La ruptura entre Silvio Berlusconi, primer ministro italiano, y Gianfranco Fini, con quien había fundado el Partido de la Libertad (PDL), se ha hecho finalmente efectiva. Il Cavaliere ha expulsado de su partido al presidente de la Cámara de los Diputados y a todos sus seguidores, los conocidos como finianos.
Este divorcio no llega como una sorpresa. Ya hacía tiempo que entre ambos, Berlusconi y Fini y, en consecuencia, Gobierno y finianos, había un cierto disentimiento, que en los últimos meses se había intensificado, en parte por la “Ley Mordaza”, a la que Gianfranco Fini era contrario. “Ya no estoy dispuesto a aceptar el disentimiento, un verdadero partido dentro del partido”, dijo Berlusconi en la rueda de prensa en la que anunció la expulsión de Fini.
Con esta disolución se produce una situación complicada para Berlusconi y su Gobierno. En las dos cámaras, la de los Diputados y el Senado, deberán formarse nuevos grupos compuestos por Fini y sus seguidores. Esto podría llevar a una perdida de la mayoría en una o, quizás, las dos cámaras, para el partido de Berlusconi, restándole fuerza política.