No es ni muchísimo menos la primera vez que hablamos de cómo los videojuegos son juzgados con mayor dureza que cualquier otro medio como el cine y la literatura a la hora de tratar de forma abierta temas un tanto escabrosos o delicados para determinadas personas como la violencia, las drogas, la religión o la homosexualidad; al igual que ocurre con ciertos acontecimientos socioculturales, económicos y políticos del ayer y hoy. Bajo el ya tan manido argumento de que los videojuegos pueden influir más que cualquier otro medio debido a su carácter interactivo, ciertos sectores de la sociedad se lanzan sobre ellos como hienas a la menor señal de que puedan generar revuelo.
De ahí viene la sensación continua sufrida por cualquiera que trabaje en este sector, o que simplemente disfrute con los videojuegos, de deber andarse con pies de plomo, como midiendo continuamente si tocar un tema religioso o político en un juego puede llegar a levantar alguna que otra ampolla. Es como si la mano con la que juzgan a este ocio fuera más grande y apretara más fuerte que aquellas que van detrás del cine, por ejemplo, y siempre con la excusa de proteger a las mentes más indefensas, la de los más pequeños, en una época en la que recordemos ya ha quedado más que demostrado que los videojuegos son cada vez más un ocio pensado por y para adultos.
Un claro ejemplo lo encontramos en la saga Bioshock, famosa por atreverse a crear dos sociedades distópicas que sirven para criticar profundamente algunos de los pilares fundamentales sobre los que se asienta la propia sociedad occidental, estableciendo además ciertos paralelismos capaces de conseguir que el jugador se cuestione a sí mismo. Pero hay muchos otros juegos que se atreven a tocar otros tantos temas delicados, y el sexo por supuesto es uno de esos temas.
Por mucho que siempre haya sido tabú, que se haya tratado de contener a casos minoritarios, la sombra del sexo siempre ha sobrevolado el mundillo de los videojuegos de una forma u otra, ya sea asumiendo con naturalidad que es parte fundamental de la vida, ya sea disimuladamente, con sumo cachondeo o como puro reclamo comercial. Por ello, porque nos gustan los temas tabúes y generar polémica más que a un tonto un lápiz, vamos a intentar sumergirnos en la relación que los videojuegos mantienen con el sexo. Sin tapujos, sin contemplaciones. Pero también con la pasión, delicadeza y (a veces) cariño que requiere este tema.
Por supuesto nos dejaremos por el camino muchos y muy buenos ejemplos, puesto que el objetivo de este artículo no es tanto hablar de los propios videojuegos con contenido sexual sino profundizar en esa relación existente entre el sexo y este ocio, centrándonos un poco más en cómo la industria utiliza esta temática a su favor y en cómo este hecho es percibido tanto por el grueso de la sociedad como por los jugadores en particular.
Un poco de historia sexual.
Aunque resulta difícil hoy en día echar la vista atrás e imaginar cómo podría encajar el sexo en unos videojuegos que apenas eran un conjunto de píxeles en el mejor de los casos, lo cierto es que ya por el año 1981 existía un tal Adventure Softporn para Apple II que nos proponía vivir, como su propio nombre indica, una experiencia de ‘porno suave’. Básicamente se trataba de unas líneas de texto calenturientas orientadas al público masculino, y el hecho de que consiguiera vender unas 25.000 copias motivó que sus responsables, la compañía On-Line, prometiera un nuevo episodio orientado al público femenino que finalmente nunca llegó a ver la luz.
Uno de los más recordados de la década de los ochenta es Custer’s Revenge, un título para Atari 2600 que ya se atrevía a mostrar escenas de sexo totalmente explícito, aunque bien es cierto que debido a las limitaciones técnicas de la época resultaba menos erótico que una peli porno codificada de Canal +. Aunque bien recordado a día de hoy, lo cierto es que desde el punto de vista comercial no triunfó en absoluto, quizás debido a que su idea de situar al jugador en la piel del general yanqui George Armstrong Custer con la misión de violar mujeres indígenas no ayudó precisamente a normalizar la temática sexual dentro de los videojuegos. Después de Custer’s Revenge hubo otros tantos títulos para la consola de Atari, como un X-Man que nos planteaba el reto de superar diversas pruebas para llegar a la recompensa final: una escena de sexo que podíamos controlar con el pad.
Podría decirse que finales de los 80 es la ‘época loca’ del sexo en los videojuegos, con compañías hoy en día de gran renombre como Koei, Enix y Square lanzando videojuegos eróticos sin pudor alguno, algo que hoy nos parece más que impensable, hasta que en 1987 llegó el que para muchos es el paradigma por excelencia de esta temática: Leisure Suit Larry, una serie de aventuras gráficas que nos permitía ponernos en la piel del ‘antiplayboy’ con el objetivo de llevar al catre a toda hermosa joven que se nos pusiera por delante. Parecerá una chorrada, pero esta serie se ha mantenido vigente hasta nuestros días contando con unas diez entregas, entre ellas un Leisure Suit Larry: Reloaded de 2013 financiado gracias al apoyo económico de la comunidad de jugadores.
Mención aparte se merece dentro de este apartado las típicas recreativas para adultos que podíamos encontrar en no pocos bares de nuestra geografía, las cuales nos planteaban el desafío de ir descubriendo poco a poco la fotografía de una chica en paños menores o totalmente desnuda a través de diversas mecánicas. Sinceramente, un servidor no recuerda muy bien qué es lo que había que hacer exactamente en estos juegos, pero la sensación de sonrojarme de forma incontrolada cada vez conseguía descubrir la foto oculta cuando alguno de mis tíos me dejaba jugar con él, es algo que no se me olvidará en la vida.
Se podría decir que con la llegada de los años noventa y la consabida expansión de los videojuegos entre millones de hogares de todo el mundo, los títulos eróticos comenzaron su declive convirtiéndose en apuestas muy minoritarias que rara o ninguna vez pisaban una plataforma de peso más allá del PC. Por así decirlo el sexo se ‘comercializó’, pasando a ser un reclamo más que una temática en sí misma, dando lugar al boom de aquellos mitos eróticos que hacían babear a los adolescentes aunque éstos nunca tuvieran la buena suerte de llegar a ver nada realmente explícito.
Famoso es el caso de Mai Shiranui, la exótica y atractiva luchadora de Fatal Fury 2 que SNK se sacó de la manga para competir en erotismo con Chun-Li, mítica luchadora de la saga Street Fighter. A día de hoy ambas siguen protagonizando los pensamientos más tórridos de un buen número de jugadores, y su sex-appeal ha sido explotado por mucha más gente fuera de sus propias editoras, convirtiéndose en auténticos iconos del cosplay además de aparecer en ciertas películas porno de bajo presupuesto.
Pero si tenemos que hablar de un auténtico icono sexual de los 90 esa es, sin lugar a dudas, Lara Croft, la joven, valiente y escultural arqueóloga que se sacaron de la manga en Core Desing y Eidos Interactive. Desde luego no se puede decir que el primer Tomb Raider fuera un mal juego ni muchísimo menos, dado que nos permitía realizar todo aquello con lo que tan sólo podíamos soñar después de ver la trilogía de Indiana Jones, pero tampoco se puede negar que el hecho de contar con una protagonista de tales características sirviera de tremendo gancho comercial.
Por desgracia para la aventurera la serie comenzó a quemarse por el mero hecho de que sus responsables no sabían qué hacer con las nuevas entregas aparte de introducir más y más polígonos en el cuerpo de Lara, hasta que por fin en 2013 los chicos y chicas de Crystal Dynamics cortaron tal nefasta estrategia para dar a luz a una Lara Croft renacida, algo menos ‘femme fatale’ de perfectas proporciones pero infinitamente más humana y atractiva para el público actual.
El sexo en los videojuegos de hoy
Después de haber visto el nacimiento de los videojuegos con temática erótica y el aprovechamiento comercial de los iconos sexuales, nos queda preguntarnos cómo tratan a día de hoy la temática sexual los grandes estudios y editoras, sumergiéndonos un poquito más en esta relación complicada que parece avanzar un paso por cada dos que retrocede por el mismo problema de siempre, por aquello de que los juegos son percibidos como un ocio más infantil de lo que en realidad son, inclusive por los propios desarrolladores y editoras, por lo que abordar la temática sexual de forma adulta no parece para nada sencillo.
No hay precisamente pocos ejemplos de videojuegos que introducen escenas de sexo en forma de breve cinemática, pero casi siempre lo hacen con pudor, sugiriendo mucho más de lo que enseñan. Desde luego tampoco creemos que sea cuestión de ir enseñando por ahí las partes íntimas de nuestros queridos personajes virtuales sin ton ni son, pero resulta cuanto menos hiriente el que para retratar las escenas de sexo los grandes videojuegos comerciales se fijen en el cine más mojigato de Hollywood.
Las propias Dragon Age y Mass Effect, sagas RPG de la estadounidense Electronic Arts y la canadiense BioWare, siempre han presumido de tratar la temática sexual con naturalidad, nunca de forma gratuita, y asumiendo que forma parte de la propia vida. En unos juegos que aspiran a sumergirnos en la piel del personaje protagonista a base de ofrecer unas trabajadas relaciones interpersonales que nos obliguen a medir al centímetro cada comentario para no herir sentimientos, para ganarnos el favor de cierto individuo o para dar comienzo a un romance con determinado personaje sea del sexo o especie que sea, resulta chocante que cuando llegamos a las escenas de cama estas sean tratadas de forma erótica, sí, pero también demasiado pudorosa.
Vale, resulta valiente permitir e incluso motivar la unión de personajes del mismo sexo e incluso las relaciones… ¿inter-especies? (en el caso del Comandante Shepard con aliens como asaris, turianos y quarianos.), pero, ¿es realmente necesario tapar ese pezón furtivo, ese trasero que busca ser un digno ejemplo de cómo debería ser toda buena posadera? Nos encontramos pues, tal y como ocurre con las películas de Hollywood, con una autocensura un tanto extraña de entender, más aún si pensamos que estos juegos ya tienen una calificación por edades +18 al contar con escenas de acción, violencia, palabras mal sonantes, etc.
Por supuesto hay muchos más juegos que flirtean con lo sexual de muy diferentes maneras. Un ejemplo de chabacanería y mal gusto podría ser perfectamente toda la saga Duke Nukem, aunque en este caso volvemos a lo mismo, a tirar de reclamo comercial con tintes cómicos. En el mismo saco podríamos meter a otras sagas como Saint’s Row, la cual no dudó en tirar de golfería especialmente con el DLC Enter the Dominatrix que se hizo célebre por la infinidad de alusiones al sadomasoquismo, los símbolos fálicos y por plagar los escenarios del juego de ‘trabajadoras sexuales’, algo que le valió de no pocas críticas incluyendo las de Anita Sarkeesian, responsable del canal de Youtube Feminist Frequency, quien recientemente ha llegado a recibir amenazas de muerte por criticar el sexismo que sacude a esta industria y a los propios videojuegos. Queda decir que Saint’s Row es una saga conocida por introducir una buena dosis de locura en todos sus apartados, como guion, personajes, vestimentas y, sobre todo, en unas armas entre las que destaca un consolador púrpura gigante con el que aporrear a nuestros enemigos, algo que no os lo vamos a negar… resulta muy divertido.
Pero hay otros juegos que buscan ese flirteo con lo sexual desde un punto de vista tan adulto o más que el visto en los juegos de BioWare. La saga The Witcher desarrollada por los polacos CD Projekt Red es todo un ejemplo, presentando unas escenas que van un poquito más allá mostrando a sus personajes tal y como Dios los trajo al mundo sin recurrir a esa absurda censura hollywoodiense por un motivo muy sencillo: porque ellos hacen “juegos maduros para un público maduro”. Es decir, que entienden que el sexo es parte de la vida y por ello debe tener cabida con toda naturalidad en unos videojuegos cuyos personajes aspiran a parecerse cada vez más a nosotros, por lo que es de mera lógica incluir tales escenas siempre y cuando no sean gratuitas. Y si el brujo Geralt de Rivia se pasea por los burdeles fornicando con prostitutas y hermosas hechiceras pelirrojas en las novelas de Andrzej Sapkowski, ¿por qué no iba a hacer lo mismo en su adaptación al videojuego?
El sexo como un ingrediente más
Visto de qué formas usan ciertos videojuegos la temática sexual hoy día, me gustaría lanzar un par de preguntas al aire: ¿hasta qué punto está justificada la introducción de escenas sexuales? ¿Es bueno para la normalización del sexo en los videojuegos que algunos tiren de lo sexual como reclamo comercial?
La primera pregunta creo que tiene fácil solución, puesto que me valdrían las palabras de CD Projekt que hemos usado un par de párrafos más arriba. Lo sexual debería ser tan válido como cualquier otra cosa siempre y cuando esté justificado, aunque muchos podrán saltar con aquello de que de la misma forma la violencia en un videojuego también debería estar justificada, lo que dejaría fuera al 90% de los juegos de acción, aventuras y RPG existentes hoy en día. Dejémoslo pues en que hay que tratar lo sexual con suma normalidad, dándole cabida en los videojuegos siempre que tenga algún sentido, y asimilándolo como jugadores desde un punto de vista adulto.
Por supuesto, y como decíamos, siempre habrá casos en los que el sexo se use con un punto cómico, algo que resulta tan lógico como reírnos de nuestros propios defectos. Por favor, no matemos al humor, ya que después de todo suele ser lo único que nos separa de la locura. Pero en estos casos también hay más de uno que degenera en exceso, como Sergan Kagura, una serie de videojuegos para Nintendo 3DS y Playstation Vita que nos pone en la piel de jovencísimas luchadoras de corte anime y grandes atributos que van perdiendo la ropa según reciben golpes, metiendo de por medio alguna que otra escena tórrida sin el menor de los sentidos. Y el desparrame final en esta serie lo encontramos con Sergan Kagura: Bon Appetit!, juego en el que las atractivas jovencitas deben esforzarse para ser las mejores cocineras si no quieren que sus maestros las dejen en pelotas.
Entonces, ¿dónde está la línea que separa el buen gusto de lo chabacano o de lo directamente insultante para la mujer? Pues sinceramente, aunque tengamos claro que ejemplos como el anterior la cruzaron hace ya unos dos o tres pueblos, nosotros no lo sabemos. Sin embargo también encontramos ejemplos de todo lo contrario, de autocensura desmedida, casi de mojigatería difícilmente explicable. Y sí, hablamos de Nintendo.
Porque resulta poco menos que paradójico que una compañía que permite dar cabida entre el catálogo de su consola portátil a sagas como Sergan Kagura luego se esfuerce tanto por autocensurarse con algunos ejemplos que no han provocado más que risas y vergüenza ajena en la red. Famoso es el caso por ejemplo en el que pusieron un ‘pañito’ en una de las imágenes de Fire Emblem para cubrir el trasero en bikini de una de sus protagonistas, al igual que la eliminación del trofeo de Tharja para Super Smash Bros por presentar a la joven tan elegante como ligera de ropa. En conclusión: que actuar como si todo lo mínimamente erótico te produjera urticaria tampoco es el camino a seguir.
Muchos piensan que el límite del sexo dentro de los videojuegos comerciales está en el punto en el que se vuelve interactivo. Es decir, que introducir escenas o comentarios de índole sexual puede pasar, pero el hecho de que sea el propio jugador el que ‘pase a la acción’, es superar la línea de la decencia y el buen gusto.
Por ejemplo muchos recordaréis la que se montó cuando se supo que en Grand Theft Auto: San Andreas había una especie de minijuego sexual que desde Rockstar bloquearon poco antes de que el juego saliera a la venta. En él manejábamos a nuestro protagonista pulsando al ritmo determinados botones para llegar al orgasmo, lo cual parece que era pasarse de la raya en un juego en el que por el contrario podemos tirotear peatones, prender fuego a ancianitas, robar coches utilizando violencia extrema y matar a prostitutas con un bate de béisbol sin que nadie diga nada.
El futuro del sexo en los videojuegos
Dicho todo esto, ¿hacia dónde vamos? ¿Se normalizará algún día la temática sexual dentro de los videojuegos? ¿Estamos abocados al libertinaje o a la censura en su vertiente más absurda?
Queremos pensar que gracias a propuestas como The Witcher y los títulos de BioWare el sexo cada vez se ve con mayor naturalidad tanto dentro de la propia industria como entre los jugadores, y aunque presenten un punto de vista más o menos insuficiente, no se les puede negar el mérito de haber sabido tratar este tema de forma profesional y adulta.
Cierto es que en Los Sims ya podíamos tener relaciones incluso entre personajes del mismo sexo, pero por aquel entonces este tipo de escenas eran impensables, ¿o es que acaso no recordáis la cantidad de mods que salieron para eliminar las dichosas nubecitas de píxeles que tapaban las vergüenzas a nuestros sims cuando se daban una triste ducha? Del concepto de ‘sexualizar’ un poquito más al simulador social de Maxis nació Singles: Flirt Up Your Life, título que se caracterizó por centrarse en las relaciones amorosas sin escatimar en pasión, permitiéndonos ver a estos modelos poligonales de nosotros mismos totalmente desnudos. Sin embargo es evidente que la propuesta de Singles no triunfó en absoluto y nadie más ha tratado de imitarla en serio.
A grandes rasgos podría decirse que vivimos en una época de propuestas enfrentadas. Por un lado tenemos los títulos que tratan de normalizar el sexo no sin pecar en ocasiones de comedidos, mientras que también nos encontramos con casos de autocensura un tanto ridícula. Por otro lado el boom de los iconos sexuales como Lara Croft parece estar yendo a menos en pro de personajes más humanos y anatómicamente realistas como parte de esa vertiente de pensamiento que ve en los videojuegos una vía idónea para ofrecer un entretenimiento maduro al público adulto, tratando de eliminar de paso esa imagen tan añeja y rancia que dan de la mujer ciertos títulos del ayer y de hoy.
Juegos como Heavy Rain, Beyond: Dos Almas, BioShock, Half Life 2, el nuevo Tomb Raider y un largo etcétera nos presentan personajes femeninos que se alejan del arquetipo de ‘heroína buenorra’ con la que atraer a un público adolescente híper-hormonado, tocando en ciertos casos la temática sexual con sumo tacto aunque sin dejar de lado el realismo. Y quizás ese sea precisamente el camino a seguir.
En cuanto al futuro lejano, ahí tenemos Oculus Rift y su propuesta de Realidad Virtual, la cual ya está entre los planes de negocio de no pocas compañías del porno que ven en este invento la evolución lógica de las películas actuales. Hablamos no ya de la posibilidad de ofrecer contenido erótico o directamente pornográfico en primerísima persona, sino de un grado de interacción mayor con el usuario con inclusiones como el ‘joystick de placer’ Tenga.
Quizás cuando estos inventos tan ‘revolucionarios’ se comercialicen, buena parte de la sociedad deje de cargar contra los videojuegos por enseñar en ciertas escenas un pecho, un trasero o un pene, tres cosas que deberán tener nuestros héroes virtuales favoritos si realmente es cierto aquello de que los personajes de videojuegos aspiran a ser cada vez más humanos.