Zaha Hassan, abogada y experta en Oriente Próximo: “Que España y otros países reconocieran a Palestina reafirmaría el derecho internacional”
Zaha Hassan es abogada especializada en derechos humanos e investigadora académica del think-tank Carnegie Endowment for International Peace de Washington centrada en cómo conseguir la paz entre israelíes y palestinos. En 2011 y 2012 asesoró a la delegación palestina durante la petición de adhesión a la ONU. La experta, palestino-estadounidense, es coautora de un análisis del Carnegie en 2021 para acabar con el statu quo en Oriente Próximo que proponía enfocar la política de Estados Unidos más en los derechos de los palestinos que en una solución de dos Estados y alertaba del peligro de dejar de lado el conflicto entre Israel y Palestina como irresoluble. Ahora cree que la Administración Biden hizo un esfuerzo por llevar ayuda humanitaria a los palestinos, pero no le dio prioridad al corazón del conflicto.
Estos días está muy ocupada. Hablamos a las ocho y media de la mañana y ya se le acumulan las citas. Ella pregunta por la posibilidad de que el Gobierno de Pedro Sánchez reconozca el Estado palestino. Hassan cree que el paso mandaría una señal, aunque también que la solución política de convivencia entre israelíes y palestinos puede no pasar por dos Estados. Esta es nuestra conversación, editada por claridad y extensión.
Usted escribía en 2021 sobre el peligro de no involucrarse en el conflicto. ¿La Administración Biden se había rendido en la región?
No creo que la Administración Biden se rindiera, sino que intentaba reajustar sus prioridades. Estados Unidos tiene una relación muy especial con Israel y le proporciona una gran cantidad de asistencia de seguridad, unos 3.800 millones al año. También tiene relaciones importantes con países del Golfo como Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, y le preocupa Irán. Los dos primeros años estuvieron centrados en reafirmar que este presidente demócrata apoyaba a Israel, casi compitiendo con la Administración Trump. Y una de las formas que encontró para expresar ese apoyo fue ampliando los Acuerdos de Abraham y la integración de Israel en la región.
La Administración fue bastante activa, pero sus prioridades giraban en torno a la integración regional y la normalización de Israel. En cambio, le quitó prioridad a la paz entre israelíes y palestinos. Se sacrificó el tema en cierto sentido porque toda la agenda de Israel detrás de la integración regional era, como dejó claro Netanyahu, demostrar que se podía hacer la paz con la región sin preocuparse por la soberanía y los derechos palestinos. Y así la Administración siguió el camino de Israel, que es tratar de ofrecer incentivos a los regímenes árabes, como dar asistencia militar y cerrar los ojos a las violaciones de derechos humanos en la región. Lo que ha sucedido ahora con esta última escalada, con la violencia a un nivel completamente nuevo, es una expresión de cómo no se puede restar importancia a la cuestión central. Lo es para muchas poblaciones árabes en Oriente Medio.
Los regímenes árabes han hecho causa común con Israel cuando se trata de “tecnologías de seguridad” para reprimir a la sociedad civil de sus propios países. Por lo tanto, no se trata simplemente de que la gente simpatice con los palestinos. Quien pide libertad, justicia y derechos humanos también ve que Israel puede socavar su propia situación debido a intercambios de armamento y tecnologías de represión.
Los regímenes árabes han hecho causa común con Israel cuando se trata de "tecnologías de seguridad" para reprimir a la sociedad civil de sus propios países.
La Administración Biden pareció sorprendida por la escalada de violencia. ¿Podría haber hecho algo para prevenir esta guerra?
La resistencia armada contra Israel no es algo nuevo. La pregunta era cómo se podía gestionar. Ha coincidido un Gobierno estadounidense muy permisivo y un Gobierno israelí de extrema derecha empeñado en terminar el trabajo de colonización y motivado para impulsar el desplazamiento forzado de palestinos de Cisjordania e incluso Gaza. En medio del plan para la integración regional y la normalización saudí en particular, muchos palestinos habían perdido toda esperanza. Y cuando se pierde la esperanza y no se ve salida, ya sea diplomática o política, entonces aumenta el apoyo a la resistencia armada.
Todo esto hizo mucho más probable el tipo de violencia que vemos hoy. Pero no se puede decir que todo esto se deba a la negligencia de la Administración Biden. Tiene mucho que ver con la dinámica regional. También con el hecho de que ahora hay en Israel un Gobierno y una sociedad que no sentían que tuvieran que abordar los derechos de los palestinos porque habían disfrutado de cierta tranquilidad en el país y la aceleración de los asentamientos ocurrió en Cisjordania sin que fuera visible para la sociedad israelí.
¿Ha habido un cambio de la política de EEUU para presionar más a Israel?
Definitivamente, ha habido un cambio. ¿Por qué? Por todo el alboroto dentro del Departamento de Estado, dentro de las diferentes agencias del gobierno de Estados Unidos y el personal del Congreso, incluso con dimisiones y protestas masivas. Votantes demócratas dicen que no van a apoyar al presidente en estados que son clave debido al estrecho margen por el que ganó en esos lugares en las elecciones de 2020. Hay votantes clave en la comunidad árabe-estadounidense y musulmana-estadounidense diciendo que nunca apoyarán la reelección de Biden. Esto está provocando que la Administración intente calibrar la forma en que habla sobre su apoyo a Israel y en cómo pide mitigar el daño a civiles. Pero el problema es que todavía no se han tomado medidas más allá de las palabras. [La entrevista se hizo antes de que Biden anunciara sanciones contra colonos israelíes responsables de la violencia en Cisjordania].
Si esto le cuesta las elecciones a Biden, ¿qué significaría una presidencia de Trump para Oriente Medio?
No hay duda de que sería peor para la cuestión de Israel y Palestina en particular. La Administración Trump tenía una relación estrecha con Israel, más estrecha que la Administración Biden, y también con Arabia Saudí, que puede estar más inclinado a avanzar hacia la normalización bajo la presidencia de Trump que con la victoria de Biden.
Para la región, será un momento muy difícil sea quien sea el presidente. Y creo que muchos de los que han trabajado activamente para la Administración Biden debido a la amenaza que representa la Administración Trump se sienten decepcionados. En las elecciones no se trata solo de recaudar dinero, sino de tener una base entusiasmada que esté dispuesta a tocar puertas y llamar a la gente para asegurarse de que van a votar. Y había una base demócrata llena de energía porque temía la amenaza de Trump o porque creía que Biden sería diferente. Ahora creo que mucha gente está muy desilusionada. En particular, muchos de los votantes más jóvenes, los árabes-estadounidenses y los musulmanes-estadounidenses. Por lo tanto, al presidente le resultará muy difícil idear una estrategia para ser reelegido en este contexto.
No hay duda de que una presidencia de Trump sería una situación peor para la cuestión de Israel y Palestina en particular.
Usted ha escrito que un Estado palestino es poco probable. ¿Debería la comunidad internacional trabajar en otras soluciones?
La realidad es que no tenemos un Gobierno israelí que esté interesado en ver surgir un Estado palestino. Hace unos días Yair Lapid, el líder de la oposición, publicó en Facebook la posición de varias personas de la oposición sobre lo que aceptarían en Gaza y defendió que no hay lugar para que la Autoridad Palestina gobierne la Franja de Gaza y Cisjordania hasta que la Autoridad Palestina se “desradicalice”, hasta que pase por una serie de puntos para que Israel la considere suficientemente preparada para gobernar Gaza. Si este es el enfoque que promueve un israelí de centro-izquierda, que pasa por un control indefinido de Gaza con una zona muy reducida en tamaño debido a la zona de protección a su alrededor, es difícil imaginar que haya apoyo para un Estado palestino. La seguridad de Israel supera a cualquier idea de autodeterminación y soberanía palestinas. Y ahora mismo los israelíes se sienten muy inseguros.
Por otro lado, la Autoridad Palestina se ha visto muy debilitada debido a su incapacidad para lograr una solución diplomática.
Los años en los que la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) negociaba con Israel mientras los asentamientos se cuadriplicaban han socavado a la Autoridad Palestina y a la OLP. Así que no tenemos un lado israelí y no tenemos un lado palestino capaces de llegar a un acuerdo. Entonces, ¿cuál es la responsabilidad de la comunidad internacional cuando no hay una solución política negociada a la vista? La comunidad internacional debe crear las condiciones para que surja una solución política. Y eso significa tener claro qué será aceptable y qué no, reafirmar la importancia del derecho internacional y utilizar las palancas de presión que tenemos a nuestra disposición en Estados Unidos e internacionalmente. Y significa asegurarse de que esa presión produzca un cambio en el comportamiento de Israel hacia los palestinos, de modo que veamos el respeto por la integridad igualitaria de ambos pueblos, para que podamos crear las condiciones para empezar a pensar en cómo sería una solución política. En realidad, en ese documento no defendemos ninguna solución concreta. Reconocemos que eso es algo que deben decidir los israelíes y los palestinos, pero como comunidad internacional, como responsables políticos estadounidenses, tenemos un papel que desempeñar. Y ese papel debe ser apoyar la rendición de cuentas y tratar de prevenir los peores impulsos de cualquiera de las partes.
La solución concreta la deben decidir los israelíes y los palestinos, pero como comunidad internacional tenemos que apoyar la rendición de cuentas y tratar de prevenir los peores impulsos de cualquiera de las partes.
¿Reconocer un Estado palestino sería útil en esta etapa, como está considerando el Gobierno español?
Reconocer un Estado palestino o que los palestinos fueran admitidos como miembros de pleno derecho de la ONU podría detener la hemorragia. Envía una señal a Israel en apoyo de “la línea verde” (las fronteras de Israel y los territorios palestinos entre 1949 y 1967) y de mantener a Israel en esas fronteras por ahora. Desde el proceso de Oslo, Israel se dio cuenta de que mientras hubiera negociaciones en curso, no habría rendición de cuentas porque Estados Unidos y la comunidad internacional no querían interrumpir las negociaciones siendo demasiado duros con Israel en lo que respecta a su colonización de Cisjordania. Israel se dio cuenta de que tenía un incentivo para fingir que había un proceso de paz, y al mismo tiempo impedirlo.
Los esfuerzos diplomáticos para reconocer a Palestina también reafirmarían las fronteras de Israel, pero Israel no quería la línea verde como frontera. Reconocer a Palestina es reafirmar el derecho internacional porque reconoce que Israel no tiene ningún derecho sobre ningún territorio más allá de la frontera del 5 de junio de 1967. Y que las acciones de Israel siguen siendo ilegales e ilegítimas. Así que es muy importante que España y otros países den ese paso de reconocimiento bilateral. Y el hecho de que Palestina sea reconocido como Estado no impide que haya una solución diferente entre israelíes y palestinos. Pueden negociar y tal vez decidan que quieren una confederación, tal vez quieran tener un solo Estado. El reconocimiento no impide que existan ideas diferentes sobre cómo pueden vivir juntos palestinos e israelíes. Lo que sí hace, sin embargo, es dejar claro que la comunidad internacional no aceptará los intentos de Israel de crear hechos consumados sobre el terreno.
Es muy importante que España y otros países den ese paso de reconocimiento bilateral. El hecho de que Palestina sea reconocido como Estado no impide una solución diferente entre israelíes y palestinos, tal vez decidan una confederación o un solo Estado.
¿Quién debería participar en un esfuerzo internacional para conseguir la paz?
Estados Unidos ha tenido el monopolio de las negociaciones entre Israel y Palestina desde los acuerdos de Oslo. Necesitamos un esfuerzo multilateral que incluya a Estados árabes clave, como Egipto y Jordania, que se ven directamente afectados por lo que sucede en Israel-Palestina. Debe incluir Estados del Golfo como Qatar y Arabia Saudí que puedan ayudar a Palestina en su reconstrucción, que ayuden a la reconciliación nacional entre las facciones palestinas. Y debe incluir a Europa, que ha apostado por una solución pacífica al conflicto, pero que se ha centrado más en el apoyo financiero que en el apoyo político.
Estados Unidos es clave, obviamente, debido a su relación con Israel. Pero no debería tener poder de veto en la dirección que tomen las negociaciones para una solución política. Y en el pasado no ha sido un gran apoyo de parámetros legales internacionales a diferencia de los Estados europeos y la UE. Eso es crítico ahora porque existe una relación asimétrica entre palestinos e israelíes. Es una relación de ocupación y se necesita un contrapeso.
¿Esto podría suceder con el Gobierno de Netanyahu y Hamás sentados en la misma mesa?
El objetivo final de Netanyahu es la autoconservación de Netanyahu. La carrera termina una vez que las bombas dejan de caer. Los israelíes pueden evaluar cómo un ataque tan terrible contra civiles israelíes pudo ocurrir mientras se suponía que Netanyahu era el que “señor seguridad”, como se retrató a sí mismo. Creo que sus días están contados. Todo dependerá de hasta qué punto la comunidad internacional esté dispuesta a utilizar su influencia con Israel para alentarlo a tomar en serio una solución de dos Estados o cualquier solución política.
No veo que una negociación vaya a suceder en el corto plazo. Será algo que llevará tiempo, pero requerirá un compromiso internacional concertado.
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