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Así presidirá Yvonne Blake la Academia de Cine: las cuatro claves de su mandato

Yvonne Blake, la presidenta interina de la Academia de Cine, la presidenta de crisis que se hizo cargo de la institución tras la renuncia de Antonio Resines, ya es presidenta de pleno derecho. El pasado sábado la Asamblea de académicos votó favorablemente su candidatura -la única que se presentó a las elecciones-, que estaba formada por la propia directora de vestuario, el director Mariano Barroso y la actriz Nora Navas. Ese mismo día la terna electa compareció ante los medios -Navas lo hizo por Skype desde Barcelona- para ofrecer las primeras líneas de su programa. Intentamos, a través de sus palabras, analizar cómo será la nueva Academia de Cine capitaneada por la oscarizada Blake.

1. Una Academia de Cine sin oposición

Los números mandan. En la Asamblea del pasado sábado votaron 248 de los 1180 censados. De ellos, 193 lo hicieron a favor de la candidatura de Blake y 50 en contra. Es de suponer que, con una única candidatura proclamada, los noes se depositaran en la urna más como un indicador de discrepancia con las formas [de la gestión del relevo de Antonio Resines] que como un intento real de tumbar a la terna. En cualquier caso parece un indicador débil. Con la salida de Resines en verano dimitieron también varios miembros de la Junta Directiva, renovada en septiembre. Entre ellos su vicepresidente Edmon Roch, el director Emilio Martínez Lázaro o le director de fotografía José Luis Alcaine. Semanas antes, por motivos laborales, se iba la otra vicepresidenta de Resines: la directora Gracia Querejeta.

Esto nos deja una cúpula presidencial y una junta completamente afines, como destacaba el sábado la guionista y directora [y secretaria de la junta] Azucena Rodríguez: “A día de hoy la sintonía se ha mejorado, se está mejor. Había determinados comportamientos que no convencían ni a unos ni a otros, y cada uno ha tomado la decisión que le ha parecido conveniente. Ha sido un período de catarsis pero ya ha pasado, tenemos una nueva presidencia. Se ha aprendido y se va a aprender de esos errores y se van a enmendar. Todos somos de la misma familia. Antonio... ¡qué te voy a contar! Todos queremos meter el gol en la misma portería. Somos un equipo”.

Más allá del mensaje positivo y de la escenificación de la apertura de una nueva etapa, nótese la palabra “errores”. A la Academia de Cine resultante de este proceso electoral le parece que la anterior terna obró mal. Y como es el mismo análisis que hacía antes del verano la parte de la Junta Directiva que permanece en su puesto... debemos entender que ese sector es el que ha ganado la batalla. Un sector al que pertenecía la presidenta Blake. Quien, por tanto, no entiende que los poderes de la junta deban ser disminuidos en favor de la presidencia: “Se puede entrar en caciquismos y en cosas opacas”. A la etapa anterior, la nueva terna le aplicará las tres palabras que presiden el programa elegido en las urnas: transparencia, modernidad y renovación. Comenzamos por lo primero.

2. Transparencia. Resines y su gestión económica

“Uno de los grandes problemas que teníamos con el presidente y el director de la última terna [Porfirio Enríquez, destituido en septiembre] fue la falta de transparencia. Tomaron decisiones sin consultar a la junta. Nos hemos llevado muchas sorpresas. Quizá no han sido malas ideas. Creo que Resines ha tenido muy buenas ideas para la academia, pero su manera de llevarlas a cabo fue no compartirlas con nosotros. Es por ley. La última palabra es de la Junta Directiva. Él nos ha acusado de no darles la oportunidad de hacer lo que querían, pero esto no es verdad. ¡Es que no nos han dicho lo que querían hacer!”. Son palabras literales de Yvonne Blake el pasado sábado.

Cabe recordar que el director de la academia, una suerte de gerente que gestiona el día a día económico de la institución, es un cargo nombrado por la Junta Directiva. Nombrado, en el caso de Enríquez, en la etapa del presidente González Macho. Resines lo ratificó. El día a día demostró que, en la pugna entre la presidencia y la junta, Enríquez se acercó más a las posiciones de Resines que a las de aquellos que lo habían nombrado. La terna recién elegida ha asegurado que una de sus primeras tareas será encontrar “un gestor cultural” capaz de desarrollar el trabajo. Porfirio Enríquez es director de fotografía, responsable de títulos como Amanece, que no es poco o Lugares comunes.

Entre las buenas ideas de Resines, citaba Blake, está una fundación de carácter educativo sobre la memoria del cine español; entre las malas, la gestión económica de esa fundación y de una AIE [Agrupación de Interés Económico] para gestionar -con ciertos incentivos fiscales- los patrocinios de los Premios Goya. Así lo explicó la presidenta: “Por razones de la AIE y de la fundación... tenemos muchos gastos legales para formar estas instituciones. Tenemos que ser muy cuidadosos con lo que gastamos porque la última presidencia ha sido bastante extravagante con un dinero que a veces no teníamos. Tenemos que hacer un balance para poder pagar los sueldos de la gente que trabaja aquí. No podemos derrochar, quizá, tanto dinero, en la gala de los Goya”.

3. Modernidad. Unos Goya más sobrios... a la fuerza

La nueva cúpula presidencial de la Academia de Cine asegura que no hay menos patrocinadores de cara a los Goya 2017 que el año pasado y que las restricciones presupuestarias se deben a lo anteriormente expuesto [las “extravagancias” de Resines], pero al desgranar sus intenciones con respecto a la próxima gala, la presidenta decía algo más: “La gala será algo más sobria. Tenemos un presupuesto un poquito menor. Queremos hacer algo más fresco, algo un poco diferente. Están trabajando en ello. Es el mismo equipo técnico que teníamos el año pasado, tienen muchas ideas, Juan Luis Iborra tiene ideas sobre cómo va a hacerlo. Vamos a hacerlo de una manera elegante, y con un poco de suerte más rápido que las últimas”.

Quedan hasta ahora dos ideas en torno a los Goya: se ha derrochado dinero en ellos y la gala es excesiva [en el tiempo y en las formas]. Y la terna lanzaba una tercera reflexión en torno a los premios de cine más importantes de nuestro país. Tenía que ver con el desinterés del sector en su organización. Hablaba Mariano Barroso. “Lo que es un hecho es que todo el mundo quiere un Goya”, decía el director. “No conozco a nadie que haya rechazado un Goya. En lo que sí hay carencias es en la gente que quiere trabajar para esculpir, para fabricar esos Goya. El Goya es la punta del iceberg, pero hay muchas más cosas por debajo [...]. Lo que es obvio es que todo el mundo quiere tener un Goya. Los que están en la academia y los que no están”.

4. Renovación. Los jóvenes cineastas de ahí fuera

La última clave que se pudo leer el sábado fue generacional. A la terna presidencial le parece en el grupo de que quienes integran la Academia de Cine [y por tanto, quienes toman sus decisiones] no están los profesionales que hoy toman las decisiones en el sector. Quienes hacen cine. “Hay mucho prejuicio con la Academia de Cine y vamos a intentar ayudar para que eso pueda cambiar”, decía Barroso. “Creo que eso se debe a un cierto halo elitista, que no sé hasta qué punto es real. Lo cierto es que en la academia no está la gente que está haciendo cine en los últimos 10 o 15 años. Es otro punto en nuestro programa: intentar atraer a esa gente”.

Yvonne Blake le ponía nombres y apellidos a esas intenciones. “Gente como Paula Ortiz, por ejemplo. Paula Ortiz no es miembro de la academia y ella debería serlo. Ha hecho dos películas, la última maravillosa, y debería ser miembro de la academia. Hay una lista larga de gente que ha hecho cine recientemente y con mucho éxito, han ganado premios, pero no son miembros de la academia. Y quieren serlo. Vamos a ayudarles a estar con nosotros”, decía la presidenta. “Si además de no defraudar a nuestros compañeros conseguimos que se sientan orgullosos de nosotros cuando acabe nuestro ciclo”, rezaba el discurso de Blake ante la Asamblea, “podremos decir que este intento ha merecido la pena”.