A Yunior García Aguilera, dramaturgo cubano convertido estos días en el rostro de la oposición, le da tiempo a fumarse un cigarro antes de atender a los medios. Acaba de salir de una reunión con un grupo de diputados en el Congreso. Es de noche, el frío se nota y pasará las siguientes dos horas frente a los leones concediendo entrevistas. Posa para dos fotógrafos, entra en directo en alguna televisión, responde a otros por teléfono... “No he venido aquí de vacaciones”, dice antes de atender a elDiario.es.
García Aguilera es uno de los principales promotores de la marcha de protesta convocada para el pasado 15 de noviembre en la isla. El Gobierno prohibió la convocatoria y entonces el dramaturgo anunció que saldría en solitario el día 14 por todos aquellos que no iban a pisar la calle al día siguiente. Sin embargo, García Aguilera denuncia que agentes del Gobierno rodearon su casa y le impidieron salir. Por la noche, con ayuda de unos amigos, se marchó y al día siguiente cogió un vuelo a España, donde tiene un visado de 90 días. Llegó el miércoles y el jueves lo pasó entre reuniones y medios de comunicación. La jornada comenzó con una rueda de prensa abarrotada de periodistas que ya anticipaba la atención que había generado su caso. “Espero que no se haya notado el cansancio”, bromea al terminar la entrevista. “Hay que aprovechar estas oportunidades”.
En Cuba, los medios oficiales retratan al artista como un agente de EEUU elegido para dar un golpe blando y provocar el caos en la isla. Los servicios de inteligencia del Gobierno de La Habana ya le seguían desde 2019, cuando un espía se infiltró en un acto con cubanos celebrado en Madrid y en el que participó García Aguilera, tal y como ha contado elDiario.es.
¿Su salida de Cuba es una victoria del Gobierno?
Ellos han intentado manejarlo así. Lo que ganó el día 15 fue el terror que hay en Cuba y lo que quedó claro después del 15 es que Cuba es una dictadura y que ya va a ser muy difícil que alguien se esconda bajo una retórica para negarse a decir lo obvio. Quizá lo que consideraban una victoria se vuelva con mucha más fuerza contra ese régimen totalitario que creen que controlan. En la práctica han perdido el control de la sociedad.
Obviamente, el régimen se enteró [de la salida de Cuba], lo permitió e incluso lo celebró porque creían que era la mejor manera de quitarme de en medio. Creo que eso se va a volver en su contra.
El día 15 varios opositores denunciaron que no les dejaron salir de casa, pero ¿por qué no se vio al resto de la población en las calles?
Desde hace mucho tiempo venían plantando el terror. Habían publicado en redes sociales fotos de cubanos con palos, fusiles, palos con clavos en la punta con los que supuestamente iban a golpear a otros cubanos que decidieran manifestarse. Me habían escrito por privado desde muchos lugares diciéndome que tenían miedo, que necesitaban encontrar otra manera... por eso hice el anuncio de salir un día antes en solitario y ofrecimos alternativas a los cubanos para que pudieran manifestarse de otra manera [aplausos, caceroladas...].
Sabíamos que era muy difícil que la gente se arriesgara a sufrir la represión brutal que ya había vivido el pueblo cubano el día 11 de julio, pero también era una manera de demostrarle al mundo que, ni siquiera de la forma más pacífica y más legítima se puede alguien manifestar en contra del régimen en Cuba. Y yo creo que eso también fue lo que se demostró. Se demostró la imposibilidad de un pueblo de decir de modo cívico que piensa distinto.
¿Por qué cree que durante años no ha habido en Cuba un movimiento opositor muy fuerte y visible? ¿Está eso cambiando ahora?
El régimen tuvo hasta hace muy poco tiempo el control total sobre los medios de comunicación y tenían una censura contra el teatro, las artes plásticas, el cine, la televisión… Con el acceso a internet y el surgimiento de las redes sociales, las cosas han cambiado. Los jóvenes están encontrando formas alternativas de comunicarse. Esto no existía antes porque cada vez que surgía un movimiento, el régimen creaba una institución muy leal que se encargara de controlar a esas personas en lugar de representar sus intereses. Por ejemplo, yo fui miembro de la Asociación Hermanos Saíz, que es la organización que reúne a los jóvenes artistas en Cuba, y en los estatutos se establece que la organización es leal al Partido Comunista. Entonces no es una organización no gubernamental, es un aparato de control. Con las redes sociales todo eso ha cambiado y es lo que marca la diferencia.
En ocasiones anteriores, a muchos disidentes que tenían mucha fuerza moral y mucha visibilidad fuera de Cuba quizás dentro de Cuba no los conocía nadie. Ahora mismo, el Gobierno ya no puede ocultar el nombre de una persona y se ve obligado incluso a sacar tu rostro en televisión nacional, tratando de desmoralizarte, de deslegitimarte o de desacreditarte. Yo mismo lo he vivido. A pesar de todo el asedio que he vivido en los últimos tiempos en la televisión nacional, he recibido mucho calor humano de la gente. Algo ha cambiado. La gente ya no se traga tanto el discurso oficial.
En esos ataques en televisión le acusan de ser un mercenario al servicio de EEUU.
Son acusaciones ridículas. Usaron una foto mía entrando en la embajada, pero nunca hablaron de lo que hablé con el embajador. El embajador en algún momento podrá decir que el motivo de nuestra conversación era justamente el embargo, porque los que fuimos allí teníamos una posición antiembargo y estábamos explicándole que a veces el embargo es el arma preferida del régimen.
La sensación que tenemos es que el régimen está aferrado a ese embargo y no quiere que se lo quiten porque es su arma política preferida para justificarse ante el mundo, condenar a Estados Unidos, utilizar la retórica del David contra Goliat... Además, ¿de qué hablaría Bruno Rodríguez, el canciller, si le quitan el embargo? Es totalmente monotemático. De eso hablamos con el embajador, sin embargo, no se atreven a hablar del motivo del encuentro ni de su contenido y simplemente usan una foto para construir su narrativa.
Volviendo a la historia del espía, ¿en algún momento sospechó del médico Carlos Leonardo Vázquez González en aquel taller de Madrid de 2019?
Desde el primer minuto. Era alguien que prácticamente no tenía temas de conversación y que se pasaba todo el tiempo anotando en una agenda y haciendo fotos a todo el mundo. Incluso bromeamos de eso en el aeropuerto cuando salimos de La Habana para Madrid. Y no me sorprendió para nada. Es alguien que cumple órdenes. En ese caso es un peón, un informante, pero no un agente. No es un James Bond.
Obviamente lo utilizaron y lo quemaron para tratar de construir un discurso que es insostenible. E incluso han puesto palabras en mi boca que quien me conoce, quien me ha leído y quien ha estado cerca de mi narrativa sabe que no utilizo [contrarrevolución]. Entonces le salió bastante mal. Incluso la imagen que ha dado de los médicos cubanos ante el mundo y dentro de Cuba es muy negativa. Le han hecho mucho daño a una imagen que habían empleado como bandera, que era la salud cubana.
¿Hubo contactos con el Gobierno español antes de su salida?
Fue a nivel de embajada. En las condiciones específicas que estaba atravesando, no era un ciudadano común, era alguien que corría peligro y la embajada lo entendió. Seguramente consultó y decidieron otorgarme el visado. Una vez que llegué aquí, no he tenido contacto con nadie del Gobierno hasta hoy, que he podido conversar con varios portavoces de los partidos. Esta posibilidad que tengo en España es algo que en Cuba me hubiera resultado imposible. En Cuba estaría encerrado en mi casa, sin acceso a internet y sin poder hablar. Aunque para algunos haya constituido una decepción porque me tenían como una estatua en un pedestal, yo no quiero ser una estatua de bronce o de mármol. Yo quiero ser una persona que habla, que dice sus verdades, y ya en Cuba no lo podía hacer. Aunque muchos hayan cuestionado esta decisión, hoy he entendido que estoy en el lugar correcto.
¿Qué sensación se lleva de su reunión con diputados?
Ha sido sorprendente el interés que han demostrado por la situación de Cuba. Para algunos quizá haya sido un cambio en determinadas visiones sobre cómo habían actuado hasta ese momento, porque tienen que aterrizar con la realidad de Cuba y porque están recibiendo un testimonio de primera mano que es inocultable. Ahora la basura ha quedado expuesta y quien no quiera reconocerlo se ensucia.
Yo creo que sea cual sea la ideología de cualquier partido, si se respetan los derechos humanos y se cree realmente en la democracia, hay que entender que Cuba no es la ilusión que algunos han intentado mostrar. Es una realidad compleja. Tal vez no sea el peor lugar del mundo, pero sí es un lugar donde se violan los derechos de las personas y donde los ciudadanos que pensamos distinto somos totalmente discriminados. En el mundo, las personas que se dicen demócratas y que dicen respetar los derechos humanos ya no pueden seguir evitando mencionar determinadas palabras.
¿Por qué cree que Cuba se ha convertido en un arma política en España?
Obviamente, países como Cuba, Venezuela y Nicaragua constituyen motivo de mucha disputa y sobre todo en un país como España por su relación con toda América Latina. El tema es dejar de ver a Cuba como un arma política y entender que en Cuba vivimos personas. Personas distintas. Somos un país plural y esa pluralidad no se respeta. Hay un régimen brutal que reprime los derechos de sus propios ciudadanos. Dejen de ver a Cuba como arma política. Piensen en los seres humanos que viven en Cuba.
¿Cuáles son sus planes en España?
Me siento como el ahogado que ya no tenía oxígeno. Me estaba haciendo daño yo mismo y necesitaba salir a tomar un poco de oxígeno para volver a sumergirme. Así veo mi paso por España. Necesito oxígeno y necesito hablar. [Estar en Cuba] te agota y te conviertes en lo mismo que criticas. Te vas llenando de rabia y de impotencia. Es como que vas creando un monstruo dentro de ti, como un tumor que te va creciendo dentro del pecho. Salir de Cuba es exactamente una quimioterapia. Puede ser doloroso, porque te mata la nostalgia, pero de vez en cuando necesito que ese tumor no crezca dentro de mí porque me consume. Ser cubano es una enfermedad incurable. Yo soy un cubano crónico.
Decía que el Gobierno quería hacerle sentir solo y aislado en Cuba ¿Lo han logrado?
Sí, sí lo sentí. El mismo 14 de noviembre estaba incomunicado. No me pude enterar de que muchos jóvenes intentaron llegar hasta mi casa, de que mucha gente hizo todo lo posible por ir en solidaridad conmigo. Lo que pasa es que no se lo permitieron. Mi casa estaba rodeada por alrededor de 200 personas violentas afines al régimen y además protegidas por el régimen.
El hecho de estar incomunicado te va generando impotencia. Empiezas a dudar de ti mismo, empiezas a llenarte de desesperanza y eso, por supuesto, te hace daño. Esa noche en particular me quebré emocionalmente y realmente me sentí solo. Pero luego, una vez que he salido, he podido enterarme de la verdad.