Zelenski diseña un plan para derrotar a Putin, pero asegurarse el apoyo de los aliados no será fácil

Icíar Gutiérrez

19 de octubre de 2024 22:43 h

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Subido a la tribuna de la Rada Suprema, presidida por banderas de Ucrania y de la Unión Europea, Volodímir Zelenski desvelaba la semana pasada ante los diputados el grueso del contenido de su ‘plan para la victoria’ frente a Vladímir Putin. En medio de una gran expectación, el presidente ucraniano ponía fin así a semanas de especulaciones e información a cuentagotas sobre el publicitado documento, que hasta ahora había permanecido envuelto en secreto para el gran público mientras lo exponía a socios clave, con EEUU en cabeza.

Con la propuesta, que consta de cinco puntos y varias cláusulas aún confidenciales, Kiev deja la pelota en el tejado de los socios, a los que busca presionar para que “fortalezcan” su posición, militar y diplomáticamente, con el objetivo de llevar a Rusia a la mesa de negociaciones y poner fin a la guerra, algo que Zelenski ha sostenido que podría suceder a más tardar el próximo año. Pero no está claro hasta qué punto podrá lograr el apoyo de sus socios occidentales, que hasta ahora han recibido la iniciativa con tibieza, mientras muchos se preguntan cómo de realista es.

El líder ucraniano ha expuesto las líneas maestras de su estrategia en un momento difícil para Kiev, con un país exhausto, mientras las tropas de Moscú avanzan gradual pero constantemente en el este y a las puertas de un invierno duro tras los bombardeos rusos a su infraestructura energética. Pero si algo marca este periodo, dos años y medio después del inicio de la invasión rusa, es la incertidumbre por las cruciales elecciones estadounidenses del próximo 5 de noviembre, y las consecuencias que pueden tener en la continuidad del apoyo a Ucrania. Paralelamente, Zelenski ha reconocido que, entre bambalinas, hay una presión creciente para sentarse a negociar con Rusia, a la vez que mantiene su negativa a un “conflicto congelado” y a “comerciar con los territorios de Ucrania”. 

“El momento es clave. Son cada vez más visibles las presiones de los apoyos occidentales de Ucrania para que Kiev negocie, incluso aceptando pérdidas territoriales”, dice a elDiario.es José Antonio Sanahuja, catedrático de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid. “La respuesta de Zelenski es clara: ‘Si quieren que negocie, tiene que ser una paz justa, y no una paz desequilibrada e injusta. Para ello, tienen que darme los medios. Y es en su propio interés estratégico’. Si Occidente no da ese paso, y se deja a Ucrania en esta situación, Zelenski tendrá, al menos, una justificación ante su sociedad y la opinión pública internacional de las duras concesiones que se vería forzado a hacer”.

La prioridad: una invitación a la OTAN

En el centro de la iniciativa –que no es un plan de paz sino que compila en gran medida demandas que Kiev ha venido haciendo durante la guerra– está la petición de una invitación para que Ucrania se una a la OTAN, lo que sería un precursor de la membresía plena en la alianza militar. A Kiev le gustaría que esta invitación llegue antes de que Joe Biden deje la Casa Blanca. Zelenski ha argumentado que si bien la entrada se produciría en un futuro, una invitación mostraría a Putin su “error de cálculo” –Rusia ha esgrimido una eventual pertenencia de Ucrania a la alianza militar como una de sus razones para invadir el país con sus tropas–.

La OTAN sostiene que Ucrania se unirá algún día a sus filas, pero es reacia a su ingreso mientras continúe la guerra y se ha negado a fijar un plazo para ello. La mayoría de los miembros, incluido Estados Unidos, no han mostrado voluntad de extender una invitación a Ucrania en el corto plazo. La Casa Blanca ha afirmado que no hay consenso entre los países de la OTAN sobre la adhesión de Kiev. 

Sanahuja considera que ahora mismo es improbable una decisión unánime de los miembros sobre la incorporación a futuro de Ucrania a la Alianza Atlántica. “Por otro lado, hay que recordar que para Rusia una de las ‘líneas rojas’ de la negociación es un estatuto de neutralidad para Ucrania, que Kiev solo aceptaría si hay una garantía de seguridad vinculante equivalente al artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte”, dice, en referencia al artículo que obliga a los aliados a prestar apoyo si un miembro sufre una agresión en su territorio.

“El plan contiene un elemento que Ucrania considera imprescindible para ir a una mesa de negociación: las garantías de seguridad”, explica el catedrático de la Complutense. “Ucrania no ha dejado de tener presente la amarga experiencia del Memorándum de Budapest de 1994, por el que renunció a las armas nucleares heredadas de la URSS a cambio de una garantía de seguridad e integridad territorial no vinculante que asumieron Rusia, EEUU y Reino Unido, y que fue violada por Rusia ya en 2014”. A su juicio, Ucrania “propone una fórmula distinta: denme un compromiso de integración 'incondicional' a futuro, lanzando así un claro mensaje a Rusia de que es mejor que negocie ahora porque mañana su posición no va a mejorar aunque Trump gane las elecciones”.

Tras presentar su propuesta ante el Parlamento ucraniano, Zelenski puso rumbo a Bruselas para mostrárselo a los líderes europeos, pero la respuesta que recibió fue más fría que en otras ocasiones. El secretario general de la alianza atlántica, Mark Rutte, reiteró junto a Zelenski que Kiev está “más cerca que nunca” de la OTAN, pero un día antes se había mostrado evasivo cuando los periodistas le preguntaron si respalda el plan. “Hay muchos puntos en esa agenda en los que tendremos que profundizar realmente para entender lo que hay detrás. (...) Eso no significa que yo pueda decir aquí que apoyo todo el plan. Eso sería un poco difícil, porque hay muchas cuestiones. Por supuesto, hay que entenderlo mejor”, dijo.

“El plan de victoria del presidente Zelenski está sobre la mesa, pero no podemos dar una respuesta ahora mismo, ni en unas horas o días”, declaró a la prensa, en la misma línea, el ministro alemán de Defensa, Boris Pistorius. Antes de la cumbre de líderes europeos, el primer ministro de Hungría, el ultranacionalista Viktor Orbán, había calificado el plan de Zelenski como “más que aterrador”. El mayor aliado de Putin en la UE dijo que lo presentado por Zelenski “apunta en una dirección contraria” a la paz y exhortó al canciller alemán, Olaf Scholz, y al presidente francés, Emmanuel Macron, a iniciar conversaciones con Moscú en nombre de la UE.

Pasada la reunión del Consejo Europeo, el primer ministro polaco, Donald Tusk, explicó que los líderes del bloque comunitario tienen opiniones diferentes sobre la propuesta de Kiev –algo que dijo que se esperaba, porque sus posiciones hacia la membresía de Ucrania en la OTAN también difieren–. También sostuvo que es difícil determinar cómo de realista es, ya que “mucho depende” de lo que salga de las urnas en EEUU. “En este momento estamos esperando los resultados de las elecciones estadounidenses; nadie lo oculta”, afirmó Tusk, quien agregó que las estrategias delineadas en el plan “serán reevaluadas” después de los comicios presidenciales. 

El presidente estadounidense, Joe Biden, se reunió el viernes con el canciller alemán durante una breve visita a Berlín. En declaraciones a los periodistas, instó a Occidente a mantener su apoyo a Kiev frente a la invasión rusa. “Mientras Ucrania se enfrenta a un duro invierno, debemos mantener nuestra determinación, nuestro esfuerzo y nuestro apoyo”, dijo. Un día antes, cuando se le preguntó sobre la iniciativa de Ucrania, la portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, respondió: “Ese es su plan, dejémosles hablar al respecto”.

Zelenski ha señalado que no es la primera vez que las peticiones de Kiev han provocado debates prolongados y temores de un riesgo de escalada y que, en casos anteriores, los aliados han acabado cediendo, como sucedió con el suministro de aviones de combate y sistemas de misiles. “La reacción al plan de la victoria es exactamente la misma que a los Patriots, los F-16… Pero tenemos que hacerlo. Es la única manera de sobrevivir. La guerra no terminará hasta que Putin sienta que tiene que terminar”, ha dicho en una entrevista con el Financial Times. 

“Lo de la [invitación a] OTAN puede parecer irreal, pero ya se ha hablado antes de cosas irreales, por ejemplo la resistencia de los ucranianos. Cuando entraron los rusos, parecía completamente irreal pensar que podían resistir, y su resistencia es lo que ha obligado a los occidentales a apoyarles”, dice a elDiario.es Carmen Claudín, investigadora sénior del think tank CIDOB de Barcelona. Aun así, Claudín vaticina que la respuesta de los aliados va a ser “de lo más tibia”. “Pese a haber ayudado mucho a Ucrania, no han estado a la altura. El apoyo militar ha llegado casi siempre tarde y por consiguiente no ha dado las condiciones necesarias a Ucrania para ir a una mesa de negociación. Quieren ayudar a Ucrania, la intención es clara, excepto países que ya han dicho que no lo piensan hacer, como Hungría y Eslovaquia, pero tienen miedo de Rusia. Y aún no han encontrado una manera de conseguir que Ucrania gane, pero Rusia no sea derrotada, lo cual no se puede conseguir”.

¿El último recurso?

Sanahuja subraya que, por el momento, los aliados no han mostrado mucho entusiasmo por la iniciativa ucraniana. “Lograr los apoyos no va a ser fácil, desde luego. Pero si Zelenski no los consigue, y Trump gana las elecciones de noviembre, las condiciones en las que queda Ucrania para negociar pueden ser muy desfavorables. Pero Kiev tampoco tiene mucho margen para continuar la guerra. Es, quizás, su último recurso”, explica. En un artículo reciente Mark Galeotti, experto en Rusia, resumía su opinión así: “Puede que esto sea lo que Ucrania necesita, y a Zelenski no le falta descaro al presentar una lista de la compra tan extensa. Sin embargo, es difícil que Ucrania lo consiga. En su lugar, se esperan palabras cálidas, declaraciones sonoras, entregas simbólicas de armas y promesas de consultas detalladas”.

El plan se basa en otro pilar familiar: reclama a los aliados que levanten las restricciones sobre el uso de armamento de largo alcance para golpear objetivos dentro de territorio ruso, un permiso que, hasta ahora, aliados de peso como EEUU se han mostrado reticentes a conceder. Entre otras cosas, Zelenski también solicita más armamento y operaciones defensivas conjuntas con países europeos “para derribar misiles y drones rusos” al alcance de sus escudos aéreos y el despliegue en Ucrania de armamento estratégico no nuclear para disuadir a Rusia, sin anunciar públicamente qué significa exactamente esto, mientras que defiende las incursiones en territorio ruso, como la de Kursk. Por otro lado, pide a EEUU y otros socios invertir en los recursos nacionales críticos de Ucrania y protegerlos, sin entrar en detalles, y ofrece la posibilidad de que, en la posguerra, unidades ucranianas reemplacen algunos despliegues militares estadounidenses en Europa.

Para Sanahuja, el “refuerzo de la capacidad de disuasión militar de Ucrania ante el riesgo de una nueva agresión rusa en el futuro” es el segundo elemento clave del plan. “Ucrania pide apoyo para convertirse en un ‘erizo’ fuertemente armado que disuada a Rusia, hoy a futuro, de nuevos ataques. El miedo de Washington y Berlín a la escalada militar se ha traducido, hasta ahora, en un apoyo militar limitado, a cuentagotas, que no ha impedido que Rusia siga avanzando, aunque de manera lenta y con muchas pérdidas”. “Lo que ahora pide Ucrania es un compromiso más claro, con más armas, defensa aérea conjunta, y la autorización para usar armas occidentales de largo alcance y hacer realidad la ‘defensa en profundidad’ en la que se basa la estrategia militar ucraniana”, agrega. 

Como era de esperar, Rusia ha rechazado de plano la propuesta de Zelenski. “Está empujando a la OTAN a un conflicto directo con nuestro país”, dijo la portavoz de Exteriores, María Zajárova, haciéndose eco de la retórica habitual de las autoridades rusas. Antes, el Kremlin sostuvo que considera “ilusorio” el plan del presidente ucraniano y el portavoz de la presidencia rusa, Dmitri Peskov, afirmó que Kiev debe “recuperar el juicio”. Putin no ha dado ninguna señal de que sus ambiciones hayan cambiado: sigue defendiendo que su país cumplirá “todos los objetivos fijados” en Ucrania, mientras vuelve a agitar la posibilidad de uso de armas nucleares anunciando una revisión de la doctrina en esta materia.

En casa, la reacción al plan del presidente ucraniano y sus posibilidades ha sido mixta. Mientras algunos lo han elogiado, otros han expresado sus dudas. Oleksii Honcharenko, diputado de la oposición, criticó la falta de “pasos concretos”. “Es una especie de lista de deseos de Ucrania para nuestros socios, sobre cómo pueden y deben apoyarnos. Y no parece realista. Esperábamos una conversación realmente seria sobre la situación y la estrategia, y esto no lo es”, dijo.

“Este plan es imposible de aplicar sin la ayuda y el compromiso de nuestros socios. Así que la principal pregunta en Ucrania sigue siendo: ¿seguirán nuestros socios arrastrando los pies a la hora de ayudar a Ucrania a ganar?”, dice a elDiario.es Olena Halushka, cofundadora del Centro Internacional para la Victoria de Ucrania. “Además, los expertos señalan que sería bueno añadir un bloque a las reformas internas ucranianas, especialmente las relacionadas con la defensa y la seguridad”.

Claudín cree que, además de factores externos como la proximidad de las elecciones en EEUU, al que añade el ascenso de la extrema derecha en la UE, en la decisión de Zelenski de presentar este plan ahora han pesado factores internos. “La gente necesita pensar que se han tomado iniciativas para buscar la paz, y la paz solo puede venir a través de la victoria, centrada en la idea de seguridad como base para la existencia de un Estado ucraniano soberano y libre”, dice. “Se trata también de demostrar que el Gobierno no es pasivo. Hay tensión política doméstica. El tiempo pasa y la popularidad de Zelenski baja, en parte. La situación es diferente a la de hace dos años, aunque en el apoyo al esfuerzo de resistencia frente a la agresión no hay fisuras”.

La experta, que ha llegado recientemente de Ucrania, cuenta que ha percibido en el país “una especie de baño de realismo respecto a hace dos años, en el sentido de darse cuenta de que no podrán conseguir la victoria que han defendido desde un principio, que es la recuperación total del territorio”. “Hay un agotamiento obvio, físico y mental, de la gente. Pero a la vez, en la misma gente que dice que no puede más, hay una voluntad de resistencia. No hay voluntad de rendirse, ni de aceptar cualquier cosa. Al mismo tiempo, la gente está en contra de la idea de paz por territorio”, concluye.