Durante 13 meses la directora de cine Alison Klayman retrató gran parte de los pasos de Steve Bannon, antiguo estratega del presidente estadounidense y uno de los personajes políticos más polémicos de los últimos años. El resultado de esas 200 horas de grabación se ha plasmado en El gran manipulador (The Brink), un documental con el que trata de desgranar el discurso de este líder del populismo de extrema derecha y en el que aporta un perfil más personal.
En el largometraje, que se comenzó a grabar en octubre del 2017, intercala imágenes de Bannon viajando, repartiendo broncas a sus asesores y de sus encuentros oficiales con perfiles variados, entre ellos, ex altos cargos de Goldman Sachs, periodistas internacionales o líderes de partidos euroescépticos con los que trata de tejer una alianza populista continental.
“Tengo la misión de convertir al mayor número posible de gente al populismo”, asegura el protagonista al inicio del documental. La directora confiesa que una sus grandes preocupaciones mientras grababa era evitar que su largometraje se convirtiese en una herramienta más de Bannon para difundir sus ideas sin filtro. “Era algo que me desvelaba todas las noches. Era la pregunta más compleja, ¿cómo hacer de este documental mi documental? Aunque el largometraje está protagonizado por él, no quería que fuese su propaganda. Creo que ha sido posible porque él no ha tenido control creativo sobre el documental”, reseña Klayman a eldiario.es, desde el festival de Cannes.
“No quería que este documental fuese su propaganda”
Klayman ha retratado en este largometraje la evolución del perfil político de Bannon, desde su alejamiento de Donald Trump hasta su papel como impulsor de un movimiento europeo que agrupe las fuerzas de extrema derecha continentales para afrontar conjuntamente las elecciones del próximo domingo. “Las ideas en el mercado político viajan como las ideas en el mercado económico. Si algo pasa en Londres, al día siguiente sucede en Washington, Singapur o Tokio”, reseña el protagonista del documental sobre su proyecto centrado en la unión de un movimiento populista.
En El gran manipulador el espectador se encuentra con la grabación de encuentros privados de políticos relevantes con Bannon. La directora reconoce que al público le “asombra” la accesibilidad que tiene la cámara para retratar estas reuniones. Sin embargo, Klayman explica que hubo momentos en los que ella y su productora tuvieron que “luchar” para conseguir “acceso”. “Para mí era importante que la audiencia entendiese primero, que sí que había límites y segundo, que yo sabía que esos límites existían”, remarca. Cita como ejemplo, una reunión que mantiene el lobbista estadounidense con miembros del partido de Marine Le Pen: cuando empiezan a hablar sobre cuestiones económicas, los asesores de la política nacionalista francesa piden a la directora que se marche de la sala.
Durante gran parte de las horas de grabación, Bannon está centrado en impulsar la alianza europea, que finalmente ha quedado debilitada. Estaba previsto que este grupo, al que denominaron The Movement (El Movimiento), fuese a funcionar como una consultora centrada en asesoramiento aportando sondeos y analítica de datos para potenciar la presencia de partidos populistas en los comicios europeos del 26 de mayo. Finalmente, no ha prosperado porque, tal y como reveló The Guardian, este apoyo extranjero no está amparado por la normativa electoral de 9 de los 13 países en los que pretendía hacer campaña.
A pesar de que esta alianza no haya cristalizado por completo, Klayman alerta sobre las consecuencias de la orientación que está dando Bannon a estas formaciones. “No quiero que la gente sienta que no es peligroso porque creo que pueden estar equivocados. Hay que tener en cuenta la manera en la que trabaja, la financiación con la que cuenta y la forma con la que anima a estos partidos a apoyarse en la xenofobia y el odio. Cómo les impulsa a utilizar formas fáciles de jugar con las preocupaciones de las personas cuando llegan las encuestas”, apunta la directora del documental. “Espero que la película aliente a las personas a reconocer que esta es una amenaza real en todo el mundo y que hay mejores soluciones para ayudar a la clase trabajadora que la liberalización de las empresas y frenar toda la inmigración”, añade.
El lobbista estadounidense reconoce en este documental que la expansión internacional del populismo se sustenta en el “odio” y la “ira”. Además, incide en que la mecha tiene que comenzar prendiendo en una “minoría sólida e inamovible”, a la que enseñe que la cuestión central consiste en “deconstruir el Estado”. Este documental retrata una relación directa y fluida entre medios de comunicación y Bannon.
Klayman recoge encuentros formales, informales, entrevistas, llamadas de teléfono con informadores internacionales. En la reunión que el protagonista mantuvo con los líderes europeos populistas, destacó la importancia que tienen estos profesionales en la expansión de sus ideas. “No hay malos medios, cuanto más se obsesionan (en el movimiento de Bannon), más contribuyen”, reseñaron desde su equipo.
La entrevistada admite que, durante el año en el que acompañó a Bannon, la mayor parte de sus interlocutores se dividían en dos perfiles diferentes: periodistas de grandes medios o gente con grandes fortunas. “Cuando le grabo con el teléfono en la mano, no está en Twitter, Instagram o Facebook. Está escribiendo correos y mandando mensajes y gran parte de los interlocutores son informadores. Puede llegar a intercambiarse mensajes con tres periodistas del mismo medio en el mismo día”, reseña Klayman.
Relación “preocupante” con la prensa
Klayman llega a considerar que la interlocución que mantiene Bannon con la prensa es “preocupante”. “Había profesionales que gestionaban esa relación con responsabilidad y otros que se beneficiaban de ser esencialmente su taquígrafo y publicista. Se limitan a tuitear lo que dice y terminan escribiendo un libro y promocionando a un medio más grande como el New York Times, Bloomberg o CNN”, reseña.
A pesar de que El gran manipulador recoge entre bambalinas una relación cordial y fluida con periodistas, públicamente la postura de Bannon es crítica, llegando a calificar al New York Times como “el partido de la oposición”. Este discurso populista también se ha instalado en nuestro país: la forma de Bannon de referirse a los medios de comunicación ha sido copiada por miembros de Vox.
Durante los meses de grabación, Klayman “nunca tuvo la oportunidad de grabar” ningún encuentro con representantes de la formación de extrema derecha española, pero Vox sí que estuvo presente en sus conversaciones. “Bannon siempre estuvo interesado en Vox y habló sobre ellos”, reseña. Según relata, este partido aparecía “constantemente cuando hablaban sobre la expansión de [formaciones populistas] Europa”. Klayman, que quita relevancia a los vínculos de los compañeros de Santiago Abascal con Bannon, subraya que su relación con Vox se enmarca en su interés por las fuerzas que en “cualquier país” tengan esa connotación nacionalista y populista.
El gran manipulador se puede ver estas semanas en salas de cine y a partir del 1 de julio estará disponible en Filmin.