Juanlu Sánchez es periodista, cofundador y subdirector de eldiario.es. Colabora en La Sexta y en el New York Times. Fue cofundador de Periodismo Humano y como reportero pasó de la cobertura especializada en derechos humanos a documentar la génesis y las consecuencias sociales y políticas del 15M. Es autor del libro 'Las 10 mareas del cambio' y profesor en el Máster Oficial de Innovación en Periodismo de la Universidad Miguel Hernández de Elche.
El juego PSOE-Podemos: el que diga 'No', pierde
“Deseo de corazón que Pedro Sánchez sea mi presidente”. Lo ha dicho este lunes Pablo Iglesias al presentar su documento de propuesta para un gobierno de coalición donde él sería vicepresidente, con un bloque potente de propuestas sociales y con el referéndum en Catalunya como “imprescindible”.
La frase, muy sorprendente en boca de Pablo Iglesias, busca en realidad lo que siempre ha buscado la estrategia de declaraciones públicas de Podemos y del PSOE desde pocos días después del 20D: evitar a toda costa aparecer como culpable de una probable repetición de las elecciones. La idea es decir todo el rato que sí para no ser el que diga que no.
Hace menos de dos meses (¡menos de dos meses!), Podemos propuso un “presidente de consenso”, un independiente que no hubiera salido de las urnas pero que suscitara el acuerdo de los partidos que se definen de izquierdas. Detrás de esa propuesta había lo mismo que hay ahora con las propuestas cruzadas para un gobierno de coalición: llenar el silencio postelectoral con ideas constructivas y no destructivas, aún sabiendo que no van a salir, para que no se les acuse de ser un obstáculo en vez de un motor de cambio. Decir que sí para forzar el no.
Podemos sabe el riesgo que corre si decide entrar en un gobierno con el PSOE después de dos años intentando ocupar su lugar como referencia principal para el votante de izquierdas. Por eso le presenta una propuesta donde no solo aparece el referéndum - cosa que es coherente con su discurso y sus alianzas territorales - sino casi cien páginas más de exigencias. Lo hace para blindarse bien en el caso de que salga adelante, sí, pero también lo hace para poner contra las cuerdas de la negativa al PSOE.
En Podemos trabajan sobre la tesis de que les convienen nuevas elecciones. Si el PSOE sigue convulso por el debate interno, Podemos puede adelantarles como segundo partido más votado e incluso en el número de escaños si la campaña se les da bien. Pero puede haber un efecto boomerang en ese triunfo parcial: si después de unas nuevas elecciones el PP consiguiera gobernar de alguna forma, las críticas arreciarán sobre Podemos por no haber permitido un gobierno del PSOE y haber forzado una repetición de elecciones que acaba con el PP en el gobierno.
Por eso, los líderes de Podemos han dejado de decir que estarían “encantados” con nuevos comicios y han pasado a decir que no quieren unas nuevas elecciones. Y por eso están diciendo que desean “de corazón” gobernar con el PSOE. Lo que sea para que no quede ningún resquicio en la hemeroteca que pueda usarse en su contra si el PP gobierna y entramos en una fase eterna de ingobernabilidad.
Al PSOE le pasa lo mismo de otra manera. A la dirección del partido, como a sus barones, les resulta mucho más cómodo y mucho más estratégico pactar con Ciudadanos. En eso avanzan en privado, en las zonas de penumbra. Pero la mayoría de sus votantes no entenderían que Pedro Sánchez se fuera con Albert Rivera sin antes haberlo intentado todo con los partidos de izquierda. Y tampoco pueden romper del todo con Podemos, porque entonces solo les quedaría contar con una abstención del PP a un gobierno con Ciudadanos. Y, si eso pasara, Pablo Iglesias ya tendría discurso contra el PSOE para toda la legislatura: el PSOE ha preferido la derecha a la izquierda. El búnker. Para evitar que todo eso ocurra, Pedro Sánchez insiste en que un gobierno de izquierdas es posible, que “está deseando hablar con Podemos”, digan lo que digan los barones. Incluso ahora que se tensa la cuerda con la propuesta de Iglesias, el PSOE sigue diciendo que la oferta “es una oportunidad” y lo tratan como una posición “de máximos” sobre la que negociar. Aquí no rompe la cuerda nadie.
Por eso los dos buscan un Plan B, una salida que les permita saltar del coche en marcha sin morir en el intento. El PSOE tratará de centrarse en señalar el referéndum como elemento que hizo imposible el pacto por culpa de Podemos. Podemos intentará señalar el acercamiento con Ciudadanos como algo con lo que es imposible colaborar. Pero siempre dejando la puerta abierta. Siempre diciendo, como apunta hoy también Isaac Rosa, “cuelga tú primero”. Ambos acelerando hacia el precipicio de la investidura. El primero que frene, el primero que diga No, pierde.
“Deseo de corazón que Pedro Sánchez sea mi presidente”. Lo ha dicho este lunes Pablo Iglesias al presentar su documento de propuesta para un gobierno de coalición donde él sería vicepresidente, con un bloque potente de propuestas sociales y con el referéndum en Catalunya como “imprescindible”.
La frase, muy sorprendente en boca de Pablo Iglesias, busca en realidad lo que siempre ha buscado la estrategia de declaraciones públicas de Podemos y del PSOE desde pocos días después del 20D: evitar a toda costa aparecer como culpable de una probable repetición de las elecciones. La idea es decir todo el rato que sí para no ser el que diga que no.