El deporte, un aliado contra el cáncer: “Durante el tratamiento, no dejé de correr”

Rioja2

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“Aunque se habla mucho del tema, aunque hay muchas campañas...la palabra cáncer da mucho miedo. Sabes que tu vida se va a poner patas arriba”

. Así vivió Laura el momento en el que supo que tenía cáncer de mama. A partir de ahí, hay muchas formas de llevarlo y todas lícitas: puedes ser valiente, puedes asustarte, puedes llorar, puedes pedir ayuda...Laura eligió coger el toro por los cuernos e intentar continuar con su vida. De hecho, decidió, en la medida de sus posibilidades, seguir haciendo deporte. “Sólo he dejado de correr un mes en un año y medio de baja, el mes de mi operación”.

Laura rezuma optimismo por los cuatro costados. Dice que el deporte le ha ayudado muchísimo a afrontar la enfermedad. “Me ponía un pañuelo en la cabeza, me iba a jugar al pádel y me olvidaba de todo”. Su experiencia corriendo carreras le sirvió en este proceso. “Cuando me daba miedo alguna prueba, pensaba: estás en el kilómetro 12, todavía te queda mucho, y seguía adelante. Iba, como Simeone, partido a partido. Correr te hace más fuerte”.

“Iba, como Simeone, partido a partido”.

Deporte y lucha contra el cáncer también se dan la mano en la historia de Begoña. En 2009 le detectaron un cáncer de mama y en mitad del tratamiento, sin pelo y viviendo las secuelas de la quimioterapia, conoció al que hoy es su marido, Rubén, o como ella dice, su “ángel”. “Él me sacaba de casa, me decía que estaba muy guapa aunque yo sabía que no. Yo sólo le pedía que se quedara a mi lado”.

Ahora Rubén se ha convertido en 'el corredor solidario' y participa en carreras para recaudar fondos que ayuden en la lucha contra esta enfermedad. Quiere ayudar no sólo a los enfermos, sino también a los familiares que sufren el proceso. Y es que, como apunta Laura, “lo más difícil es darle las noticias a los familiares”.

LAS SECUELAS DE LA ENFERMEDAD

La quimioterapia es un tratamiento muy duro, con muchos efectos secundarios que te recuerdan a diario que estás enferma. “En poco tiempo te quedas sin pelo y no sólo en la cabeza, también en las cejas, en las pestañas...eso te recuerda todo lo que estás pasando”.

“Tenía 28 años y quería tener hijos. He llorado océanos”.

A toda esa carga, Begoña tuvo que sumar una secuela extra: la castración química a la que fue sometida le quitó la regla y le provocó una menopausia temprana, lo que, en principio, daba al traste con sus aspiraciones de ser madre. “Tenía 28 años y quería tener hijos. He llorado océanos. Acudí a la Asociación contra el Cáncer y empecé un tratamiento sin hormonas, porque si me hormonaba el cáncer podría reproducirse. Sólo tenía esaa carta, pero no funcionó”.

Sin embargo, 6 meses después de dejar el tratamiento se quedó embarazada espontáneamente y ahora espera un “niño milagro” para dentro de unos días. “Ahora sí que he superado la enfermedad, ahora sí que le he ganado la batalla al cáncer”, afirma orgullosa.

Todo esa fuerza la contagia ahora como voluntaria en el hospital y en la asociación, donde intenta transmitir a otras enfermas que, “aunque es muy duro, se puede superar”.

“El cáncer es vida”

También Laura ha aprendido mucho de la enfermedad. “Es un aprendizaje de vida brutal, ahora puedo decir que el cáncer es vida. Yo procuro ser consciente todos los días de la suerte que tengo y estoy continuamente dando las gracias. Es una experiencia dura, pero te fortalece. Si he podido con esto, puedo con todo”.

Asegura que ha cambiado tras la enfermedad: “Me enfado menos, a nada le doy importancia...Si antes era apasionada, ahora lo soy más”. Y, por supuesto, sigue practicando deporte, su tabla de salvación.