Al Qaeda, muy reducida

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El optimismo parece haber llegado a la Casa Blanca, al menos, en lo referente a su intervención en Afganistán. Así se desprende de las palabras del asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, James Jones, quien ha descartado que Afganistán se encuentre en riesgo de caer de nuevo bajo el poder de los talibán.

Además, Jones ha destacado los grandes avances de las tropas de la coalición en la lucha contra los milicianos de Al Qaeda. “La buena noticia es que Estados Unidos debería celebrar que la presencia de Al Qaeda en Afganistán ha quedado muy reducida”, ha declarado Jones en una entrevista a la cadena CNN.

El asesor estadounidense también reveló que el próximo objetivo en la lucha contra la violencia extremista es acabar con los refugios de los terroristas en la frontera con Pakistán.

Jones dejó claro que no veía ninguna señal que le hiciese temer sobre un nuevo régimen talibán. “Y quiero dejar claro que Afganistán no está en riesgo inminente de claudicar”, agregó.

El optimismo de Jones difiere del empleado por el jefe de las Fuerzas Conjuntas

en la región, el general Stanley McChrystal, quien el mes pasado calificó de “seria” la situación en la región donde el éxito de la misión estadounidense no estaba del todo garantizado debido al recrudecimiento de la insurgencia talibán.

Sin embargo, para Jones, desde el pasado mes de marzo han ocurrido tres hechos cruciales que han hecho a la Casa Blanca reconsiderar la estrategia en Afganistán, y son la cuestionada legitimidad de la victoria del presidente afgano Hamid Karzai en los comicios de agosto, la conclusión de McChrystal del crecimiento de la insurgencia islamista, y los esfuerzos del vecino Pakistán para mejorar la seguridad en la zona fronteriza, santuario de milicianos talibán y de Al Qaeda. “Estamos en un momento crucial”, indicó el asesor durante su entrevista en televisión.

Las declaraciones del asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca se producen en momentos en que el presidente Barack Obama baraja la posibilidad de un cambio de estrategia en el país centroasiático ante la presión de líderes militares y miembros de la oposición en busca de un incremento del contingente de unas 40.000 tropas más.