En La Ribera hicieron el paseíllo el día grande de las fiestas Diego Urdiales, silencio y oreja con dos vueltas al ruedo; Miguel Ángel Perera, silencio y silencio, y Cayetano, silencio en ambos, con reses de la ganadería de El Pilar, mal presentados, sin casta, ni raza y sin fuerzas, varios los pitados en el arrastre.
Mal el palco a las doce del mediodía por aprobar las reses que llevamos viendo salir al ruedo, penoso.
Diego Urdiales, en el que abría plaza, toreó a la verónica con buen son, con la muleta hace de enfermero para que el burel no doble, sin casta ni raza, qué emoción puede llegar a los tendidos, nula, sin emoción, silencio. En el cuarto otro más de lo mismo. Al salir de una tanda le pierde la cara y es prendido sin consecuencias, al volver a la cara de la res se embraguetó en dos tandas que puso a la plaza en pie. Deja una estocada recibiendo un aviso, cortó una oreja y la gente le pidió la segunda, dio dos vueltas al ruedo a ritmos futboleros.
Miguel Ángel Perera, en el segundo de la tarde recibiéndolo con buen saludo capotero rematando con una buena media. Tras brindar al respetable lo intentó por ambos pitones pero perdía pasitos para ligar el burel. Tras el mal manejo con los aceros la faena fue silenciada, la res fue pitada en el arrastre. En el quinto y tras volver a brindar al público otra vez arrancó por el pitón derecho, parecía que aquello iba a tomar vuelo, pero no se llegó a acoplar y se desvirtuó como la gaseosa, y otro silencio tras el mal manejo con los aceros.
Cayetano en su primer astado que no trasmitía nada y él sin convicción ninguna toreó despagado intentando acompañar la embestida. En el que cerró plaza más de lo mismo, despegado y pinturero, silencio.