Armstrong aún no parece tener claro su participación en el Tour e incluso ha dejado entrever que su difícil relación con los organizadores de la prueba y con el público francés habían retrasado su decisión respecto a la prueba cuando ese parecía su principal objetivo cuando anunció su vuelta el mes pasado.
El americano reconoce “grandes momentos de tensión y numerosos desacuerdos con el Tour y sus organizadores”, pero aclara que es consciente del cambio de mando de la Organización Deportiva Amaury (ASO, por sus siglas en inglés) y dice “esperar con impaciencia conversaciones para encontrar un beneficio mutuo juntos”.
También destaca la importante labor que está desempeñando la Unión Ciclista Internacional (UCI) en cuestiones de dopaje. “Me gustaría reconocerles su agresiva lucha contra el dopaje, una postura que es incomparable en todo el deporte mundial”, confesó.
Armstrong se refirió además a cuestiones de liderazgo en el Astana el año próximo. “Es ilógico preseleccionar un líder para cualquier carrera cuando estamos en octubre. Somos afortunados porque el Astana es el equipo más fuerte del mundo y espero con impaciencia poder correr junto a todos estos grandes ciclistas”, explicó.
El de Texas añadió que está dispuesto a “apoyar” al que sea el corredor más fuerte del equipo en cualquier carrera, sea Contador, (Levi) Leipheimer o (Andreas) Kloden. “He estado relacionado con este deporte mucho tiempo como para saber que el ciclismo es un deporte de equipo”, indicó.
Por último, en relación al recorrido del Tour del año próximo, desvelado ayer en París y en cuya ceremonia no estuvo presente, Armstrong reconoció que no le esperaba “tan diferente”. “Es innovador y muy interesante, desde el principio en Mónaco con una crono de 15 kilómetros hasta el regreso de la crono por equipos o la etapa en viejas ciudades para mí como Girona u otra visita a mi viejo amigo el Mont Ventoux”, subrayó.