Al alcalde de Alcanadre fusilado en la Guerra Civil no fue fácil encontrarlo cuando comenzaron las exhumaciones. Sobre su cuerpo había nacido un almendro. La vida se abría paso de la barbarie en aquel 1979 recién iniciada la democracia española. Cuentan los recuerdos que Agustín Martínez Royo llevaba algunos almendrucos en el bolsillo cuando lo asesinaron, que germinaron con la descomposición de su cuerpo y salió el almendro. Un árbol que “es la metáfora de que ante la virulencia de una guerra prevalece la vida y la belleza”. Así lo explica el cineasta Santiago Tabernero, que prepara el documental “La flor del almendro” sobre la historia del alcalde para reflexionar sobre el valor de la memoria. Un documental y un árbol para dejar huella de lo que allí ocurrió, para que no vuelva a pasar.
Agustín Martínez fue alcalde a partir de las elecciones de 1933. Apenas transcurridos unos días del golpe de estado franquista y con Alcanadre ya tomado por los falangistas, en la madrugada del 14 de agosto le torturaron y asesinaron en Tudelilla. Se dice que le pegaban con su propio brazo que antes se lo habían roto por el codo y por el hombro y que incluso le arrancaron los testículos. Sería el primero de los 29 asesinados en Alcanadre, que documenta el libro 'Aquí nunca pasó nada', del escritor Jesús Vicente Aguirre, que también participa en la producción del documental.
Este año se cumplen 45 años de las exhumaciones de Alcanadre, uno de los primeros pueblos de España en desenterrar a los cuerpos de las fosas. Algunos estaban en los alrededores de pueblo: “Algunos se podían adivinar de quién eran. Protasio, por ejemplo, porque era cojo. Uno tenía peine y zapatos y pensamos que era el maestro. Otro por lo que quedaba de la manta”, cuenta en el mismo libro. Otros estaban en el cementerio de Torrero, en Zaragoza.
El almendro que nació sobre el pecho de Agustín
Y el alcalde Agustín Martínez yacía solo. Entre la casualidad y que entonces en el pueblo todavía quedaban personas vivas que recordaban la Guerra, se pensó que podría estar alrededor de un almendro. Y cuando empezaron a excavar, en un desentierro arduo y complicado, vieron que el almendro había nacido sobre su pecho. Ahora este almendro que floreció sobre la sangre derramada es el hilo conductor del documental, en que la búsqueda de la verdad se entrecruza con el hallazgo de la sinrazón de la Guerra y la represión franquista.
Una secuencia de casualidades entre el director de la Casa de la Imagen, Jesús Rocandio, Santiago Tabernero y Jesús Vicente Aguirre, que se encontraban iniciando simultáneamente trabajos sobre la memoria histórica, fraguó “La Flor del almendro”. Después le siguieron otras que demostraron que había que contar la historia de Agustín, y con ella la de tantos otros. Las casualidades siguen con la banda sonora. Rocandio buscó a Diego Galaz de 'Fetén Fetén' y cuando le contó la historia del alcalde de Alcanadre, Galaz ya tenía -con El Náan- la canción 'Dónde pongo las flores' inspirada en esta y otras historias de desaparecidos. “No vieron al enterrarlos que quizás eran semillas”, canta la melodía.
Una historia contada por un chaval de Alcanadre y dirigida a todos los jóvenes de España
Y finamente, apareció el joven Luis Flaño, un chico de Alcanadre de 16 años que se encontraba haciendo un trabajo en su instituto sobre el impacto de la Guerra Civil en la frontera riojano-navarra. Rocandio y Tabernero cambiaron sus planes nada más conocerlo porque debía ser él el narrador de esta historia. “El documental trata de responder a la pregunta ¿Para qué sirve la memoria? y nos pareció importante hacerlo a través de la juventud”, explica Jesús Rocandio. “En el momento de polarización y radicalización de la violencia que vivimos, nos gusta pensar que la memoria de lo que ocurrió es importante, porque no han pasado ni noventa años y sigue teniendo consecuencias. Por eso nos queremos dirigir a los jóvenes”, apunta Tabernero. De hecho, rodarán una escena de Luis Flaño con sus amigos frente al panteón del cementerio de Alcanadre donde se encuentran los restos del alcalde Agustín Martínez y otros vecinos asesinados en la Guerra Civil.
En ese panteón se acumulan las historias y muchas de ellas se contarán ahora a través de voces de varias generaciones, con la cámara como mera espectadora. Como la de la sobrina-nieta del alcalde, o la de otra señora que en vida se compró el trozo de tierra que colinda con el panteón de los asesinados en la Guerra para descansar cerca de su marido, o la del sacerdote que ofició aquel funeral impresionado por el respeto más absoluto. También la historia de Ernesto, que lleva toda la vida esperando conocer el lugar donde mataron a su tío abuelo y su mujer, la nieta del saxofonista de la banda del pueblo, al que también mataron.
El pasado domingo fue el momento de homenajearlos a todos en el cementerio y en la plaza de Alcanadre en una emotiva jornada. Aquel saxofón mudo hace más de ochenta años volvió a sonar de la mano de Diego Galaz. Y, por supuesto, volvió a plantarse un almendro en la plaza, que nacerá esta vez del recuerdo de todo un pueblo de su alcalde. Un almendro que es símbolo del valor de la memoria.