Lone Scherfig: “Prefiero contar historias de hombres... porque son diferentes a mí”
Las entrevistas con las directoras de cine que han alcanzado un cierto renombre internacional se desarrollan siempre bajo unos parámetros muy similares. A las preguntas específicas sobre su trayectoria se adjunta siempre, como un apéndice inevitable, la conversación sobre su propia condición femenina: sobre cómo esa faceta de su vida, en una industria machista dentro de un mundo machista, impide el normal desarrollo de su desempeño profesional. Que si cobran menos, que si no las llaman, que si se les mira por encima del hombro... Tan recurrente es el tema en los encuentros de las cineastas con la prensa que la propia referencia al asunto acaba manoseada, como un vulgar cliché; se convierte, casi, en una carga más que se une al resto. Por eso, intentando escapar de la previsible ruta, decidimos abordar el tema -por qué evitarlo si, dicho todo lo anterior, entender el mar de fondo es crucial- desde otro punto de vista.
“¿Son las constantes preguntas sobre su condición de mujer una carga en sí mismas?”, le preguntamos a Lone Scherfig. La directora danesa, que ha viajado a España para recoger el Premio Mirada Internacional del Festival de Cine de Madrid, sonríe y titubea. Titubea más. “Ha realizado la pregunta de una forma muy interesante, porque nunca sé qué contestar”. Hasta aquí nuestras esperanzas de éxito. “Me encanta trabajar con hombres, con actores hombres”, continúa, escapando de la cuestión. “¡Hay tantas historias que quiero contar sobre ellos! Y si creo que son más interesantes que las mujeres es porque son diferentes a mí. No tendría ese privilegio si no fuese una mujer. Y no creo que serlo suponga un problema en mi vida diaria, en absoluto. Todo lo contrario. Tengo un marido que me ayuda muchísimo. Hace tiempo pasé un año sin absolutamente nada que hacer, sin conseguir financiación para mis películas y sin que me llegara ningún proyecto. Eso no habría podido hacerlo si no hubiera tenido un hombre a mi lado”.
Tiramos del hilo de esa reflexión sobre los actores hombres, porque Sherfig ha dirigido a mujeres del calado de Anne Hathaway -en One day- o de Carey Muligan -en An education-. ¿Cómo es entonces su relación con las actrices? “¡Ahora que soy mayor me resulta mucho más fácil dirigir a mujeres! Y eso es porque no me identifico con ellas. Las mujeres que he retratado en mis últimas cuatro películas son mucho más jóvenes que yo. Por eso puedo mirarlas con amor, porque no son yo. Casi nunca he contado historias de gente como yo”, concluye, y salta a otro pensamiento paralelo. “Quizá por eso hace tantos años que no dirijo una película en el país en el que vivo. Quizá por eso prefiero rodar en un país diferente, o al menos en una época diferente”. Y así ha sido con sus últimas películas, que cuentan con financiación americana; y ocurrirá en su próximo proyecto, que aunque se haga con dinero europeo se rodará en Nueva York.
Una experta en comedias románticas
Scherfig es, por tanto, una directora que ha coqueteado con Hollywood. Dice que la meca del cine le ha tratado bien. “¡Muy bien!”, nos corrige. “He hecho películas con esquema americano, pero cuando me piden que vaya a rodar allí... lo que quieren es que influya en esa película. He empezado tan tarde que no me piden que haga algo... que ellos pueden hacer por sí mismos”. ¿Y qué le piden que haga entonces? “A veces me han pedido que fuese a hacer comedias románticas, porque es lo que hago. Pero para mí cada película tiene que ser un reto, tengo que ser capaz de encontrar algo que sea nuevo para mí. Y las comedias románticas son quizá el género más estricto de todos: son fórmulas mecánicas, y así tienen que ser. Así que las ofertas que me llegan de Estados Unidos son muy cerradas, y siempre he pensado que es mejor declinarlas amablemente”.
Dicho esto, se confiesa admiradora del gran cine americano. “Es increíble el talento que hay en Hollywood. Lo duro que se trabaja allí. Taxi Driver contiene el vocabulario completo del cine. ¡Hollywood es un gran sitio para estar! Y de hecho he rodado físicamente allí... pero pertenezco a Europa. Y las películas que amo, en las que encuentro inspiración, son europeas. Scorsese, Coppola, todos los grandes directores de las películas que amo y que pertenecen a la era dorada de los setenta son de origen italiano”. Saltamos a otra era dorada. La de las series. Lone Scherfig alaba los logros de BorgenBorgen, la gran serie danesa que ha dado el salto al mundo. “¡Ahora hay muchos directores y actores daneses trabajando en América! Por supuesto es una especie de 'fuga de cerebros', porque los mejores se van, allí pueden conseguir mejores presupuestos”.
“Soy una consumidora de series... ¡y espero también poder hacerlas!”, confiesa. “Tengo ideas para alguna serie que quiero hacer. Ahora voy a rodar una película, quiero hacer otra después, pero de cara al futuro tengo proyectos para cinco o seis series de televisión. Son historias que se pueden contar mucho mejor en un formato más largo. ¡Ahora el público exige que seas realmente original! Por eso el sector es más experimental que el del cine. El año pasado dirigí dos capítulos de una serie en Estados Unidos -The Astronaut Wives Club- y fue muy satisfactorio, porque no era para el cable, era para la televisión comercial en abierto. Quisimos hacer algo para la gente que no tenía que pagar...”.
No hay manera de cambiar
No hay manera de cambiarRegresamos al cine para el final de la entrevista. Lone Scherfig es guionista y directora en varias de sus películas. Durante los rodajes, si hay un conflicto entre el guión y las exigencias propias del set, ¿quién gana? “El set. Intento mantener la mente abierta para lo que pase. Los jefes de departamento con los que trabajo tienen que saber qué tipo de película estamos haciendo, y después les doy bastante libertad artística. Todo el mundo tiene que traer a la película su experiencia, incluidos los actores con sus personajes. ¡A veces pueden ver cosas que he escrito y que no recuerdo! Todo el mundo tiene que traer su personalidad al rodaje, no quiero que la película se base solo en lo que yo escribo. Sería muy pretencioso”.
Por último nos genera curiosidad qué tipo de directora es Scherfig en ese set en el que prima la libertad artística... “Cada vez que ruedo, cada día”, explica entre risas, “decido que estaré muy concentrada, que seré muy precisa, muy disciplinada. Pero acabo siendo mucho más permisiva, y me acabo riendo muchísimo. Acabo dándome cuenta de que no puedo cambiar durante los rodajes, de que tengo que confiar en que lo que yo soy... es suficientemente bueno. Así que acabo siendo un poco alocada y bastante dependiente de la gente con la que trabajo, que siempre tiene mucha más disciplina de trabajo que yo”.