La Federación Empresarial de Farmacéuticos Españoles (FEFE) ya ha mostrado su descontento con la primera medida del año para contener el gasto farmacéutico: la Orden CSO/3807/2008 que, según la organización “acarrea pérdidas colaterales para farmacias y almacenes”. Su cálculo es que “esas pérdidas pueden alcanzar los 43,09 millones de euros”.
Un informe de FEFE insiste en que la actual Orden de Precios de Referencia tiene “efectos limitados sobre la racionalización del gasto, resta capacidad de promoción a los medicamentos de bajo precio, esconde el crecimiento de los medicamentos más caros y perjudica una verdadera política de genéricos”.
También tienen ya cierta trayectoria los programas de formación para la racionalización del gasto farmacéutico, si bien las previsiones de la factura para este año no avalan la eficacia de este tipo de iniciativas, al menos por sí solas.
Existe también el planteamiento de que la receta electrónica podría evitar errores y superposición de prescripciones (como ocurre cuando en varias consultas sucesivas se extienden al paciente tres series de tratamientos para los días siguientes), y que sería útil para llevar un registro exhaustivo a partir del cual ofrecer incentivos a los médicos que receten los medicamentos más baratos.
Otra posibilidad es implantar la receta por principio activo, sin que el médico especifique la marca comercial. Esta estrategia puede a su vez ampliarse implicando al sector farmacéutico, que puede, con esas prescripciones, elegir el más barato de los medicamentos que tenga la botica.