Fue una pregunta de un diputado conservador, Andrew Rosindell, que preguntó a Cameron sobre la petición de Washington de iniciar una negociación con Argentina en torno al archipiélago de Malvinas.
A raíz de aquello, la Cámara de Los Comunes ha debatido este viernes el asunto por primera vez al frente del histórico conflicto desde que fue proclamado primer ministro británico. Éste solamente se había pronunciado el jueves en torno a la soberanía de las islas asegurando que están y estarán bajo dominio británico y sobre esto no hay nada que negociar con Argentina, porque “quieren seguir siendo británicas”. A pesar de lo cual, Kirchner ha insistido en que la disputa sobre el archipiélago se debe seguir discutiendo entre ambos gobiernos. No es solo una opinión expresada por la viuda de Néstor Kirchner, sino también por la Casa Blanca, que ha invitado al diálogo a ambos países.
Esta declaración sobre un asunto que aún se considera de trascendencia nacional en el país andino, desató la verborrea de la mandataria argentina, que se despachó con Camerón acusándolo de “un gesto de mediocridad que raya en la estupidez”, además de calificar al primer ministro británico de “arrogante”. Por otra parte, la actitud de Londres es para Fernández de Kirchner un comportamiento propio de “una burda potencia colonial en declive”.
El argot empleado por David Cameron para referirse a un conflicto que se produjo en 1982 como “punto final de la historia”, molestó especialmente a la presidenta argentina
que ha declarado en la sede del Gobierno que “los argentinos nunca creímos en los puntos finales de los derechos humanos ni de los derechos soberanos de nuestras islas Malvinas”, en referencia a la Ley de Obediencia Debida o de Punto de Final, de 1987, que dejó fuera de la cárcel a centenares de implicados en la represión durante la dictadura (1976-1983).