Con la llegada del cambio de hora, llegan las tardes más cortas, el frío... en definitiva, la cara más cruda del otoño y el invierno. En la madrugada de este sábado al domingo (hora peninsular) a las 3:00 volverán a ser las 2:00. Los que estén de fiesta podrán disfrutar de una hora más de música y bailes y quienes se hayan acostado ya podrán disfrutar del pequeño placer de dormir una hora más.
Y, más allá del debate debate sobre la necesidad de este cambio horario y sobre sus efectos sobre el ahorro energético, el paso del horario de verano al de invierno será, en general, mucho más llevadero que el cambio de verano. Adaptarnos a tener una hora más para dormir, a que amanezca más temprano y a que anochezca también antes, es biológicamente mucho más sencillo que hacer el proceso a la inversa.
Así lo indica la ciencia. De hecho, a una persona que no sufra ninguna patología este cambio debería no afectarle, o de hacerlo, debería notarse muy ligeramente. Después de este cambio de hora el organismo se regula de manera rápida, por lo que adelantar el reloj no debería tener efectos negativos notables si no se tienen problemas de salud previos.
El de verano es más complicado
Los verdaderos efectos del cambio de hora se producen cuando se pasa de la hora de inverno a la de verano. En este caso, según desvela un estudio publicado en la revista 'Sience Direct', sí tiene consecuencias sobre la cantidad y la calidad del sueño. Analizando el sueño de varios individuos durante los cambios de hora de verano de dos años consecutivos, descubrieron que el tiempo de sueño se reduce en un poco más de 60 minutos y que la calidad del mismo disminuye un 10% en los 10 días siguientes a la transición.
El cambio de hora de verano disminuye la cantidad y la calidad del sueño durante los 10 días siguientes
Además, varios estudios indican también que durante la semana de después del cambio de horario de verano aumenta también el riesgo de infarto de miocardio. Desde la institución universitaria sueca Instituto Karonksaindicaron en 2008 que el aumento del riesgo es ligero pero real, y que de hecho, durante los tres primeros días después del cambio es mayor. Los motivos a los que apunta la publicación son la interrupción de los ritmos cronobiológicos, la pérdida de una hora de sueño y la alteración del mismo.
A pesar de todo esto, ¿con cuál te quedas?