La organización Ecologistas en Acción - La Rioja propone que se cumpla la Ley de Memoria Histórica y el Ayuntamiento de Logroño otorgue a la activista Gladys del Estal una calle para hacer justicia simbólica en el 40 aniversario de su asesinato.
Gladys del Estal Ferreño era una joven de 23 años, militante ecologista y antinuclear, licenciada en Informática, que el 3 de junio de 1979 recibió un disparo de un guardia civil cuando se encontraba sentada pacíficamente en una jornada antinuclear internacional en Tudela.
Accidente nuclear, el desencadenante
Unos días antes de los hechos luctuosos, los alcaldes riberos de Tudela, Arguedas, Valtierra, Cadreita y Cascante solicitaron detener el proyecto de una central nuclear a construir en el soto de Vergara, entre Arguedas y Tudela, y la paralización del Polígono de tiro de las Bardenas en funcionamiento desde 1951.
Ese mismo año 1979, uno de los reactores de la central nuclear de ThreeMile Island, cerca de Harrisburg (Pensilvania, EE UU) había sufrido el accidente más grave ocurrido en una central nuclear de EE UU, y el tercero a nivel mundial tras Chernóbil y Fukushima. Es por ello que el movimiento antinuclear mundial reaccionó convocando movilizaciones descentralizadas contra la energía nuclear uniéndolas a la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente. Así lo decidieron en una reunión llevada a cabo en Basilea, a la que acudió, entre otras, una representación de los comités antinucleares vascos.
Qué ocurrió
La Asociación para la Defensa del Medio Ambiente de la Ribera (ADMAR) y los Comités Antinucleares de Euskadi se pusieron de acuerdo en convocar en Tudela un acto conjunto festivo-reivindicativo para el 3 de junio, en el que participaron varias personas desde La Rioja. El acto contaba con los permisos pertinentes.
Miles de personas llenaron el Prado de Tudela, donde había juegos, teatro, titiriteros, intervenciones sobre diversos temas, música, recogida de firmas. Todo transcurría con normalidad hasta que llegó la Policía y lo entendieron como una provocación. El acto quedó mutilado y algunos protestaron por la intromisión policial. Gladys del Estal, junto a otras personas, participó en una sentada pacífica junto al puente. Fue entonces cuando el Guardia Civil José Martínez Salas disparó por detrás a Gladys y la asesinó. El agente no llevaba puesto el seguro de su arma y fue condenado a 18 meses de prisión por “un delito de imprudencia temeraria con resultado de muerte”. En 1992, fue condecorado con la Cruz de la Orden del Mérito Militar por su labor en la Ribera.
Tras la muerte de Gladys, hubo una huelga general (dos días seguidos en Navarra), manifestaciones, acuerdos municipales y numerosos actos solidarios.