A sus 28 años, Déborah Gil (en la imagen) puede presumir de haber estado entre las primeras mujeres que se animaron a colaborar con la Red Vecinal de Apoyo a las Víctimas del Maltrato Doméstico. Casi desde que se fundara la entidad, allá por 2002, esta joven ha participado activamente en la formación y acompañamiento de mujeres maltratadas.
Los resultados de un trabajo callado que a veces, según reconoce la propia Déborah Gil, es “frustrante”. Mujeres maltratadas que se arrepienten en el último momento de denunciar, víctimas que vuelven con su agresor... Pero la realidad a veces sonríe. “Muchas logran salir de ello”, asegura Déborah Gil.
En gran parte, gracias a la labor de ella y otros 84 voluntarios de la Red, que esta mañana han recibido el merecido homenaje a su labor. El acto, presidido por el jefe del Ejecutivo riojano, Pedro Sanz, ha servido para reconocer el trabajo de la iniciativa impulsada en sus inicios por la Federación de Asociaciones de Vecinos de La Rioja y la Consejería de Administraciones Públicas y Política Local y respaldada posteriormente por la Afammer (Asociación de Familias y Mujeres del Mundo Rural).
Ambas organizaciones han estado presentes esta mañana en el homenaje a través de sus voluntarios y sus representantes. “Éste es un proyecto complejo -ha reconocido María Ángeles Matute, presidenta de la Federación de Asociaciones de Vecinos de La Rioja- y por eso hay que reconocer la labor de todos los que participan en él”. A aquellos que estuvieron desde el principio, como Déborah Gil, a las asociaciones de vecinos, al Gobierno de La Rioja, a los hombres y mujeres que se fueron sumando paulatinamente como voluntarios y a Afammer ha brindado Matute gran parte de su intervención en el acto de homenaje. Por su parte, María Cruz Benito, presidenta de Afammer tampoco ha escatimado elogios hacia los voluntarios homenajeados por su “impresionante, discreta, cercana y cálida” labor. “Un trabajo que no debe decaer”, alentó. “Pronto -vaticinó- recogeremos sus frutos”.
LA COMPAÑÍA, COMO CLAVE
La labor de la Red Vecinal nace del deseo de ayudar, en primer lugar, y prosigue con la formación del voluntario y el acompañamiento a la víctima. “Primero llevamos a cabo un curso de veinte horas”, explica Déborah Gil. En él, se analiza la problemática de los malos tratos, desechando tópicos y preparando a los colaboradores para los diferentes servicios de apoyo a la víctima. Desde el acompañamiento al médico o los juzgados hasta el cuidado de los niños, todo tiene cabida en la ayuda a la mujer maltratada, que a veces puede dilatarse bastante en el tiempo. “Mi primer acompañamiento duró cerca de tres años, era un caso bastante complejo”, confiesa la joven.
Aproximadamente, 40 mujeres se benefician actualmente de la Red vecinal -163 lo han hecho desde su fundación-; sin embargo, los voluntarios desearían que más víctimas acudieran a ellos. “Aunque -reconoce- no podemos obligar a nadie, cada persona necesita su tiempo para solicitar apoyo”. En las localidades pequeñas, ése tiempo parece aún mayor. Bien podrían atestiguarlo los voluntarios en Calahorra Alicia León, Ascensión Urrutia o Manuel Sanlés, único hombre colaborador de la Red Vecinal de Apoyo a las Víctimas del Maltrato Doméstico en La Rioja. “Claro que hay casos de malos tratos, pero las mujeres todavía no acuden a nosotros”, reconoce con pesar Sanlés.
Habrá que confiar en el tiempo y la sensibilización social, en el efecto de las iniciativas para “sacudir las conciencias”, como hoy apuntaba durante el acto el consejero de Administraciones Públicas, Conrado Escobar, y en la capacidad de voluntarios y víctimas de ayudar y dejarse ayudar, según apuntaba esta mañana, el presidente del Gobierno de La Rioja, Pedro Sanz, al término del homenaje.