Es la vía negra de las carreteras riojanas. La N-232 se ha ganado este poco honroso título al acumular accidentes prácticamente cada semana. En pleno debate sobre la idoneidad de liberar la AP-68 o de desviar el tráfico pasado para reducir la siniestralidad, las cifras hablan por sí solas: el 40% de los accidentes que han tenido lugar en las carreteras riojanas en el primer mes del año han sido en esta vía nacional, con un triste balance de cuatro muertos y 11 heridos.
Así, este mes de enero se han registrado 20 incidencias en las carreteras de la comunidad, de las que ocho han tenido lugar en la 232. Comenzó el mes en esta carretera con el vuelco de un camión en la 232 en Pradejón el día 8, al que siguió dos días más tarde el terrible suceso que acabó con las vidas de tres personas (uno de Arnedo y dos de Ausejo) a la altura de Murillo de Río Leza, en un choque frontal entre dos turismos.
Un día después cuatro personas, entre ellas un niño, resultaron heridas en una colisión entre dos vehículos en Aldeanueva de Ebro. El día 13 una furgoneta se salió de la vía en Ausejo al reventar una rueda y el 16 dos personas resultaron heridas en San Asensio en una colisión entre una furgoneta y un coche.
El 19 tuvo lugar otra colisión frontal entre dos vehículos, en este caso en Casalarreina, y uno de sus ocupantes perdió la vida días después, mientras que el día 22 un coche se salió de la vía en Briones. El último de los sucesos en la 232 tuvo lugar en Rodezno el día 27 con una nueva salida de vía.
Son 140 kilómetros que recorren toda La Rioja, como también lo hace la AP-68, pero el tráfico que ambas vías soportan es muy diferente y también el número de accidentes. De hecho, en lo que llevamos de año, la autopista ha acogido tres siniestros, frente a los ocho de la 232.
El escenario del resto de accidentes es muy variado, con siniestros en la LR-123 (Cervera del Río Alhama), la N-120 (Navarrete), la LR-256 (Albelda), la LR-342 (Hornos de Moncalvillo), la LR-115 (Arnedillo), la N-124 (Briñas) y la LR-203 (Bañares).
El año pasado, fueron ocho las muertes registradas en la 232. Queda un año por delante para lograr no repetir esas cifras que tiñen de negro la arteria de la comunidad.