El programa Abuelas contra la pobreza y el sida [GAPA] ha conseguido juntar ya a alrededor de 250 mujeres de más de 50 años de Sudáfrica a las que ofrece talleres educativos, actividades en grupo y la posibilidad de inculcar a las generaciones futuras la importancia de prevenir las infecciones por VIH.
Gracias al apoyo de la Fundación Bristol Myers Squibb [BMS] y su iniciativa 'Secure the Future', en 2001 nació esta iniciativa cuya sede principal está en Khayelitsha, a 35 kilómetros de Ciudad del Cabo. En él viven más de un millón de personas, la mayoría en una situación de extrema pobreza ante la que este grupo de abuelas trata de poner “la mejor de sus sonrisas”.
La historia personal de cada anciana esconde una superación ante todo tipo de adversidades, como el 'apartheid', o como la pérdida de seres queridos por el SIDA. Para estas mujeres, GAPA ofrece la doble posibilidad de colaboran en la educación de los niños del suburbio y hacen más llevadera la ausencia de sus padres, en muchos casos, también víctimas del VIH.
“Los niños se sienten como en su segunda casa”, asegura una de las abuelas participantes, al tiempo que también sirven de terapia para las abuelas que, como ella, en realidad no lo son. Los más de 100 que acuden al centro de Khayelitsha suelen tener entre 7 y 14 años y al salir de la escuela salen disparados con “sus abuelas” para prolongar el tiempo de recreo, siempre insuficiente a esas edades.
El objetivo es que disfruten de la tarde con sus amigos, bailen, canten, corran, siempre sonriendo, al tiempo que se les educa en unos valores y se les mantiene alejados de los problemas que acechan en los suburbios: delincuencia, pobreza y sida.
El VIH se mantiene imparable en Sudáfrica y afecta ya al 10 por ciento de la población, más de 5,7 millones de personas según ONUSIDA, aunque los propios ciudadanos de Khayelitsha están convencidos de que hay más infectados, entre ellos, muchos de los niños que cada día corren por GAPA.
Sin embargo, en estos campamentos se intenta que, al menos, las generaciones futuras puedan poner fin a ambas vías de contagio, conociendo desde pequeños la importancia de prevenir una enfermedad destructiva e indestructible. Además, el ejemplo lo ofrecen ellos.
El proyecto está funcionando con gran éxito y, prueba de ello, es que en octubre de 2008 un grupo de GAPA acudió a Tanzania para ofrecer “un futuro brillante” a las abuelas de este país, resignadas a sufrir hasta entonces, pero que ahora han decidido reciclarse para convertirse nuevamente en las “madres y cuidadoras” de la familia.