumaron al padrón electoral 1.231.579 electores. Si comparamos con las elecciones de 2015, Sergio Massa ha sumado solamente 8.000 de esos nuevos votos, mientras que Milei se hizo de 81.000, respecto de los votos de Macri en 2015. El mayor porcentaje no fue a votar. 

La metamorfosis del electorado argentino sumado a la crisis de representación explican el declive de la hegemonía peronista en distritos históricamente propios. Las elecciones de 2023 (PASO, primera y segunda vuelta de las elecciones) parecen mostrarnos el corolario de este proceso: en el norte argentino, Sergio Massa apenas ha cosechado 260.000 votos más que en octubre, y solamente ha ganado en Formosa y en Santiago del Estero. En la Patagonia ha perdido en todos los distritos: en Vaca Muerta (Neuquén), y en el símbolo nacional por excelencia de la sustitución de importaciones y la promoción industrial, Tierra del Fuego. 

El desafío de la política tradicional

El triunfo de Milei pone en jaque las dos formas históricas de construcción política “desde arriba”, que se han dado en las últimas décadas en la Argentina: no solamente la típica arquitectura peronista de coalición sectorial y corporativa (sindicatos-organizaciones sociales-juventud-etc.), sino también la no peronista de partidos que se unen sobre la base de coincidencias programáticas (la Alianza FREPASO-UCR, Cambiemos, Juntos por el Cambio).

La crisis económica y social ha sido el caldo de cultivo para que una porción importante del electorado, que no se identificaba ni con el peronismo, ni con Juntos por el Cambio, encontrara representación en un candidato outsider. Milei será el primer presidente desde la vuelta de la democracia que ha podido construir un espacio político de proyección nacional sin apoyarse en la estructura territorial de los partidos tradicionales. El candidato libertario logró establecer canales de representación antes incluso de las primarias de agosto. El acuerdo Macri-Milei garantizó la victoria electoral, pero el éxito en representar ese colectivo de “huérfanos” vino de antes.

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Los autores son politólogos (Universidad de Buenos Aires) y consultores de Ad Hoc.