Con la primavera llega la procesionaria; peligrosa para los niños, mortal para los perros
Con la subida generalizada de las temperaturas, la oruga procesionaria prolifera en campos y parques, suponiendo un auténtico peligro para los niños y los animales de compañía. Y es que, explica el biólogo Luis Martínez Zaporta a Rioja2, “ahora es es cuando más posibilidad hay de que nos topemos con ella porque con la llegada de la primavera, las orugas bajan del árbol para enterrarse en el suelo donde formarán sus capullos para transformarse en adultos”.
Y, cuando se mueven, apunta, “lo hacen en línea formando una procesión dirigida por la hembra”. Y es ahora cuando son realmente peligrosas ya que es cuando más posibilidades hay de que niños y mascotas entren en contacto con ellas, reitera.
De hecho, a principios de mes la Guardia Civil alertaba a través de su cuenta de Twitter de esto mismo. “Con la primavera cerca, comienza a aparecer la procesionaria del pino. Si tu perro las lame tendrá graves heridas y podría morir”. Para los niños, aclara el experto, “no son mortales pero sí que pueden provocar una irritación que pica mucho y puede resultar muy molesta”. Por lo que recomienda extremar las precauciones en parques y jardines durante, al menos un mes, tiempo que estima serán habituales en estos parajes.
Al ser un insecto que habita en pinares, detalla Martínez Zaporta, en Logroño suele ser más habitual en el parque de La Grajera y el de Los Enamorados. “Aún así, el Ayuntamiento ha hecho su labor al poner en marcha los métodos habituales para controlar la plaga”.
Uno de ellos, “la colocación de feromonas sexuales, una técnica no contaminante con el medio ambiente que consiste en el seguimiento de las poblaciones, la detección de focos incipientes de plagas y el trampeo masivo para el mantenimiento de bajos niveles de infestación”.
Otro de los métodos utilizados es cortar y quemar los bolsones. Durante los meses de diciembre, enero y febrero se realizan labores de
vigilancia y eliminación de aquellas bolsas de procesionaria que están accesibles tanto para operarios a pie con pértigas (3-4 metros) como para maquinaria con pluma-cesta para las bolsas más elevadas.
También se rompen los bolsones mediante balines, en el caso de que la altura del arbolado no permita cortarlos, y se colocan trampas para capturar orugas. Son trampas colocadas aproximadamente a tres metros de altura. Están compuestas de un collar que rodea el tronco del árbol y que guía a las orugas hacia una bolsa llena de tierra en las que se meten y no pueden salir. Este sistema permite recoger todas las orugas de ese árbol. Al final de la estación, se retira el saco y se quema.
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