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Las muñecas rusas y ambiguas de 'El autor', la nueva cinta de Martín Cuenca basada en la novela de Cercas [Crítica]

David Martos

San Sebastián —

El esquema de muñecas rusas en el arte -el arte dentro del arte, dentro del arte, dentro del arte- es un esquema complejo. Por tanto, escribir sobre él es también muy complejo. Si ha sobrevivido usted a las dos frases estúpidas y obvias que encabezan esta crítica... es que podemos seguir hablando. No porque usted sea muy listo, que lo es, sino porque ha decidido rebajarse al nivel de estupidez y obviedad del crítico. Por ello, gracias. Decíamos estúpida y obviamente que es muy difícil escribir sobre cosas difíciles. Y lo decíamos porque lo primero que se aprecia en el visionado de 'El autor' [Manuel Martín Cuenca, 2017] es que se trata de un artefacto complejo, heredado de la novela 'El móvil' de Javier Cercas. ¿Y por qué es complejo? Bueno, pues porque se trata de la historia de un aspirante a escritor que, en la aventura de escribir una novela, escribe también -y por tanto manipula- la realidad que le rodea. Aquí vendrían ahora las observaciones literarias clásicas que se aplican a toda obra metaliteraria: tendríamos que resaltar la multiplicidad de “autores” [el de la novela, el de la película, el del guión, el propio personaje, el personaje escrito por el personaje] y tendríamos que someternos al misterio de no saber en qué nivel del arte nos encontramos en cada minuto del metraje [en qué muñeca rusa]. Es admirable, digámoslo, la capacidad y el arrojo del director a la hora de abordar la materia en una película.

Pero, ¿qué es esto? ¿Una crítica literaria? Probablemente no sea ni una regular crítica de cine, así que hablemos de lo que intuimos. Javier Gutiérrez, “el autor personaje”, lleva ya algunos años recordando a la concurrencia que domina su oficio. Nada que decir. Javier Cercas, “el autor original”, escribió una historia seca sobre la identidad y su manipulación. Acertó. ¿Qué ha hecho “el autor intermedio” Martín Cuenca? Ha dirigido una película que acierta también en sus intenciones narrativas y en los ingredientes que elige para la narración [Adelfa Calvo y Antonio de la Torre de forma destacada], pero ha elegido para ella un tono -también “intermedio”- que deja al espectador algo perdido, como ante la página en blanco. En 'El autor', cuando Javier Gutiérrez interviene en las vidas de sus vecinos para retorcerlas y así disponer de material para su novela, no lo hace en el marco de una comedia negrísima y satírica; tampoco lo hace en el marco de una historia gris y concisa. Se queda, como decíamos, en tierra de nadie... un desierto por la que el espectador vaga, mientras no sabe si abrazar a los personajes o despreciarlos, si identificarse con Gutiérrez o escupirle. Una sombra gris como las que se reflejan en la pared del patio del protagonistas. Se pueden apreciar pistas de una ambigüedad calculada, pero cuando eso se busca... hay que dar completamente en la diana. Incluso un ligerísimo desacierto genera sombras distorsionadas.

Aún así, aplauso lento para un “autor” [“auteur”] que cuenta historias incómodas de ver. Y eso incluye escoger a José Luis Perales para las canciones originales y la banda sonora. ¡Ah! Una advertencia final. No se crea nada de lo que ha leído en esta página. Hay aquí un autor que se cree “autor” forzando al crítico a escribir cosas estúpidas y obvias. Que no son suyas, que son de otro.

KKKKKK [6/10]

KKKKKK [6/10]