La Asociación Riojana para la Atención a Personas con Problemas de Drogas (ARAD) ha destacado el aumento de la atención a mujeres desde 2020 -al pasar del 19% ese año al 28% en 2023- y con el alcohol como principal sustancia de adicción. Desde la entidad reflejan también la importancia de evitar los estigmas, la detección precoz y el apoyo familiar como principales claves para intentar prevenir estas situaciones.
La presidenta de ARAD, Montserrat Domínguez, y la vicepresidenta y psicóloga sanitaria de ARAD, María Milagro, han presentado este jueves la memoria de la entidad del año 2023 en la que han realizado 1.111 actuaciones en diferentes programas de apoyo.
Domínguez ha explicado que ARAD lleva 42 años informando de la importancia de cuidar la salud mental y de la peligrosidad de las adicciones con o sin sustancia. “Las adicciones -ha dicho- son uno de los trastornos más estigmatizados por su desconocimiento y juicios negativos a la hora de pedir ayuda”. Aún así -explica- “la situación a lo largo de los años ha ido cambiando”.
En el caso de la entidad riojana, 9 técnicos “con amplia experiencia y en formación continúa” trabajan con estas personas y sus familias con el fin de “lograr su bienestar físico, mental y social”.
En concreto, Domínguez ha explicado que en el año 2023 realizaron 1111 actuaciones. Entre los principales programas, ha destacado, en información, orientación y acogida recibieron a 287 personas, en tratamiento ambulatorio 149, en atención a familias 169 y en reducción de daños 137. Junto a estos programas también trabajan con un programa gestionado por el Sistema Público de Salud que ha atendido a 184 personas.
Domínguez ha explicado que el 72 por ciento de las personas atendidas en el año 2023 son hombres y el 28 por ciento mujeres. En este punto, detalla, “la cantidad de mujeres que han venido precisando atención ha ido ascendiendo desde el año 2020 cuando eran el 19%, ahora en el año 2023 han sido el 28&”.
En este sentido, explica, “las mujeres demandan cada vez más tratamiento porque visibilizan más su problema”. Entre las sustancias, tanto para hombres como para mujeres, “el alcohol es la principal atención (40% ellos frente a un 60% de las mujeres). Después se encuentra el consumo de cannabis y cocaína.
Sobre la franja de edad, ha indicado, “la gente tarda en pedir ayuda”. En el caso de los hombres se sitúan entre los 34 y 44 años y en las mujeres casi una década más tarde, entre 45 y 54 años. La media de años por consumo es de 11 años. “El retraso en el inicio del tratamiento es -a juicio de Domínguez- por el estigma que produce”.
Ante ello “queremos impulsar una versión realista y libre de prejuicios para que el tratamiento sea más precoz y atajar los efectos y consecuencias tan negativos que tienen en nuestro cuerpo”. En el caso de la mujer -indica- “es más difícil pedir ayuda” y muchas vienen “por derivaciones de profesionales de Atención Primaria o salud mental. La adicción se vive de una forma más oculta, en soledad y es más difícil detectar la gravedad del problema”.
Desde ARAD explican que la mayoría de personas que acuden a la institución por una adicción cae en ella porque “no tienen recursos para afrontar la adversidad. Está claro que en la vida surgen dificultades y, al no tener otros recursos, comienzan a consumir. La adicción es un síntoma de malestar. La persona intenta sentirse menos mal con este tipo de conductas sin ser consciente de que ello lleva a unos cambios neurobiológicos en el sistema cerebral y que se desarrolle el trastorno”.
“Cuando ves que te atrapa, ya no lo puedes dejar. Lo bueno es ser consciente de que necesitas ayuda”. Por tanto “esa también es nuestra labor, la prevención en el consumo y trabajar para fortalecer el tiempo libre de forma positiva”. Además, desde ARAD destacan el papel clave de las familias. “A veces creen que no pueden hacer nada porque la propia persona niega el problema. Por eso deben saber que también pueden acudir aquí para solicitar orientación. Pueden venir sin su familiar porque, a veces, queriendo hacer cosas con las mejores intenciones, no lo son”.
“Es un problema difícil de abordarlo, de compartirlo... tienen mucha confusión... pero las familias cada vez se involucran más. Muchas familias vienen aquí con un gran sentimiento de culpabilidad pero deben entender que ellos no han propiciado el problema del consumo. Ellos son parte de la solución si saben lo que tienen que hacer porque vienen muy afectados. Antes venían más mujeres a pedir ayuda pero ahora también hombres e incluso hijos e hijas que ven el problema en sus padres. Quieren apoyarles”, han explicado.
Saben que es difícil porque “hay muchas personas que no entienden lo que es una adicción o que piensan que lo hacen porque quieren y pueden decir cosas muy dañinas. La persona adicta es la que más sufre pero su familia también y por eso aquí podemos orientar a esas familias para ayudarles también en el proceso”.
Entre los programas que ofrecen en ARAD se encuentran: Información y orientación, tratamiento ambulatorio, orientación a familias, coordinación con el Sistema Público de Salud, reducción de daños, apoyo a personas en tratamiento con metadona, apoyo en la inserción sociolaboral, prevención y sensibilización. También cuentan con agentes de la salud de la mujer, voluntariado social, taller de capacitación y desarrollo de habilidades a través del ocio y campaña detección hepatitis C. También realizan jornadas formativas.