Dilma Rousseff ya es oficialmente la primera mujer presidenta de Brasil tras recibir de manos de su “mentor”, Luiz Inácio Lula da Silva, el mandato oficial en una ceremonia de cesión de poderes en la que se comprometió a continuar la “obra transformadora” de su predecesor.
Rousseff se comprometió a “honrar a las mujeres, proteger a los más débiles y gobernar para todos”, en un discurso repleto de loas y alabanzas a su predecesor. La líder del Partido de los Trabajadores aseguró que “bajo el liderazgo de Lula, el pueblo brasileño ha hecho una travesía a la otra orilla de su historia”, en declaraciones recogidas por el rotativo brasileño 'O Globo'.
“Mi misión”, prosiguió, “es consolidar este viaje y avanzar en el camino de una nación generadora de oportunidades”. “A partir de hoy, soy la presidenta de todos los brasileños”, proclamó en un discurso que tuvo que interrumpir por las lágrimas, en particular cuando recordó a sus compañeros que se habían enfrentado a la dictadura militar que marcó la historia de Brasil desde mediados de la década de los 60 hasta 1985.
Rousseff, una ex guerrillera marxista de 63 años, se convirtió en octubre en la primera mujer en ganar unos comicios en esta país sudamericano, que hasta hace unos años tenía una economía maltrecha y debía afrontar severos problemas de pobreza y de desempleo.
Los ocho años que Lula gobernó no aliviaron del todo los males de la sociedad brasileña, pero sí dieron un impulso inédito que cambió la visión internacional de Brasil, que pasó de ser una nación conocida por sus tradicionales carnavales de Río de Janeiro y la violencia de las favelas, a ser una de las economías más prometedoras del planeta.
Pero además el Gobierno logró dar visibilidad a Brasil en otros aspectos como el deportivo. La promoción de Lula logró que fuese escogido como sede del Mundial de fútbol del año 2014 y de los Juegos Olímpicos de 2016, un hecho sin precedentes en América Latina.
Los brasileños confían en que la experiencia de Rousseff como ministra de la Presidencia en el Gobierno de Lula sirvan para seguir llevando a Brasil por la senda de la prosperidad. El 83 por ciento de los ciudadanos cree que la ex guerrillera será igual o mejor que su predecesor, según una encuesta divulgada la semana pasada por Datafolha.
Su gabinete, de momento, ha recibido buenas críticas porque ha decidido rodearse de respetados tecnócratas para ocupar puestos como el del presidente del Banco Central. Otros futuros ministros son personas de confianza de Lula, lo que ha supuesto un punto a su favor por parte de quienes quieren que siga la senda del mandatario saliente.
Rousseff, no obstante, ha sido muy clara al decir que está dispuesta a hacer algunas modificaciones en algunas de las exitosas políticas de Lula con miras a erradicar definitivamente la pobreza extrema, pero sin que esto signifique un aumento en el gasto público.
También ha prometido hacer énfasis en asuntos sociales como los Derechos Humanos y las relaciones exteriores, aunque no del mismo modo que Lula, quien trabajó en los últimos meses con el Gobierno de Irán en el tema nuclear, lo que le valió duras críticas.