Pedir un vino en un restaurante es un ritual para muchos comensales, que se esfuerzan en mostrar sus conocimientos para elegir el mejor caldo. Sin embargo, pese a que cada vez está más de moda saber de vinos en todo tipo de encuentros sociales o familiares, no todos saben cómo catar cuando el camarero ofrece un poco para probar. ¿Hay que mover la copa? ¿Y oler el contenido? ¿Beber sólo un pequeño sorbo?
El Confidencial ofrece una serie de consejos para saber salir del paso. Ante la duda, recomiendan siempre pedir la botella más batata. Y es que a veces los precios de los vinos pueden ser consecuencia de la influencia de los expertos o de las opiniones de consumidores, y no de la calidad.
Además, los expertos aconsejan no pedir nunca el segundo vino de la carta, sino el que menos cuesta. Cuando las denominaciones y las variedades son demasiado famosas, la demanda se incrementa y los precios se disparan, aunque estas marcas pueden que no sean las más innovadoras. A veces los vinos de regiones menos conocidas tienen un gran potencial.
Tampoco hay que confiar en que los productos extranjeros sean más exóticos o prestigiosos, ya que son más caros por los costes de transporte y distribución, mientras que los vinos locales siempre son más económicos.