Con la llegada del verano, la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) y la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP) quieren recordar que está claramente demostrada su relación causal con la exposición a las radiaciones solares.
“La aparición del cáncer de piel se relaciona con la exposición a los rayos solares durante largos períodos de tiempo y también con exposiciones intermitentes e intensas, que causan quemaduras, habitualmente durante actividades de ocio o durante las vacaciones en lugares soleados”, explica la Dra. Susana Méndez, pediatra de la AEPap.
TUMORES DE LA PIEL
Los tumores de la piel se suelen dividir en dos tipos: los melanomas y los llamados tumores no melanomatosos, constituidos por los carcinomas espinocelulares y los basocelulares. Según la Dra. Méndez, “de todos ellos, el melanoma es el más peligroso, ya que si no se trata adecuadamente su pronóstico es grave”.
En España, el melanoma de piel está considerado uno de los tumores emergentes en la población de raza blanca. Se ha observado un incremento de la mortalidad de manera más intensa que en el resto de los países europeos, con un incremento de muertes entre los años 1991 y 2000 próximo al 2% anual en ambos sexos (3% en varones y 1,8% en mujeres). A nivel mundial, nuestro país ocupa el decimosexto lugar en orden de frecuencia tumoral en varones, y el décimo en las mujeres.
Por todo ello, “en este tipo de cáncer lo más importante es la prevención, evitando que los rayos solares dañen la piel, especialmente en el período de la infancia, ya que la mayor parte de la exposición solar de una vida se recibe durante los primeros 18 años”, comenta la Dra. Méndez.
EFECTO DE LA RADIACIÓN
La radiación ultravioleta solar tiene una longitud de onda aproximada de 200-400 nm. Las longitudes intermedias (290-320 nm, conocidas como UVB) pueden causar quemaduras solares y contribuyen a las alteraciones a largo plazo, responsables del cáncer y del envejecimiento de la piel. Las longitudes de onda cortas (320-400 nm, conocidas como UVA) no producen quemaduras solares pero sí muchas reacciones de fotosensibilidad y fotodermatosis. “Tanto los rayos UVA como los UVB contribuyen a la fototoxicidad a largo plazo y a la patogenia del cáncer de piel”, apunta la pediatra.
La cantidad de radiación solar UVA y UVB que alcanza la superficie de la Tierra depende de la latitud, la altitud (mayor irradiación con la proximidad al Ecuador, y a alturas elevadas), la estación del año, la hora del día (mayor intensidad entre las 10:00 horas y las 16:00 horas), la nubosidad y la capa de ozono.
FACTORES DE RIESGO
Según los expertos en pediatría de AP, los factores de riesgo asociados al cáncer de piel son:
Tipo de piel. Según la división de Fitzpatrick en 6 tipos, el fototipo define la tendencia, determinada genéticamente, que tiene la piel a la quemadura solar y la capacidad de adquirir bronceado tras la exposición a la radiación ultravioleta. Desde el Tipo I, que no se broncea nunca y se quema siempre, al Tipo IV, que se broncea siempre y jamás se quema. Los Tipos V y VI, corresponden a las razas de piel oscura, prácticamente insensibles a los efectos peligrosos del sol. Por ello, los Tipos I y II, presentan un mayor riesgo de presentar melanoma.
Color de pelo y ojos. El pelo rubio, especialmente el pelirrojo, y el color de ojos claro, así como la tendencia a desarrollar efélides (pecas), se asocian a mayor riesgo de desarrollar cáncer de piel.
Nevus. El presentar numerosos lunares, por la predisposición genética, y secundario a la exposición intermitente durante la infancia.
Antecedentes familiares de cáncer de piel.
Exposición solar. El único factor de riesgo exógeno actualmente reconocido para el desarrollo de cáncer de piel en la población blanca.