Análisis Civilization: Beyond Earth, estrategia “más allá de la Tierra”
Pocos juegos pueden presumir de contar con un nivel de complejidad como la saga Civilization y ser capaces de convertirse al mismo tiempo en un éxito de ventas. Es una norma muy básica: cuanto más asequible es un juego, más abanico de público es capaz de atraer, y por lo tanto, más ventas produce.
La serie que nos ocupa es una excepción a esta norma, porque desde luego el nivel de profundidad que ofrece a la hora de gestionar nuestra civilización requiere un nivel de esfuerzo y dedicación que no muchos jugadores están dispuestos a realizar. Pero el secreto de su éxito es bien sencillo, y se basa en ofrecer títulos perfectamente pensados, calibrados y ejecutados que convierten sus toneladas de información en procesos y mecánicas jugables donde todo tiene sentido.
Tradicionalmente la serie siempre se ha centrado en un marco histórico basado en hechos reales en el que debíamos llevar a nuestra civilización desde sus albores con un puñado de trogloditas armados con garrotes, hasta el lanzamiento de misiles desde un submarino nuclear. Sin embargo, con esta nueva entrega, la franquicia da un giro para ofrecer un planteamiento muy diferente, propio de cualquier obra de ciencia-ficción, donde un grupo de elegidos parten de la Tierra para establecer las primeras colonias de la humanidad en otros mundos.
A primera vista, Civilization: Beyond Earth mantiene una estética y un enfoque muy similar a lo que tiene acostumbrados. Salvo por algunas casillas con tipos de vegetación extraña y algunas criaturas desconocidas merodeando por el mapa, podría dar la sensación de que nos encontramos ante el mismo juego con meros matices estéticos. Nada más lejos de la realidad.
Con esta nueva entrega, el equipo de Firaxis se ha tomado la licencia de replantear algunos de los conceptos de la saga que parecían intocables para ofrecer una experiencia que consiga mantener la esencia, pero renovando el sistema de juego. El resultado sin duda es arriesgado y siempre resultará complicado agradar tanto a los puristas enamorados de la propuesta clásica, como a aquellos que pedían a gritos un mayor grado de innovación.
El primer aspecto que llama la atención, aparece incluso antes de dar comienzo la partida, y es que a diferencia de anteriores ocasiones, no tendremos que elegir una civilización con unas características prefijadas, más bien tendremos que dar forma y personalizar las características del que será nuestro futuro pueblo. Para ello, tomaremos una serie de decisiones como elegir nuestra facción, la carga de nuestra nave, o la afinidad a una filosofía de vida concreta. Cada una de las distintas opciones proporciona una serie de ventajas iniciales o condiciones favorables a lo largo de la partida, dando como resultado una mayor profundidad para seleccionar aquello que mejor se adapte a nuestro estilo de juego.
Por supuesto, esto es sólo el principio, y al igual que en anteriores entregas, nuestras andanzas comienzan realmente según fundamos nuestra primera ciudad, o nuestra primera colonia, como se prefiera.
Según aterrizamos en nuestro nuevo hogar, nos llamarán la atención multitud de elementos hasta ahora desconocidos, como recursos exóticos, vegetación alienígena, criaturas de muy diversa forma y tamaño, y unas extrañas nubes de esporas tóxicas que perjudican a nuestras unidades.
Es un ambiente ciertamente hostil, aunque no mucho más que en los inicios de cualquier Civilization con esos molestos bárbaros acechándonos desde varios frentes. La principal diferencia radica, y aquí llega otra de las grandes novedades, en nuestras posibilidades de interacción con el entorno.
Los alienígenas que pueblan el planeta, no son organismos agresivos por naturaleza, y su comportamiento variará en función de nuestro comportamiento. Si los dejamos en paz y evitamos acercarnos a sus nidos, ellos también tenderán a ignorarnos. Si por el contrario nos dedicamos a exterminarlos o a atacar sus gelatinosos hogares, mostrarán una actitud mucho más agresiva y no dudarán en atacar activamente a cualquiera de nuestras unidades en la zona, algo que conlleva un especial peligro, porque algunas de las criaturas no son precisamente un enemigo al que nos interese enfrentarnos durante los primeros compases de juego.
La relación entre la humanidad y estos organismos extraterrestes cobra además, una nueva dimensión en función de nuestra afinidad a una de las tres posibles filosofías de vida. Por una parte, tenemos la Armonía, que tiende a respetar e incluso a integrarse con los alienígenas, por otra parte tenemos la Supremacía, que busca ante todo la mejora y la evolución de la raza humana, y por último, la Pureza, que busca preservar nuestra herencia cultural y genética de la Tierra, rechazando cualquier tipo de integración con otras razas o mejoras artificiales.
A medida que progresamos, podremos ir decantándonos por una afinidad u otra en función de multitud de decisiones, factores tecnológicos y aspectos sociales. Esto nos lleva a obtener distintas ventajas, mejoras y unidades específicas más poderosas que las genéricas, aunque también puede generar tensiones con otras colonias que cuenten con una ideología opuesta.
En función de nuestras elecciones, nuestra civilización se acabará diferenciando del resto, y aunque en algunos casos decidiremos diversificar nuestras afinidades, los resultados más efectivos los encontraremos haciendo predominar claramente una de ellas. En una partida avanzada, podremos ver como las civilizaciones donde predomina la Armonía irán cambiando incluso su aspecto para adoptar una fisionomía y unas armas muy similares a las de los alienígenas, o incluso controlar gigantescas criaturas como parte de nuestro ejército. Por el contrario, veremos potentes unidades robotizadas que poco o nada recuerdan al aspecto de los humanos que se decantaron por la Supremacía inicialmente.
Civilization: Beyond Earth es un juego donde se ha sacrificado una cierta cantidad de elementos y contenido, a cambio de ofrecer una mayor libertad al jugador para que recorra su propio camino. En esta ocasión no tendremos varias versiones de una unidad de combate cuerpo a cuerpo en función de la época y el número final de unidades general es significativamente más bajo, sin embargo, el abanico de acciones disponibles para decantarse por distintas vías de progreso y personalización, han aumentado de forma espectacular.
Este aspecto se puede apreciar claramente en el nuevo árbol tecnológico. En anteriores juegos de la serie, disponíamos de un árbol de progresión que aunque nos permitía tomar ciertas decisiones importantes, nos acababa obligando a seguir una línea prefijada por exigencias del guion. En Beyond Earth por el contrario el menú de investigación y progresión tecnológica presenta un formato tipo “tela de araña” donde, partiendo desde el centro, podremos evolucionar en cualquier dirección, algo que provoca consecuencias mucho más variadas y alternativas perfectamente viables que antes serían impensables.
Por desgracia, el incremento en número de opciones y el mayor grado de libertad que proporciona tiene un precio, y es que este nuevo árbol tecnológico es mucho menos amigable para el jugador, que puede verse completamente perdido ante tanta nueva cantidad de información.
En anteriores Civilization, el árbol tecnológico era claro, conciso, y sobre todo, nos resultaba familiar. No requería ningún esfuerzo tomar ciertas decisiones entre 3 o 4 posibilidades, menos aun cuando hablamos de agricultura, ganadería, tiro con arco o minería, todos ellos descubrimientos o inventos de sobra conocidos por cualquiera.
En Beyond Earth por el contrario, no tardaremos en encontrarnos ante una auténtica avalancha de información difícilmente asimilable sin dedicar una buena cantidad de tiempo. Rara es la ocasión que no tenemos a nuestra disposición 10-15 alternativas diferentes, ya sea ampliando una “rama” de conocimiento general o desarrollando nuevas “hojas” de un avance tecnológico concreto. Si a esto le sumamos que cada descubrimiento cuenta con nombres propios de una enciclopedia de términos de Stak Trek, el jugador puede ver su capacidad de decisión completamente desbordada.
Antes conocíamos perfectamente las ventajas de descubrir la pólvora o la máquina de vapor, pero en Beyond Earth nos haremos preguntas del tipo: ¿Qué me interesa más, desarrollar la Protogenética o tirar por la rama de la Ingeniería Mecatrónica para adquirir la tecnología de la Automatización Orbital? Son encrucijadas que se producirán constantemente y que pueden llegar a provocar cierta sensación de vértigo incluso en los jugadores más experimentados. Eso sí, si nos armamos con un poco de paciencia, nos planificamos y creamos nuestro propio esquema mental sobre las virtudes e inconvenientes de los diferentes recorridos posibles, descubriremos el enorme potencial que esconde este nuevo sistema para tener un control absoluto de la evolución de nuestra civilización.
El juego incluye otras novedades de peso como un nuevo sistema de misiones que nos permite obtener nuevas mejoras y ventajas si las completamos con éxito, o un nuevo plano donde situar unidades orbitales que afectan de muy diversas formas a lo que ocurre en determinadas zonas del mapa. No obstante, muchas de las mecánicas tradicionales como la gestión de nuestras ciudades, el excepcional sistema de combate heredado de la quinta entrega, o la gestión de recursos normales y estratégicos se mantienen prácticamente intactas.
La gran pega de Civilization: Beyond Earth sigue siendo la misma que llevan arrastrando todas y cada una de sus entregas: la nefasta inteligencia artificial de nuestros oponentes.
Desde luego ante tanto cambio trascendente, Firaxis Games tenía una oportunidad de oro para mejorar el comportamiento de nuestros oponentes y aliados, pero por desgracia, siguen siendo tan irracionales como siempre. Negociar con ellos suele ser completamente absurdo con peticiones abusivas, reacciones impredecibles y la insistencia en solicitar un acuerdo ridículo que hemos rechazado decenas de veces, y su comportamiento durante las batallas resulta de todo menos inteligente, de hecho, los niveles de dificultad se siguen basando en otorgar ventajas que compensen su estupidez, en lugar de incrementar su capacidad de tomar decisiones razonables. Por suerte, siempre estará ahí la opción multijugador para paliar estas deficiencias.
Conclusiones
Salvando el escabroso punto de la inteligencia artificial, Civilization: Beyond Earth sigue siendo un gran juego, tan bueno o mejor que sus anteriores entregas, sobre todo por la mayor libertad que ofrece en la toma de decisiones. Puede que aparente una menor complejidad por la total ausencia de algunos elementos tradicionales en la serie, aunque no hay más que indagar un poco para descubrir un potencial irresistible, una estructura de juego construida de forma magistral y una excepcional riqueza de pequeños detalles que afectan de forma precisa al desarrollo de la partida.
Si nos adentramos en el terreno de lo subjetivo, puede quien le encuentre un menor atractivo estético o de planteamiento al dar un giro tan brusco hacia la ciencia-ficción, incluso podría llegar a eliminar ese encanto histórico de recrear la historia de la humanidad tal y como la conocemos en favor de nuevos planetas, alienígenas y unidades orbitales, pero lo cierto es que sigue siendo nuestro Civilization de siempre, con todas y cada una de sus virtudes con algunos añadidos realmente novedosos y muy interesantes desde un punto de vista estratégico.
Y por si alguien se lo está preguntando… Sí, conserva intacto ese curioso efecto de engañarnos a nosotros mismos con aquello de “un turno más y lo dejo”.
Lo mejor:
- El nuevo planteamiento, aparte de novedoso proporciona multitud de nuevas opciones tácticas y estratégicas.
- Conserva intactas las mejores virtudes de la saga.
- Los alienígenas y la forma de enfocar nuestra relación como colonos en un nuevo mundo es una genialidad.
- Una libertad en la toma de decisiones sin precedentes en la serie.
- Tan adictivo y absorbente como siempre.
Lo peor:
- El nuevo árbol tecnológico requiere de una labor de documentación semi-profesional.
- A pesar de todo, se echan algunos elementos en falta como la influencia de la religión o los grandes personajes.
- La estupidez de la inteligencia artificial sigue siendo un auténtico espectáculo.
- Más de uno percibirá cierta pérdida de encanto al dejar de lado su planteamiento histórico donde recrear la trayectoria pasada de la humanidad.