El PP, ante una posible gran victoria electoral como la de 1995

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Ya algunas encuestas muestran como inalcanzables para los socialistas la Comunidad de Madrid, la Valenciana, Murcia, La Rioja o Castilla y León, donde la mayoría absoluta del PP es tan abultada que ni con el mejor de los sondeos para el PSOE, podrían recuperar parte del terreno perdido. Además, el desgaste socialista y la crisis económica son dos factores que juegan en contra del PSOE en aquellas comunidades donde aún gobiernan con alianzas. Sólo Extremadura parece que podría mantenerse fiel a la formación que preside Zapatero.

En el PP, sin embargo, quiere restar euforia hasta el 23 de mayo. Ese día con los resultados en la mano ya habrá tiempo de celebraciones y de analizar el nuevo mapa político municipal y autonómica. La distancia de hasta ocho puntos en algunos sondeos a tan solo tres semanas de las elecciones del 22-M hacen pensar que sólo un acontecimiento extraordinario pueda dar un vuelco a una situación que en las filas socialistas y en las populares recuerda a la de 1995, cuando el PP dio el gran salto y arrebató al PSOE feudos como La Rioja o Murcia y Madrid, hasta entonces un granero de votos socialista.

En el día de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre ya señaló que está “escarmentada” de encuestas porque a veces éstas dicen una cosa y los votantes en las urnas contradicen los pronósticos. Además, el juego de alianzas no suele favorecer al PP, que necesita muchas veces de una mayoría absoluta para gobernar. Pero esta vez hasta eso puede no ser un impedimente, porque en San Sebastián estarían dispuestos a aliarse con el PNV con tal de desalojar a Odón Elorza del Ayuntamiento. Sevilla parece cada vez más cerca del PP, que roza la mayoría absoluta, a cuyas puertas se quedó en 2007. Barcelona podría tener el primer gobierno nacionalista de su historia con Trías como alcalde y con Hereu marchándose por la puerta de atrás.

La madre de todas las batallas se va a librar en Castilla La Mancha donde la presencia de Cospedal, secretaria general del PP, alimenta el morbo del enfrentamiento con José Barreda, mano derecha del presidente del Congreso, José Bono. En Asturias, el PSOE vencería por mayoría simple, pero la suma de fuerzas entre PP y FAC, la formación que lidera Cascos, haría posible una coalición de derechas. En Aragón, las fuerzas están muy igualadas. Y pase lo que pase, por primera vez en la historia, habrá una presidenta aragonesa en sus Cortes. Será Eva Almunia, apuesta personal de Marcelino Iglesias (que se retira despué de tres presidencias) o la ex primera presidenta del Congreso, Luisa Fernanda Rudi. Ambas podrían quedar empatadas o a la par, escaño arriba o escaño abajo. De ser así, el PSOE podría repetir gobierno mediante un tripartito de izquierdas con la Chunta Aragonesista e IU. El PAR, inmerso en una crisis de ruptura, dejaría de formar parte de ese gobierno. Por otro lado, Belloch mantendría por la mínima Zaragoza. Del resto de capitales, apenas merecen especial mención porque casi todas quedan en manos del PP. Sólo Valladolid podría ser un premio de consolación para los socialistas, que podrían desalojar al polémico Javier León de la Riva.

A este fenónemo se le conoce como “landslide” o “escenario negro”. Sociológicamente vendría a ser una victoria por puntos y no por décimas mediante la que el PP colocaría en casi toda España a sus alcades y alcaldesas, una hazaña que ya consiguió Aznar en 1995 y que puede ocurrir once años más tarde. La única diferencia con respecto a entonces el que PP venía de un suelo electoral bajo y se jugó el todo por el todo y arrasó en todas las comunidades y provincias. El PSOE, aquejado por los escándalos del felipismo, se hundió electoralmente. Y ambos factores convirtieron en épica aquella victoria, que nunca más ha vuelto a repetirse.

Ahora mismo el PP parte de aquel elevado suelo electoral. Su victoria podría ser por cinco puntos porcentuales, pero esto no significa que pueda hacerse con todas las comunidades, que es la idea que ronda estos días las cabezas de la plana mayor popular. Ahora más que nunca el PP tiene en sus manos hacerse con bastiones imbatibles del PSOE como Castilla La Mancha o Asturias. En otras como Baleares, Aragón o Cantabria, todo dependerá del resultado de partidos menores.