La pandemia ha afectado a todo el mundo de alguna manera y la salud mental ha quedado resentida. El coronavirus ha hecho que tengamos que enfrentarnos a una situación que no está dentro del control y ha provocado miedo, ansiedad, inestabilidad mental o depresión.
Por otro lado, ha parado -especialmente en el confinamiento de marzo a mayo- los frenéticos ritmos de vida y ha permitido recuperar el tiempo. Rápidamente Belén unió estos dos puntos, la necesidad de dar visibilidad a las enfermedades mentales y el tiempo que entonces tenía, para sacar del cajón el proyecto El Hambre de Vivir.
“En 2018 decidí adentrarme en el mundo de la divulgación a través de un blog aportando mi experiencia después de haber superado la anorexia y mi visión como futura psicóloga”, recuerda Belén. El coronavirus le permitió darle la vuelta al proyecto y llevarlo a las redes sociales: “sentí la necesidad de estar más presente y más cerca y junto con una compañera de carrera, Andrea, hemos comenzado a divulgar de forma más continua y a través de videos”.
“El objetivo es transmitir herramientas para conocernos mejor, y sanar la relación que tenemos con nosotros, aportando claves de autoconocimiento, aprendiendo conceptos como autoestima, autocompasión que nos ayuden a conectar con nuestro yo y tener un mayor bienestar interno”, explica esta psicóloga y trabajadora social que actualmente trabaja en un programa de familias de Enzigzag.
Belén ha llevado su proyecto a las redes sociales, pero con mucha precaución porque reconoce que son un arma de doble filo: “si sabes filtrar información de calidad, perfecto, pero también estamos masificados de perfiles que divulgan datos erróneos o inculcan estilos de vida que son contraproducentes para la salud mental”.
El Hambre de Vivir se está convirtiendo en una comunidad en la que se comparten problemas y consejos, eso sí, puntualiza Belén, el principal es siempre acudir a un profesional.
Pero no es fácil, “la sociedad sigue siendo crítica y tiene mucho desconocimiento y las enfermedades mentales son juzgadas de forma continua”. “Por ello, desde el comienzo sentí la necesidad de trasmitir que sí, que está a la orden del día, que es común y que sí, se puede salir de ello”, defiende esta psicóloga.
Mientras la comunidad sigue creciendo y Belén estudia un máster y la especialidad en trastornos alimenticios, su objetivo de trasladar su labor de psicóloga de Instagram a la consulta se acerca.