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Alberto Garzón no quiere ser el enterrador y Pablo Iglesias no quiere ser el enfermero

1. De marcas y nombres

Podemos no quiere que haya otra marca estatal que le haga competencia a medio plazo. Hoy, sí, nadie duda de que Podemos es más fuerte que IU, pero si ésta consigue recuperar oxígeno y aglutinar a su alrededor a iniciativas ciudadanas críticas con la bunkerización de Podemos, ya estaríamos hablando de otra cosa.

El reto de Podemos es generar una candidatura única a su alrededor pero no en términos de pacto estatal entre formaciones sino 'fichando' personas claves de la nueva IU y dejando atrás a las estructuras y dirigentes. Allí donde son menos fuertes que otras formaciones regionales o provinciales (Compromís, Mareas, etc.) sí se pretenden hacer acuerdos, pero locales.

La oportunidad de quedarse con lo mejor de IU sin asumir lo peor de IU era muy golosa para Podemos. Pablo Iglesias e Iñigo Errejón no quieren saber nada de Cayo Lara, de José Luis Centella o IU de Madrid, totalmente desacreditado por las urnas pero apuntalado por Luis García Montero o Gaspar Llamazares. Sí querían, sin embargo, a gente como por ejemplo Esther López Barceló, Lara Hernández, Amanda Meyer u otros rostros con los que hasta anteayer compartían protestas, cervezas y debates. Y, por supuesto, querían a Alberto Garzón. Pero Garzón ni puede ni quiere.

2. La mochila de Garzón

Porque Garzón no quiere ser el último líder de IU. Ha heredado un partido aletargado, con una dirección empecinada en sus formas y fondos y podrido donde más se nota, Madrid. Solo él sabe si se arrepiente de haberse echado a la espalda la renovación y apertura de IU, en la que ha perdido un tiempo y unas energías interestelares. En todo caso, el malagueño no quiere quedar para la historia como el que llegó para enterrar a la formación. No al menos por la presión de Podemos.

Por otro lado, Podemos, que sabe que es un partido todavía de estructuras tiernas, no quiere que IU “la invada”. Es una cosa que tiene mucho que ver con el pasado en la coalición de varios de los máximos líderes de Podemos. No es que se le tenga miedo a Alberto Garzón, es más bien a lo que en Podemos llaman “la mochila” de Garzón, todos los cuadros del PCE.

Parte de los apoyos políticos de Garzón en IU Madrid, los críticos con la dirección tradicional, ya dejaron aquella orilla y algunos ahora forman parte por ejemplo del grupo parlamentario de Podemos en la Comunidad de Madrid. Tania Sánchez va por el mismo camino hacia las generales. Para Garzón habría sido sencillo aceptar su integración destacada, aunque fuera con tintes de independiente, en la lista de Podemos, y ser visto como el cerebro económico de la apuesta electoral de Pablo Iglesias. Pero no ha querido soltar “su mochila”. En realidad, otro de los problemas de Garzón es que en realidad la mochila no es una carga pasiva. Garzón no es aún coordinador general y la confluencia también ha llegado tarde por eso.

3. No es por la norma, es por IU

Como todo lo anterior no se puede decir así tal cual, Podemos dice en su comunicado de ruptura que no quiere fomentar una “sopa de siglas” y por eso rechaza un acuerdo con Alberto Garzón, pero en realidad su problema es básicamente IU. Porque Podemos sí aceptó una “sopa de siglas” para la candidatura de Ada Colau en Barcelona, que era una coalición de varios partidos, entre ellos Podemos o ICV. También lo era Catalunya Sí Que Es Pot, aunque en la recta final de la campaña desde Podemos intentaron que se relacionara lo menos posible con Equo o IU.

En Valencia, se negocia con Compromís una lista conjunta que es un acuerdo político. Podemos planteó que estaban dispuestos a que la combinación se llamara Compromís-Podemos, cuando las normas de Podemos dicen que será la formación morada la que debe aparecer siempre primero en la papeleta. Esa misma norma es la que se da como argumento para no poder llegar a un acuerdo estatal con IU. Y parece que sí será posible un entendimiento con Equo.

4. Y el dinero, claro

Y sí, también es una cuestión de dinero. Los partidos necesitan dinero para sobrevivir. Los partidos reciben dinero en función de cuántos representantes sean capaces de sacar en las elecciones. IU no solo necesita negociar nombres en una lista, o un programa común, sino que necesitaba amarrar con Podemos un acuerdo jurídico que garantizara un reparto de los fondos. IU atraviesa una situación económica muy complicada. Estaba dispuesto a diluir su marca en otra más grande, como Ahora en Común o Unidad Popular o como fuera, e incluso hacerla cachitos y presentarla junto a Podemos en paquetes autonómicos o provinciales. Pero por detrás de eso han planteado, por sorpresa según Podemos, un “acuerdo jurídico” que garantizara que si las cosas iban bien IU no iba a ser depredada. Y ya lo dijo Monedero: “No seremos la UCI de nigún partido”.

Se acabó la historia. Alberto Garzón no quiere ser el enterrador y Pablo Iglesias no quiere ser el enfermero. Quedan dos meses para las elecciones.

1. De marcas y nombres

Podemos no quiere que haya otra marca estatal que le haga competencia a medio plazo. Hoy, sí, nadie duda de que Podemos es más fuerte que IU, pero si ésta consigue recuperar oxígeno y aglutinar a su alrededor a iniciativas ciudadanas críticas con la bunkerización de Podemos, ya estaríamos hablando de otra cosa.