En el número 11 de Duncan St., a solo una manzana del centro neurálgico del Festival de Toronto -el patrocinadísimo TIFFBell Lightbox- se encuentra un edificio de cuatro plantas que durante todo el año es un restaurante... y durante la muestra cinematográfica se convierte en un hormiguero de entrevistados y entrevistadores. Un guardia de seguridad muy corpulento pregunta al periodista sobre qué película va a hacer su entrevista... y entonces le indica si debe ir al sótano o a la tercera planta. Allí pueden coincidir, en una misma mañana, la actriz Natalie Portman, el director artístico del Festival de Cannes, Thierry Fremaux, o uno de los más prestigiosos guionistas de Hollywood, Paul Schrader.
El artífice de Taxi Driver y Toro Salvaje, ambas firmadas por su amigo Martin Scorsese, se mueve pesadamente por la estancia. Nació en Michigan, Estados Unidos, hace 70 años. Cuentan sus biógrafos que vio sus primeras películas cuando ya era adulto, y está casado con la actriz Mary Beth Hurt desde el año 1983. Quizá sea un reflejo de su pasión por los intérpretes. “Anthony Perkins me dijo que una buena actuación en una película depende en un 75% del casting que se elija. Elia Kazan escribió en su libro que era un 90%. No sé qué porcentaje es, pero seguro que es muy alto. Lo que haces como director es elegir a la persona con la edad adecuada, con la sensibilidad correcta, y después te limitas a mirar cómo actúan”, dice Schrader lentamente.
Se encuentra en Toronto para presentar Dog eat dog, su última película como director, que protagonizan Nicholas Cage y Willem Dafoe. Es la historia de dos extimadores que vuelven a relacionarse con la mafia tras su paso por la cárcel. “Sé que hay directores que dicen que lo mejor es escribir el guión cuando están montando y que lo mejor es el montaje mientras están rodando. A mí me parece que lo más divertido es el rodaje, aunque sea agotador. Es la mejor etapa a la hora de hacer una película, porque todo está vivo”, explica el cineasta. Y en los rodajes no añora la vieja tecnología: “No hay nada que echar de menos de la época de los 35 milímetros. Como no sea quedarse sin película, esperar a que recarguen el rollo o no poder lo que ruedas hasta el día siguiente. Cuando empecé podía hacer una película en 45 días. Ahora la hago en 25”.
“Cabalgaré hacia el atardecer”
A Schrader se le ha tildado tradicionalmente de ser un guionista muy aficionado a mostrar escenas violentas en sus películas. “Es casi imposible dedicarse a contar historias sin entrar en esa área. Los dos pinceles más poderosos que tienes se llaman sexo y violencia”, asegura. ¿Y el futuro? ¿Qué piensa de los nuevos soportes para ver cine? “Ya no sabemos cómo se ve el cine, ni cómo se rentabiliza, ni lo que debe durar. ¿Es una película un vídeo de YouTube? Probablemente sí. ¿80 horas de Mad Men son una película? Probablemente también”, continúa Schrader. “Así que la definición de lo que es una película se ha convertido en algo fluido”.
La entrevista va llegando a su fin y la conversación versa sobre la llamada “era dorada” de las series de televisión. “Scorsese y yo íbamos a hacer algo para la HBO hace como cinco o seis años, eso es lo más cerca que he estado de hacer una serie. Sí, sí que las veo, pero no me parece el terreno propicio para los directores. A mí no me quedan muchas películas por hacer, así que... creo que cabalgaré este viejo y roto caballo hacia el atardecer”, concluye con una sonrisa.