La velocista olímpica bielorrusa Krystsina Tsimanouskaya ha embarcado este miércoles en un vuelo de Austrian Airlines desde Tokio a Viena tras haber recibido protección internacional y haber denunciado que el Gobierno de Aleksandr Lukashenko pretendía enviarla a la fuerza a Bielorrusia un día antes de competir en las Olimpiadas.
“Como todas las aerolíneas del Grupo Lufthansa, Austrian Airlines evita actualmente el espacio aéreo de Bielorrusia”, ha confirmado la compañía a este diario, aclarando que el cambio de recorrido no se trata de un caso puntual por la presencia de la atleta en la aeronave, sino por la política aplicada desde que las autoridades de Bielorrusia obligaron a aterrizar un vuelo de Ryanair para detener a un activista opositor el pasado mes de mayo.
En un primer lugar, la atleta iba a volar a Varsovia, pero según ha informado la radio pública austríaca ORF, el cambio del primer destino se produjo en el último momento por razones de seguridad. El vuelo de la atleta olímpica Tsimanouskaya ha realizado una curva mucho más amplia para evitar el espacio bielorruso, pasando en su lugar por los Estados bálticos y Polonia hasta llegar a Viena.
El incidente del vuelo de Ryanair
El 23 de mayo, el vuelo de Ryanair 4978 había salido de Atenas y estaba a punto de entrar en Lituania. Su destino: la capital, Vilna. De pronto, el piloto hizo un giro de casi 180 grados y unos 15 minutos después anunció por megafonía que el avión había sido desviado y aterrizaría en Minsk, Bielorrusia. Un avión de combate apareció en el cielo para escoltar la aeronave hasta su nuevo destino.
Con la excusa de una amenaza de bomba en el avión, las autoridades del país detuvieron a uno de los pasajeros, Roman Protasevich, periodista y activista opositor. Poco después, el vuelo de pasajeros pudo volver a despegar con dirección a su destino original.
Tras lo ocurrido con el vuelo de Ryanair, los líderes de la UE impusieron sanciones a Bielorrusia y pidieron a las aerolíneas europeas evitar el cielo bielorruso, al tiempo que prohibieron a las aerolíneas bielorrusas sobrevolar el espacio aéreo comunitario.
Días después de su detención, Protasevich, que era uno de los grandes críticos del presidente Lukashenko, apareció en una entrevista en la televisión estatal en la que confesó haber organizado protestas contra el Gobierno y en la que elogió al presidente. La familia denunció que el vídeo había sido grabado bajo coacción.
Otros opositores detenidos han aparecido posteriormente confesando supuestos delitos o reconociendo la legitimidad del presidente Lukashenko en lo que parece una táctica recurrente del Gobierno.
Presiones en los juegos de Tokio
La atleta de 24 años relató a través de un vídeo cómo los responsables del equipo acudieron a su habitación el domingo tan solo un día antes de su competición y le obligaron a hacer las maletas en una hora para luego dirigirse al aeropuerto donde sería repatriada a Bielorrusia.
La joven solicitó la ayuda del Comité Olímpico Internacional (COI) ante la situación. “Pido ayuda al Comité Olímpico Internacional. Están intentando sacarme del país sin mi permiso. Pido al COI que se involucre”, dijo. “No tengo miedo de que me echen de la selección nacional, lo que temo es llegar a Bielorrusia y que me puedan encarcelar”, dijo.
Una vez en el aeropuerto, Tsimanouskaya pidió ayuda a la policía y pasó la noche en el hotel del aeropuerto. Al día siguiente no pudo competir y acudió a la embajada de Polonia en Tokio, que previamente le había ofrecido asilo.
Los medios estatales de Bielorrusia afines al régimen aseguraron que el abandono de la atleta se debía a “una mala situación emocional y psicológica”, la misma aclaración que dieron los responsables bielorrusos en la competición. Algo que la oposición desmiente: “Es una venganza por el video que publicó”.
El Comité Olímpico de Bielorrusia está vetado por el COI, que no reconoce al hijo del presidente como el líder del comité olímpico nacional y a quien no se permite asistir a ningún evento del COI.