El Papa Benedicto XVI se ha mostrado “visiblemente disgustado”, en palabras del Arzobispo de Dublín, Diarmuid Martin, a causa de las revelaciones sobre abusos sexuales y maltratos a menores de edad por parte de sacerdotes y monjas de colegios católicos irlandeses entre los años treinta y sesenta.
Estos casos de abusos y maltrato han sido recogidos en un informe que se basa en los testimonios de gran número de víctimas publicado el mes pasado y que causó la consternación en la sociedad irlandesa, de tradición católica.
El arzobispo de Dublín y el líder de la Iglesia Católica en Irlanda, el cardenal Sean Brady, se reunieron con el Pontífice la semana pasada para informarle personalmente sobre los efectos negativos del informe. Según declaraciones de Martin, el Papa “estaba visiblemente muy disgustado, diría yo, de oír algunas cosas que se dicen en el informe Ryan y cómo habían sufrido los niños”.
Benedicto XVI ha pedido perdón por los abusos sexuales cometidos por los sacerdotes católicos durante una visita a Australia el año pasado, pero no ha hecho ninguna declaración pública sobre las revelaciones de Irlanda hasta el momento.
El cardenal Sean Brady ha indicado que Benedicto XVI ha encargado que se haga justicia con todos los afectados, tras la lectura de este informe. El documento no hace referencia a los nombres de los responsables de los abusos, después de una victoria legal de los Hermanos Cristianos, una de las 18 órdenes católicas que gestionaban las escuelas industriales y reformatorios irlandeses implicadas en los casos.
Todas las órdenes religiosas, incluida la de los Hermanos Cristianos, se han comprometido a dar una mayor indemnización a las miles de víctimas de los abusos, cediendo a la presión social desatada por la publicación del informe.
En 2002, las órdenes religiosas acordaron un fondo de compensación para estas causas de 127 millones de euros. Ahora se espera que la aportación total ascienda a 1.000 millones de euros. En Estados Unidos en 2007, la archidiócesis católica de Los Ángeles se comprometió a pagar 600 millones de dólares a 500 víctimas de abusos sexuales cometidos por sacerdotes, hasta ahora la indemnización más cuantiosa de este tipo.