En el entorno de Riojaforum nada parecía indicar la relevancia del evento, salvo un evidente colapso en el parking (una vez más) y un pequeño grupo de barricas que se perdían en la majestuosidad del entorno.
En la zona de expositores del interior se daba una distribución homogénea de todos los participantes, ausencia de stands y únicamente un par de metros de superficie para cada expositor donde se hacían protagonistas, más si cabe, las verdaderas estrellas de la jornada: las botellas.
El ambiente es relajado, ha pasado poco tiempo desde la comida ofrecida por ARAEX y quizás sea demasiado pronto para volver a los rigores de la cata. En el Auditorium transcurre la conferencia sobre la postura de la prensa y crítica ante el futuro del sector, donde destaca la presencia de nuestro particular gurú español, José Peñín.
Tras realizar un reconocimiento preliminar y hacer algunos kilómetros de calentamiento para encontrar el guardarropa (el más céntrico estaba cerrado en ese momento), decidimos estrenar el paladar con algo delicado y muy sutil en un pequeño stand de la bodega Raymond-Lafon, dignísima representante de una región casi mítica como Sauternes.
Tuvimos una charla informal con el dueño de la bodega (Jean-Pierre Meslier) y con el distribuidor de la bodega en España (Jordi A. Monroig).
La siguiente parada se debe más a la curiosidad que a motivos enológicos; en el stand de ARAEX (Araex & Spanish Fine Wines) luce un enorme mapa donde aparecen marcadas diferentes zonas vitivinícolas españolas, y entre ellas, como única referencia a nuestra zona, la subzona Rioja Alavesa. Todo queda aclarado cuando nos explican que sólo han marcado la zona donde se encuentran las bodegas con las que trabajan. Aprovechamos para charlar sobre el importante logro publicitario de haberse hecho sponsor de algunas de las comidas del evento.
Terminamos esta primera ronda charlando con Diego Ferrer sobre su innovador y arriesgado proyecto de la aplicación de la geotermia a la industria del vino, que ya ha sido implantado en la bodega Regalía de Ollauri y ha comenzado a dar sus primeros frutos.
Aprovechamos para colarnos en el espacio estrella de la jornada: el sótano de Riojaforum totalmente abarrotado por un mar de copas donde se va a celebrar la Cata Magistral con Robert Parker. Es realmente impresionante el despliegue de cristal, cada asistente dispone de 20 copas Riedel en un espacio limitadísimo donde será complicado tomar anotaciones, una botella de Peñaclara 22 y algunos vasos de plástico completan el particular menaje para la ocasión. En el estrado el espacio es más holgado y se completa con alguna escupidera y algo de merchandising muy discreto y de buen gusto.
Dejamos paso a los invitados de la Cata que tienen que bajar las escaleras en pequeños grupos controlados por el personal de Seguridad para evitar sustos con las traicioneras escaleras del recinto y poco a poco se van llenando las 530 plazas tan disputadas en estas últimas semanas.
El acto estrella ha dejado casi desierta la zona de expositores y nos acercamos a charlar al stand de vinos de Brasil, atraídos por unos vinos completamente desconocidos por estos lares descubriendo que el verdadero potencial de este mercado es el de los vinos espumosos, quizás algo limitados por dos vecinos como Argentina y Chile que han conseguido hacerse con casi toda la cuota del continente sudamericano.
La siguiente visita ya tiene un interés realmente enológico; en el stand de Borgoña se pueden encontrar algunas botellas de verdadero valor y difíciles de encontrar en los canales habituales. Dos delicadísimos tintos varietales matizan de forma sorprendente una uva como la Pinot Noir, el Chardonnay adquiere matices impensables en un excelente Chablis.
También queremos solidarizarnos con los 530 catadores que estaban apenas unos metros debajo de nosotros, probando una garnacha muy bien domada y alejada de la potencia a la que nos tiene acostumbrada en la denominación de origen Rioja, en el stand de Chateneauf du Pape donde hay que desempolvar el inglés para poder comunicarse con el personal.
Se acerca el final de la jornada y ya se perciben muchos huecos entre los expositores; de camino al lejano guardarropa, en el stand de bodegas Pérez Barquero unos Montilla-Moriles Pedro Ximénez nos despejan toda duda de como despedirnos de una forma digna y apropiada. Hay varias opciones pero nos quedamos con el más joven y el más viejo de la gama, entre alabanzas a este tipo de vinos nobles, comentamos la complicada distribución minorista en Logroño.
La salida del Riojaforum nos devuelve a la realidad, la noche está despejada y en el cielo del Ebro lucen unas cuantas estrellas, casi tantas como las que siguen disfrutando de la cata de garnachas top-level en el sótano del Riojaforum.