Hay algunos lanzamientos en los confluyen tantos elementos atractivos y tantas buenas ideas, que resulta impensable que algo pueda salir mal. Ryse: Son of Rome se presentaba como un claro ejemplo por varias razones, y todas ellas de peso. Por una parte, no se ve todos los días una superproducción de este calibre basada en la gloria del Imperio Romano, tampoco se disfruta todos los días de un juego con semejante calidad visual, si además añadimos el talento del estudio responsable de juegos como Crysis o el primer Far Cry, y el impacto que producen esas secuencias con un centurión romano desmembrando bárbaros, es razonable pensar que se trata de uno de esos grandes lanzamientos que dejan huella.
Sin embargo, y a pesar de esta impecable carta de presentación, el juego flaqueó en varias de sus facetas hasta convertirse en una mera experiencia divertida y muy espectacular visualmente, a la que le faltaba algo más para haber conseguido situarse entre los juegos estrella de Xbox One.
Ryse: Son of Rome en su versión para Xbox One acabó resultando en un proyecto que se quedó lejos de las expectativas generadas, era todo fachada, y por desgracia esa fachada, se derrumbaba pronto. Ahora le llega el turno a la versión PC, y aunque podía haberse tratado de una oportunidad de oro para revisar algunas de las mecánicas de juego, esta adaptación mantiene la esencia original intacta, junto con sus principales inconvenientes, aunque con evidentes mejoras visuales para aprovechar las capacidades de los equipos más potentes.
Puede que resulte difícil de creer que al ponerse a los mandos, y comenzar a aniquilar enemigos con esa contundencia visual y con esas animaciones tan fluidas, no nos encontremos ante el increíble juegazo que parece ser, el problema es que a medida que avanzamos, empezamos a preguntarnos si habrá algún cambio significativo en el desarrollo, o si entrará en escena alguna nueva mecánica jugable que rompa con la monotonía extrema. La respuesta es no, en Ryse: Son of Rome nos tiraremos en torno a 9 horas de campaña matando a un grupo de enemigos, avanzando un poco, y matando al siguiente grupo. Este ciclo se repite hasta la saciedad, provocando que acabemos aborreciendo la propuesta por la ausencia casi total de variedad de situaciones.
Es cierto que de vez en cuando, nos pondremos a los mandos de una ballesta estática, o lanzaremos algún que otro Pilum a un arquero lejano, pero son momentos que suceden de forma muy ocasional y que aportan más bien poco a llevar la experiencia al terreno de lo divertido. Ni siquiera los momentos donde recurrimos a las famosas formaciones de la legión romana resultan especialmente entretenidos, porque lo único que haremos será presionar un botón para cubrirnos de las fechas, o para lanzar nuestros Pilums en grupo…
Dejando de lado estos fallidos intentos de amenizar el desarrollo de la aventura, el núcleo central será la lucha contra grupos de bárbaros, y por desgracia, ni siquiera estos enfrentamientos acaban resultando plenamente satisfactorios. El problema es que el sistema de combate es excesivamente simplón y lo único que haremos será recurrir a las mismas acciones básicas una y otra vez.
Golpear, bloquear, ensartar un hígado.
Golpear, golpear, seccionar un brazo.
Golpear, esquivar, rebanar una tráquea.
En resumen, esto es el sistema de combate de Ryse: Son of Rome. Contamos con dos movimientos de ataque, uno para golpear con la espada y otro para golpear con el escudo que además sirve para romper la defensa del rival. También contaremos con dos movimientos defensivos como bloquear golpes enemigos o esquivar si nos lanzan un golpe demasiado fuerte, o si nos vemos rodeados por demasiados enemigos.
Ni golpes especiales, ni combos que vayan más allá de alternar los dos botones de ataque. Ryse es un juego que se centra en la lucha, e incomprensiblemente cuenta con un sistema de combate monótono y repetitivo, algo que además se ve acentuado por la falta de variedad de los enemigos, que son casi los mismos durante toda la aventura y que apenas requieren demasiadas alternativas para derrotarlos, tan sólo tendremos que tener en cuenta si cuentan con escudo, si portan dos armas, o si dan golpes que no se puedan bloquear.
Los únicos momentos donde realizaremos algún movimiento que se salga de la rutina, es cuando activamos nuestro Foco para ralentizar a los enemigos cercanos, pero se nos antoja insuficiente a la hora de dar un mínimo de vidilla a los combates.
Las ejecuciones son probablemente lo más espectacular de todo el sistema de combate, pero su espectacularidad es puramente visual, porque su ejecución es automática, es decir, que en el momento en el que tenemos a un enemigo en las últimas, presionaremos un botón y nuestro héroe comenzará a rebanar cuellos o segar extremidades sin que nosotros tengamos que hacer nada más. Si presionamos los botones del ratón en el momento apropiado, conseguiremos una mejor bonificación, pero si fallamos, la ejecución ocurre igualmente. Un aspecto decepcionante que le quita todo el mérito y el placer de sentir que somos realmente nosotros los que estamos realizando el golpe de gracia.
El combate en general habría sido mucho mejor si tuviéramos al menos la posibilidad de desbloquear nuevos golpes, acciones ofensivas o defensivas, o cualquier elemento que incrementara la sensación de progresión, pero en realidad, la única progresión que hacemos en Ryse es en base a atributos pasivos, como una mayor barra de salud o nuevas animaciones para incrementar el número y variedad de las ejecuciones.
La historia por su parte, cumple como hilo conductor pero no destaca en absoluto ni aprovecha semejante ambientación para ofrecernos una trama mínimamente apasionante.
Ryse: Son of Rome nos pone en la piel de Marius, un soldado que verá como su familia es asesinada a manos de un grupo de bárbaros durante un ataque a su ciudad. Su sed de venganza le llevará a ascender en el escalafón militar y derramar unos cuantos millares de litros de sangre mientras se destapan una serie de traiciones y situaciones de esas en lo que nada es lo que parece. En realidad, resulta un auténtico festival de clichés bastante predecible, que además cuenta con situaciones un tanto extravagantes, como mandar a un Centurión del ejército romano en una misión de infiltración en solitario mientras el resto de la infantería avanza por otro lado.
Sin duda, lo mejor son algunos de sus personajes, que gracias a la excepcional labor de Crytek para recrear la expresividad de las caras y a un doblaje al castellano más que aceptable, nos dejan algunas secuencias memorables.
Sin embargo, la gran virtud de Ryse: Son of Rome sigue siendo su apartado técnico, y más ahora que gracias a la versatilidad y potencia de los PCs, podemos dejar de lado aquella polémica resolución de 900p que presentaba el título en Xbox One. En realidad, esta nueva versión es compatible con una resolución 4K si se dispone del hardware necesario, haciendo que el aspecto visual del juego muestre un nivel de calidad sobrecogedor. Cada paso que damos por los entornos que componen los distintos capítulos son un auténtico deleite para la vista.
Los efectos de luz son una auténtica pasada, y tanto si nos fijamos en los rayos de sol pasando a través de una columna de humo, como en las sombras que proyecta la antorcha de un enemigo durante un combate, el efecto conseguido es increíblemente realista.
Otros efectos como los reflejos en las armaduras, la niebla de un bosque tenebroso o los efectos de partículas en una explosión tampoco se quedan atrás, y conseguirán satisfacer incluso a los usuarios que estén acostumbrados a exprimir las capacidades de su tarjeta gráfica de última generación.
Pero quizás lo mejor sea el cuidado y esmero que se ha dedicado a los entornos. Vale la pena parase de vez en cuando entre combate y combate, para apreciar los detalles del lugar donde nos encontramos y disfrutar de la calidad visual que ofrece cada sección, que además varían significativamente de aspecto en cada capítulo.
No podemos terminar sin mencionar un añadido que siempre viene bien para alargar la vida útil de un juego: su apartado multijugador. En Ryse: Son of Rome tendremos la posibilidad de participar en el modo Gladiador, un desafío cooperativo con un compañero en el que disputaremos enfrentamientos contra oleadas de enemigos para intentar conseguir la mayor puntuación posible y una recompensa en oro que nos sirve para desbloquear elementos del juego y accesorios para personalizar nuestro gladiador.
En la práctica es lo mismo que la campaña, aunque con el atractivo de cooperar con un segundo jugador, ayudarse en combate e incluso realizar ejecuciones conjuntas. El escenario de juego también tiene su encanto, porque el Coliseo es un escenario cambiante donde se van añadiendo peligros, trampas y nuevos lugares que recorrer.
Esta versión además, cuenta con los DLCs que se lanzaron tras el estreno, lo que añade algo más de variedad con un nuevo modo de juego, nuevas arenas y skins para los personajes. Sin embargo, y a pesar de las incorporaciones de estas expansiones, cuando llevamos varias rondas, el modo multijugador deja de sorprender y se torna tan repetitivo como la campaña.
Conclusiones
Ryse: Son of Rome es una bestia técnica, eso nadie lo pone en duda, el problema es que también acaba siendo un ejemplo perfecto para ilustrar lo poco que llegan a importar unos buenos gráficos, cuando fallan muchos otros aspectos.
Técnicamente no deja de ser una muestra esperanzadora de lo que se podrá llegar a ver cuando las resoluciones ultra-HD se conviertan en el estándar, pero no podemos evitar llevarnos las manos a la cabeza al ver como se ha desaprovechado semejante ambientación.
Nos encontramos ante un juego impactante capaz de proporcionar altas dosis de diversión durante un rato, porque una vez se traspasa la barrera de la media hora seguida jugando, resulta tan repetitivo que insulso puede llegar a aburrir.
No nos extrañaría ver una segunda parte en un futuro para la consola de Microsoft y su posterior adaptación al PC, al fin y al cabo hay mucho jugo que sacar de la idea, pero desde luego, en Crytek van a necesitar replantear el concepto de raíz para hacer realmente el gran juego que Ryse: Son of Rome prometía ser.
Lo mejor
- Un apartado técnico de escándalo, y muy especialmente si se dispone de un equipo para hacerlo correr en ultra-HD.
- La ambientación del juego es impresionante, desde Roma a las zonas boscosas de algunas misiones.
- Resulta difícil cansarse de las animaciones y sobre todo de las brutales ejecuciones.
- La inclusión de los DLCs aporta un poco más de variedad.
Lo peor
- Los requisitos pueden resultar excesivos para conseguir mover el juego de forma fluida en todo su esplendor.
- El desarrollo sigue siendo igual de repetitivo y apenas se han modificado los aspectos más problemáticos.
- El juego pide a gritos una mayor profundidad en el sistema de combate
- Se echan en falta situaciones realmente novedosas, es un auténtico festival de clichés
- El sistema de progresión es muy básico y poco gratificante