Son al mismo tiempo piezas artísticas y de necesidad. Las almazuelas provienen de los egipcios, e incluso se han encontrado momias embalsamadas con ellas, pero en la sierra de La Rioja se elaboraron por necesidad doméstica. “Las almazuelas eran de pobres, de ricos era tener una colcha de una sola tela”, apunta la artesana Marga Barrio. Además, lejos del valor de estos trabajos en la actualidad, antaño eran utilizadas como trapos: “era una economía de aprovechamiento , cuando una tela se rompía hacías algo con ella, primero bolsas para el pan o alforjas para el ganado, después colchas y mantas”, explica Margo, una de las responsables de la organización de la Fiesta de las Almazuelas Colgadas de Pradillo, que se celebra este sábado.
Precisamente, la técnica de las almazuelas consiste en crear piezas textiles a través de la unión de diferentes telas. A pesar de la falsa creencia de que son técnicas diferentes, almazuela es la palabra con la que en La Rioja se refieren al patchwork. Si bien es cierto que en la región es popular la técnica de tiras, de hacer cuadrados y otras formas geométricas a partir de tiras de tela, se han encontrado almazuelas antiguas desde el siglo X de todo tipo de técnicas.
Hay tantas maneras de elaborarlas como nombres para referirse a ellas. Se han encontrado y se realizan piezas en muchas partes de España y del mundo, en algunos de ellos sin ni siquiera una manera de denominarlas. Y es que las almazuelas se olvidaron y se dejaron de hacer a principios del S.XX hasta que La Rioja se hizo clave en su recuperación.
Dos claves: Lola Berasoain y Pradillo
Aunque las hay en la historia de muchas zonas, especialmente rurales, La Rioja ha sido protagonista de la puesta en valor de estas piezas por dos hechos clave: el trabajo de investigación de Lola Berasoain y sus talleres de recuperación y la Fiesta de las Almazuelas Colgadas de Pradillo, que celebra su décimosegunda edición después de ser declarada Fiesta de Interés Turístico Regional.
Lola Berasoain ha dedicado toda su vida a recuperar y divulgar esta tradición desde que descubrió en 1971 una almazuela del siglo XVIIn en Luezas. Después, en 1980 impulsó el primer taller de recuperación de almazuelas en Villoslada de Cameros, “que a lo largo de 30 años sirvió para que varios grupos de mujeres revivieran este arte y en las casas volvieran a tener almazuelas”, destaca Fuensanta Grandes, una de las discípulas de Berasoain, que actualmente sigue investigando y tiene una exposición divulgativa en Villoslada. También ha conseguido despertar inquietudes en muchas manos costureras. Margo por ejemplo se dedica de forma profesional a las almazuelas y precisamente se enamoró de este arte cuando apenas tenía 10 años al ver una pieza de Lola Berasoain.
Aunque puntualizan que algunos hombres ya participaron en los talleres de recuperación y se siguen acercando a este arte, lo cierto es que como todas las labores ocultas en el ámbito doméstico, las almazuelas las han cosido siempre las mujeres. Para Marga Barrio, que subraya que “esto los hombres se lo están perdiendo”, el carácter femenino explica también mucho de esta tradición: “era economía de necesidad y las mujeres siempre hemos hecho de la necesidad algo bonito, ocurre igual con las hogazas de pan que se hacían en las casas”.
Después de los talleres de Villoslada, llegó la Fiesta de las Almazuelas Colgadas de Pradillo. El pueblo llena su balcones de almazuelas, artesanas de todo el país exponen sus creaciones en un prado verde que se convierte en el mejor museo y el pueblo se llena de artesanía y costura.
“La fiesta ha ido creciendo en importancia y en visitantes con los y Pradillo ya es el pueblo de las almazuelas”, apunta Barrio. No obstante, en toda la zona de Cameros se han elaborado estos textiles marcados por su carácter rural, cosidos en zonas donde el aislamiento y por tanto la necesidad de reciclar eran mayores. De hecho, las almazuelas son buenos testimonios históricos de estas zonas, ya que como siempre ha explicado Lola Berasoain permiten saber la pobreza o riqueza del pueblo por la calidad de las telas, las emociones de la familia por los colores o el clima por el tipo de tejido.
Margo, María Antonia Narro, Marga Barrio y Fuensanta Grandes son las encargadas, junto al Ayuntamiento de Pradillo y la Oficina de Turismo de Cameros de la organización de un evento cultural ya consolidado. La Fiesta de las Almazuelas Colgadas ha conseguido sacar a la calle, reivindicar y hacer arte de una labor que durante años quedó en el interior de los hogares e incluso se olvidó.